Opinión | Zamoreando

Sin pausa

Pararle los pies a López Obrador es lo más aconsejable

Escuchando al presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, cualquiera en su sano juicio y conocimientos de historia, puede llegar a pensar que este señor o sufre una especie de paranoia o directamente es un psicópata, dicho con todo el respeto del mundo. No se puede, constantemente, cada vez que tiene delante un altavoz, hablar de España y de los españoles en los términos que emplea, tan provocadores, tan desacertados, tan carentes de verdad.

Tras tildar a los descubridores españoles poco menos que de asesinos, ahora la ha tomado con las empresas españolas a las que acusa de saqueo diciendo sin tapujos que “abusaron de nuestro país”. No cuenta la cantidad de empleos generados por las empresas españolas, las inversiones en territorio mejicano, las infraestructuras, amén de otras aportaciones notables. Por muy presidente que sea, López Obrador no puede cuestionar el colosal legado de España en América. A ver si de una puñetera vez deja de fomentar la Leyenda Negra que unos cuantos están alimentando a fuerza de falsear la realidad de la colonización española.

Después del interés demostrado por el pasado, López Obrador quiere sacar provecho al presente y en lugar de acabar con los carteles de las drogas y las armas que se han cobrado, a través del asesinato, tantas víctimas, hombres, mujeres y niños, en lugar de pacificar el país, en lugar de trabajar por la igualdad, la educación, la sanidad, esas cosas ‘baladíes’ a las que su Gobierno parece no prestar atención, se ha descolgado planteando “una pausa” en la relación entre México y España. A buen entendedor… Se sobrentiende que se trata de una ruptura con matices.

Hete aquí que como donde dije digo, se puede decir Diego, el presidente mejicano recula y en una nueva filípica ha dicho que “la pausa” no supone un parón en las relaciones diplomáticas, políticas y comerciales entre ambos países. ¿En qué quedamos? Esta vez, y ojalá sirva de precedente, la diplomacia española, por boca de su ministro de Exteriores, ha respondido sin excesiva prisa pero es verdad que también sin pausa. El Gobierno de España “rechaza tajantemente las descalificaciones” vertidas por este mandatario de 68 años al que le encanta hostigar a periodistas críticos y arremeter contra otros países, fundamentalmente España.

España no tiene ni por qué arrodillarse ni porque pedir perdón a México en la persona de su presidente. Bien por Moncloa que ha estado al quite. Entre sus 600 o 700 asesores, alguno habrá utilizado el sentido común. Hay que actuar con diligencia y no dormirse en los laureles. Pararle los pies a López Obrador es lo más aconsejable y hay que hacerlo sin pausa.