Escalera hacia el cielo

Fedro en el festival de Eurovisión

En música no hay término medio entre la genialidad del Master of Puppets y el bodrio de la fábula de la Zorra empoderada

Un momento de la actuación

Un momento de la actuación

Bárbara Palmero

Bárbara Palmero

El día que Félix Rodríguez de la Fuente murió, yo era una guaja que no entendía la conmoción nacional que supuso tan tremenda noticia. El burgalés más querido y respetado, El Cid no salvó dos lobeznos de morir apaleados para criarlos en casa, murió en acto de servicio, mientras grababa en Alaska nuevos episodios para televisión.

La naturaleza nunca ha tenido un mejor embajador, ni la televisión un divulgador más eficiente del mundo salvaje. Por eso miles y miles de adultos siguen echándole de menos, y recordando sus enseñanzas. Y para la posteridad ha quedado el entrañable homenaje que le rindieron Enrique y Ana con Amigo Félix:

"Esta mañana me ha contado el gallo, que el elefante le contó al castor, que la culebra dijo a la piraña que está mañana está más triste el sol. Me ha dicho el pato que le dijo el gato, que el lobo dice que contó al ratón, que la coneja dijo a la anaconda, que esta mañana está más triste el sol. Amigo Félix, cuando llegues al cielo. Amigo Félix, hazme sólo un favor. Quiero ir contigo a jugar un ratito con el osito de la osa mayor". El día que a la maestra se le ocurrió poner la canción, se arrepintió rápido porque la clase estalló en un mar de lagrimas.

La letra era apta para todas las edades, no aparece ninguna Zorra. Ni tan siquiera una mostolilla, comadreja, un visón americano de esos liberados por el Frente Animal de Liberación de las granjas peleteras de Orense, gineta, meloncillo, mangosta, ni demás mamíferos mustélidos tan aficionados a matar gallinas.

La canción sigue siendo tierna y bonita, sencilla y emotiva. Ha resistido bien el paso del tiempo. Es cierto que no se le puede pedir que resuelva el eterno debate entre culteranos y conceptistas, pero se agradece que a los niños de entonces no se les hablara como a memos.

Pensaba en todo lo anterior, y en Félix, el amigo de los animales, como un moderno San Francisco de Asís. Pensaba en el hermano lobo que ataca rebaños, en la hermana Zorra que vamos a presentar a Eurovisión, y también en el próximo 8M día internacional de la mujer trabajadora. Pensaba y pensaba, y he llegado a la conclusión de lo mucho que ha cambiado el mundo y lo poco que me gusta.

Nos hemos acostumbrado al bombardeo sistemático de unas letras sin mensaje y sin sentido de la estética, más adecuadas para oligofrénicos por voluntad propia

En el panorama musical parece que no existe un término medio entre una genialidad como el Master of Puppets y ese bodrio de canción que nos va a representar a todos los españoles en Europa sobre la fábula de una raposa que entra a los gallineros a zumbarse todo lo que se menea.

Nos hemos acostumbrado a unas letras anodinas, sin contenido ni mensaje. Y a unos continentes que no siguen ni se ajustan a ningún tipo de orden ni desorden estéticos. Unas canciones más apropiadas para oligofrénicos por voluntad propia que para idólatras de la buena música.

No más Janis, Souxie, Diamanda Galas, Doro Pesch, Anne Clark, Azucena de Santa o Wendy y sus Plasmatics. No más mujeres guerreras que defiendan causas en las que creer. No más letras comprometidas, incendiarias, y que rompan con lo establecido.

Zorra es un bodrio de canción con una letra simplona. Por eso se insiste tanto en destacar la edad de su cantante. Porque es lo único destacable. Y por eso, las versiones que de ella se han sacado, como el Cerdo de Los Meconios, o la Facha del programa humorístico Polonia son infinitamente mejores.

Pero es que las canciones insulsas están de moda. El año pasado Chanel no ganó con Slow Mo, porque había que regalarle el festival en bandeja de plata a una Ucrania en guerra. Pero este año no se presentan al concurso Gaza, el Kurdistán ni Nagorno-Karabaj.

Estamos de suerte. Con toda probabilidad la insípida canción sobre la Zorra empoderada se alzará con el ansiado micrófono de cristal. Lo cual sería hasta un acto de justicia poética, porque Enrique y Ana no mencionaron al astuto animalico, impidiéndolo despedirse del amigo Félix. Y ahora por fin tendrá la oportunidad de restituir su buen nombre de fea fama.

Bromas aparte. Lo peor no es que se trate de una letra prescindible, sino que se la intente hacer pasar por un himno feminista. No lo es. Como tampoco lo era Mamá, aquella canción sobre la teta liberada de Rigoberta Bandini, que excluía a todas las mujeres que no han sido madres porque no pudieron o no les dio la gana serlo.

Zorra es una canción igualmente excluyente, que sólo representa a una parte ínfima del infinito universo mujer. No habla en nombre de todas aquellas que no hacen gravitar su existencia en torno a los genitales y al uso y disfrute de los mismos.

Lo que está claro es que si el festival de Eurovisión se remontara al Imperio Romano, Fedro no lo hubiera ganado nunca. Y no por copiota de Esopo, que va, sino por el exceso de sabiduría de sus fábulas. Sad but true, que cantan los Metallica. Triste pero cierto, y es que la inteligencia no es erógena ni genera beneficios en Spotify.

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