Opinión | Zamoreando

Desde la fe y el amor

La Cofradía de Caballeros y Damas Cubicularios renace de sus cenizas

ZAMORA. TOMA DE POSESION DEL NUEVO CONSEJO CAPITULA DE LOS CUBICULARIOS

ZAMORA. TOMA DE POSESION DEL NUEVO CONSEJO CAPITULA DE LOS CUBICULARIOS

Después de años, se me antojan demasiados años, de navegar por un mar de aguas procelosas, la Cofradía de Caballeros y Damas Cubicularios ha emprendido un nuevo y esperanzador camino que va a estar marcado, como les aconsejó nuestro obispo y presidente de honor de los Cubicularios, don Fernando Valera, por actuaciones marcadas desde la fe y el amor. La cofradía se perdía irremisiblemente pero dos valientes hicieron lo posible y lo imposible por encauzarla, no sin grandes dificultades y zancadillas. Es de justicia reconocer la impagable labor realizada por Javier Palmero y Sergio Rodríguez López-Ros.

Ambos han realizado su trabajo y se han retirado en silencio y por la puerta grande, después de dejar en las mejores manos posibles esta cofradía que vivió el pasado domingo, casi en la intimidad (asistieron el subdelegado del Gobierno, Ángel Blanco, siempre conciliador y participativo y el jefe de la Comandancia de Zamora, el teniente coronel, Héctor David Pulido), en un acto solemne, el juramento de todos y cada uno de los nuevos miembros de una directiva que llega ilusionada, entregada y con ganas de trabajar en los distintos cometidos que cada uno tiene asignados. Sin personalismos, ni arrogancias y jactancias absurdas, con total y absoluta transparencia, atendiendo a sus obligaciones que no son pocas.

Un renovado equipo de Gobierno capitaneado por Antonio Dávila Rueda, el mejor presidente con que la Cofradía de Caballeros y Damas Cubicularios podía iniciar esta andadura, prácticamente partiendo de cero, está poniendo ganas y mucha ilusión a todo lo que queda por hacer. Empezando quizá por el Capítulo que la Cofradía celebrará el próximo 8 de junio. Lo tienen francamente fácil a tenor, repito, del trabajo ímprobo y en algunas ocasiones poco grato, realizado por Rodríguez López-Ros y Palmero. Su sombra no es alargada, como la de los cipreses, por mucho que algunos piensen y se regodeen en decir que, de alguna manera, van a seguir tutelando la cofradía. Eso es no conocer el valor y los valores que adornan al nuevo equipo directivo.

Javier Palmero y Sergio Rodríguez eran las mejores opciones para sacar a esta cofradía del atolladero en el que estaba metida. Precisamente, ambos, con sus aciertos y sus errores, como gustan reconocer, constituyen el mejor ejemplo a seguir por su férrea voluntad, por su disciplina, por su constancia, por no desfallecer en los momentos duros y difíciles por los que también han debido pasar, por muchas razones y todas de peso que los convierten en un referente. Siempre atendiendo los sabios consejos de don Fernando y de Juan Luis Martín Barrio, también presente en el juramento, sacerdote que concita el cariño y la admiración no sólo de sus feligreses. Sus magníficas homilías trascienden los muros del templo, siendo como es un sacerdote cabal.

Cubicularios renace de sus cenizas con el compromiso firme de trabajar desde la fe y el amor. La fe que no se puede aparcar en cualquier cuneta y dejarla para mejor momento y el amor, representado en el prójimo más desfavorecido y entre los propios caballeros y damas que forman una hermosa hermandad. En la primera carta del apóstol san Pablo a los Corintios, el santo de Tarso, que desgrana las más hermosas consideraciones sobre el amor, finaliza diciendo: “En una palabra, quedan estas tres: la fe, la esperanza y el amor. La más grande es el amor”. Tres pilares en el trabajo de los Cubicularios de Zamora.

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