Crónicas de un paso de cebra

Una cuchara de marfil

Los algoritmos serán siempre incapaces de alcanzar el fulgor de las metáforas

Robots trabajando en la redacción de un diario.

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Concha Ventura

Concha Ventura

Los movimientos contraculturales y las canciones "protesta" se han popularizado desde que el mundo es mundo.

En el año mil, por ejemplo, estudiantes y clérigos mendicantes, instruidos, descreídos, desesperanzados y marginados, que viajaban a lo largo de Europa, muchos de los cuales se habían formado en las escuelas catedralicias y en las universidades, recorrieron caminos y tabernas, viviendo de forma poco respetable y disoluta porque creyeron en una profecía donde se afirmaba rotundamente que, por esas fechas se acabaría el mundo.

Su máxima se centraba en el "Carpe diem", el disfrute de la vida, del juego, del sexo y por supuesto del vino.

Y esto es lo que cantaban:

"Bebe el soldado, bebe el cura, / bebe el hombre, bebe la mujer, /

bebe el siervo con la criada, / bebe el rápido, bebe el lento, /

bebe el blanco, bebe el negro, / bebe el perseverante, bebe el vago, /

bebe el ignorante, /bebe el sabio".

Fueron conocidos como los goliardos. Al parecer el nombre que los identifica proviene de la palabra francesa "gueule" o gula, y al latinizarse se convirtió en "goliardo", que, a su vez, en latín significaba glotón. El símbolo que los representaba era una cuchara de marfil. Tal vez por eso, los goliardos españoles fueron conocidos como los sopistas.

Eran hombres que, como conocían las desviaciones del poder y de la Iglesia, es decir, la corrupción de los altos estamentos, se dedicaron a escribir y criticar sobre todo aquello que no les gustaba y, lo plasmaron en una serie de cantos escritos en latín medieval, y en otras lenguas, llenos de escarnio e ironía, convirtiéndolos en sátiras feroces, contra todo lo establecido.

Esta literatura goliardesca, que se trasmitió por toda Europa de forma oral y escrita, se conservó en códices y manuscritos.

Quien popularizó estos cantos en el siglo XX, fue el músico Carl Off, bajo el título de Carmina Burana, en donde se recogen composiciones escritas en los siglos XII y XIII.

También afloraba en esas obras el dolor, al entender que la suerte nunca solía estar de su parte: "La Suerte en la salud/ y en la virtud/ está contra mí, / me empuja/ y me lastra, / siempre esclavizado. / En esta hora, /sin tardanza, / toca las cuerdas vibrantes, / porque la Suerte/ derriba al fuerte, / llorad todos conmigo".

Y ahora, en pleno siglo XXI, ya no será necesario preocuparse mucho por si falta inspiración para las canciones protesta, los poemas satíricos o cualquier texto de cualquier género literario, pues para eso se ha creado el ChatGPT.

En pleno siglo XXI, ya no será necesario preocuparse mucho por si falta inspiración para las canciones protesta, los poemas satíricos o cualquier texto de cualquier género literario, pues para eso se ha creado el ChatGPT

Esa herramienta de Inteligencia Artificial es un modelo de lenguaje, que generará versos de forma instantánea a petición del usuario correspondiente.

El artilugio citado aprende a escribir imitando lo que ha pensado alguien previamente.

Con ese algoritmo, que es algo así como un conjunto ordenado y finito de operaciones, todo el mundo podrá hallar la solución al problema, de componer cualquier obra sobre el tema que quiera… y sólo con apretar un botón ella aparecerá, no se necesitará experiencia previa, ni echarse a las calles, ni comerse la cabeza, ni esperar la llegada de la Musa, ni nada de nada.

Tampoco hará falta tener ningún tipo de vivencias, ya se las han metido con anterioridad en las tripas al artefacto.

Pero lo que la mayoría de la gente olvidará es que, los algoritmos serán siempre incapaces de alcanzar el fulgor de las metáforas, ni entender el significado del verbo "saborear" los restos de un guiso o de una salsa, que queden pegados a una cuchara de marfil o de madera.

Eso sólo quedará reservado para los seres verdaderamente humanos, que tienen la mágica capacidad de pensarse a sí mismos.

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