Opinión | Siete días y un deseo

Perennes

Una nueva fuerza de trabajo que no piensa ni actúa en función de la edad

Una de las promociones de la Universidad de la Experiencia

Una de las promociones de la Universidad de la Experiencia

No sabía que pertenecía a una nueva categoría de personas. La llaman "perennes". Me enteré el lunes cuando leía la sinopsis de "La revolución multigeneracional", de Mauro Guillén, doctor en Sociología por la Universidad de Yale y en Economía Política por la Universidad de Oviedo. El libro lleva un subtítulo que resume de qué va la historia: "Cómo la demografía y la tecnología cambiarán el aprendizaje, el trabajo y el consumo, a cualquier edad". Recomiendo que lo lea de nuevo y dedique unos segundos a reflexionar sobre cómo están impactando la demografía y la tecnología en su vida cotidiana. Comprobará que está mudando la existencia tal y como la conocemos, impactando en el modo como hemos organizado nuestras vidas en cuatro etapas: juego, estudio, trabajo y jubilación. ¿Les suena? Pues el autor sostiene que este modelo, heredado de la segunda mitad del siglo XIX, ya no se sostiene y que los términos para referirse a las sucesivas generaciones están anticuados. Y aquí llega una de sus aportaciones más originales: la descripción de la nueva generación de los "perennes", una nueva fuerza de trabajo que no piensa ni actúa en función de la edad y que está deseosa de volver a la escuela aunque tenga 50 años, por ejemplo. Pero sabemos que eso es muy difícil bajo el sistema que tenemos ahora, que prescribe lo que debemos hacer en cada momento.

De eso se trata, de seguir motivados, sobre todo ahora, cuando el contexto se está transformando a una velocidad de vértigo y muchos de los contenidos adquiridos caducan antes de lo imaginado

Y yo soy uno de esos "perennes" que está deseoso de regresar a la escuela para seguir aprendiendo a lo largo de toda la vida. Lo haré cuando me jubile y me matricule en el Programa Interuniversitario de la Universidad de la Experiencia, donde he sido docente desde 2002. Pero llegará el día en que se invertirán los papeles y me pondré a escuchar a quien aterrice en el aula a contar vaya usted a saber qué. Porque de eso se trata, de seguir motivados, sobre todo ahora, cuando el contexto se está transformando a una velocidad de vértigo y muchos de los contenidos adquiridos en las distintas fases de la formación tradicional (primaria, secundaria o universitaria) caducan antes de lo imaginado. Y, ya de puestos, sueño con volver a compartir el tiempo del aprendizaje con mis compañeros y compañeras de la escuela del pueblo, de Cambados, de León, etc., donde aprendí muchísimas de las herramientas con las que he ido construyendo lo que soy. Ya sé que mi sueño será muy difícil de cumplir, pero, como escribe Juan Zéngaro, "quien no sueña está condenado a creer en lo que ven sus ojos". Y yo no me conformo con ver. Necesito ir más allá, esto es: mirar, observar, contemplar. Y en esas estamos y seguiremos estando para, siguiendo a Mauro Guillén, impulsar una era de innovación que traerá cambios culturales, organizativos y políticos profundos.

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