Opinión | Zamoreando

La hipocresía de la leyenda negra

España no perpetró un genocidio, no robó oro y no destruyó la cultura en América

OPINIÓN

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Por mucho que se empeñen el presidente de Méjico y los políticos que pululan en el interior del Ministerio de Cultura, con Urtasum a la cabeza, no son pocos los historiadores y políticos ilustrados los que desmantelan con hechos y argumentos la hipocresía de la leyenda negra que España viene soportando estoicamente. Si en lugar de España hubiera sido otro país, pongamos por caso Gran Bretaña o Francia, los que hubieran llegado primero, es más que posible que los indígenas hubieran sido diezmados y los pocos supervivientes vivirían en una reserva, sin mestizaje y en un régimen de separación racial como ocurrió en Africa, China o India. Historiadores como Borja Cardelús y Muñoz Seca, quien ha tenido la gran suerte de poder dedicarse a aquello que le apasiona: la Naturaleza y la Hispanidad, es, posiblemente, el mejor conocedor de esa etapa de la historia de España en el Nuevo Mundo. Lo pone de manifiesto en sendas obras como "América Hispánica" y "La civilización Hispánica".

No sé es más progresista mintiendo o alimentando la leyenda negra. No sé es más progresista echando constantemente leña al fuego porque España no perpetró un genocidio, no robó oro y no destruyó la cultura en América. Y no lo digo yo, voces verdaderamente autorizadas, estudiosos de la materia se muestran hastiados de tanta falsedad, de tanta mentira, de tanta hipocresía como emplean los que insisten en una mentira histórica comprobada que nos perjudica.

Al contrario de lo que afirma la leyenda negra y cierta mal llamada progresía empeñada en una misión salvífica del indigenismo que no tiene razón de ser, España ayudó a construir en el Nuevo Mundo una sociedad más igualitaria, completamente alejada del racismo religioso de las colonias británicas y de Estados Unidos. Las películas que basan su argumento en el descubrimiento no dejan lugar a dudas al respecto, todas son contundentes sobre cómo se las gastaban británicos y estadounidenses, por citar dos ejemplos.

Inventarse un pasado o tratar de manipular los hechos para atacar a España de forma constante es un error y una aberración, sobre todo cuando la manipulación parte de españoles. No se puede vender como buena la imagen de una España atrasada, intolerante, exigente, exaltada y fanática, bajo la tiranía de la corona o de una Iglesia despótica que contribuyó con infinidad de mártires, el zamorano San Alfonso Rodríguez fue uno de ellos, a la evangelización del Nuevo Mundo, de la América hermana cuyos lazos parecen querer deshacer cuantos se mantienen en perpetuar la leyenda negra que es tan sólo eso, una leyenda sin base alguna.

Ya va siendo hora de ajustarse a la realidad histórica y dejarse de elucubraciones y de presentar a los españoles de entonces como seres, violentos, fanáticos, crueles, despóticos, porque esa visión no concuerda con la historia real que todos los españoles estamos obligados a defender si no queremos seguir pasando por los energúmenos que nunca fuimos. Pero eso, quizá, sea mucho pedir a ciertos defensores de establecer una justicia que se torna injusta porque no se adapta a la verdad, a la realidad de los hechos. Una verdad y una realidad carente de ideología, simplemente ajustada a la historia.

Hay que desenmascarar a quienes fomentan la leyenda negra, a los del revisionismo político y recordarle al presidente de Méjico lindo y querido que se ocupe y preocupe de los problemas de violencia que asolan su país y se deje de arremeter contra España sin base alguna que sustente sus descabelladas teorías.

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