Opinión

Hartas y empoderadas

El hogar muestra los modelos a seguir, ahí comienza nuestro primer aprendizaje

Cartel de la Asamblea de Mujeres de Zamora para el 8M 2024.

Cartel de la Asamblea de Mujeres de Zamora para el 8M 2024.

"Queremos pan, pero también rosas".

Un año más saldremos a la calle el día 8 de marzo para recordar en esta fecha clave los años de lucha para conseguir avances en materia de igualdad y también para reivindicar los muchos derechos que quedan todavía por conquistar.

Hartas y empoderadas, así es el lema de la campaña de la Concejalía de Igualdad del Ayuntamiento de Zamora que da título a este artículo. Acompañando al lema la imagen, un guante de fregar, amarillo, el de toda la vida, el de las madres y las abuelas, el nuestro…pero con una particularidad. A éste, al de la campaña, le sobran cuatro dedos porque con uno le basta para enviar un mensaje. Nítido y claro.

El guante de fregar simboliza de manera muy clara uno de los retos más importantes que tenemos por delante. Mi compañero Enrique no lo ha podido decir mejor, ahí os dejo sus palabras: "… El verdadero reto es conseguir meter entre las cuatro paredes del hogar la mentalidad igualitaria. En el hogar muchas veces la mujer está sola enfrentándose a hábitos milenarios. Manifestarse en la calle es más fácil que manifestarse en casa…". Gracias Enrique.

El hogar muestra los modelos a seguir, ahí comienza nuestro primer aprendizaje, nada más y nada menos…. Responsabilidad. Mucha. Desde todos los ámbitos.

La división del trabajo en distintos ámbitos ha sido una de las estrategias perpetuadoras de la desigualdad histórica entre hombres y mujeres. Esta diferenciación no es baladí, pues va a ser determinante en la no visibilidad de las mujeres en el ámbito social y de poder. Las mujeres han demostrado mucha más permeabilidad que los hombres en el paso de un ámbito a otro, sobre todo cuando se las ha necesitado (por ejemplo, en el trabajo en las fábricas de munición en la primera y segunda guerra mundial), pero siempre los avances para nosotras han tenido billete de ida y vuelta. De vuelta al hogar, a la invisibilidad.

Estamos hartas de la violencia que nos mata y en este sentido, no puedo ni quiero dejar de pensar en las mujeres palestinas y sus hijas e hijos que se están muriendo de hambre ante la indiferencia del mundo civilizado. Si, hartazgo de ser siempre víctimas…

De ahí el guante de un solo dedo, de ahí el cansancio, la hartura…de repetir una y otra vez que estamos hablando de derechos humanos, que somos la mitad de la población y ese es nuestro espacio, pero no tenemos ni de lejos el cincuenta por ciento de las cuotas de poder, pelear por la paridad en la toma de decisiones, luchar contra la brecha salarial, intentar, una y otra vez hacer comprender a nuestros compañeros de vida, de política, de trabajo, de ocio… el término corresponsabilidad, es decir responsabilidad compartida. Compromiso, porque las tareas no tienen género como tampoco lo tiene el talento.

¡Ay corresponsabilidad, qué bonito nombre tienes!

Estamos hartas de la violencia que nos mata y en este sentido, no puedo ni quiero dejar de pensar en las mujeres palestinas y sus hijas e hijos que se están muriendo de hambre ante la indiferencia del mundo civilizado. Si, hartazgo de ser siempre víctimas…

Pero a pesar de todo hemos ido creciendo, confiando en nosotras mismas, eliminando grilletes, abriendo puertas y ventanas, encontrándonos en el camino de la sororidad, generando espacios de libertad, perdiendo el miedo a reivindicar una revolución feminista, pacífica y profundamente justa. Merecida y peleada. Lo conquistado, por derecho propio, no graciable

Celebramos las conquistas, pero no podemos olvidar dónde nace esta lucha. Su raíz está en la reivindicación de la justicia social frente a la explotación y la opresión de las mujeres trabajadoras, el colectivo social más vulnerable con su doble estigma, ser mujer y ser pobre. Conviene no olvidar que esta fecha hunde sus raíces en la defensa de los sectores más desfavorecidos frente a la explotación y la opresión en la que vivían. En 1912 las obreras estadounidenses gritaban en uno de sus lemas "Queremos pan, pero también rosas". Todo un símbolo.

Las conquistas sociales, los derechos laborales, son el único camino para alcanzar una vida digna, que merezca la pena ser vivida y dónde la belleza, la alegría, el gozo, el placer…no sean privilegio de unos pocos.

El germen de las mujeres que iniciaron la lucha sigue presente en sus herederas, las que hoy tomarán la calle cantando, vivas y libres.

A pesar de los malos tiempos, de los retrocesos que se evidencian día tras día hemos venido para quedarnos y ocupar nuestro espacio.

No lo olviden.

(*) Concejala de Servicios Sociales

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