Las romerías de Tábara y Muelas, bajo techo

Lunes de Pascua el de ayer pasado por agua, que obligó a modificar la celebración de las primeras romerías camperas de La Raya de España y Portugal al interior de los pueblos para, bajo cubierto, poder celebrar los actos religiosos y sociales.

Tanto el Ayuntamiento de Muelas del Pan, presidido por el alcalde Luis Alberto Miguel Alonso, como el de Tábara, del que es alcalde Antonio Juárez Núñez, se vieron obligados, muy a su pesar, a cambios de última hora, dado que la jornada no iba a estar para procesiones, bailes y comidas campestres al aire libre.

En el caso de Tábara, el santuario de San Blas y San Mamés está ubicado en unos paradisíacos parajes de la Sierra de la Culebra donde está la morada de los santos protectores contra los males de garganta y rodillas.

La romería tuvo antaño carácter comarcal y a ella acudían con sus pendones los vecinos y concejos pertenecientes al Marquesado de Tábara, creado el día 9 de septiembre de 1541 por el rey Carlos I a favor de Bernardino Pimentel y Enríquez: Tábara (San Lorenzo), Faramontanos, Moreruela, Santa Eulalia, Pozuelo, San Martín, Litos, Sesnández, Escober, Ferreruela y Abejera, El Casal, Moratones y Orcejón (estos tres últimos poblados hoy ya desaparecidos).

La santa misa se trasladó a la iglesia de la Virgen de la Asunción, en la Plaza Mayor, donde tenía lugar la subasta del ramo y de los bollos. La comida campera, uno de los grandes atractivos cada año, ayer pasó a ser casera. Para los bailes de tarde se utilizó el auditorio municipal «Leticia Rosino» donde hubo servicio de barra por la Taberna de Mani.

La ermita ya existía en el siglo XVIII y la romería históricamente tenía lugar coincidiendo con el Lunes de la Octava de Pascua, una semana más tarde que ahora, hasta que en 1971 se decidió adelantarla para que pudieran participar en ella los emigrantes que regresaban a Semana Santa. Las imágenes antiguas de San Blas y San Mamés fueron robadas en 1991 y nunca más se volvió a saber de ellas. Las actuales las esculpió el artesano tabarés Luis Hernández Silva.

Cristo

En Muelas del Pan la eucaristía en honor al Cristo de San Esteban se trasladaba este año a la iglesia parroquial de Santiago Apóstol, facilitándose así la presencia de los devotos y feligreses ante el desapacible día.

En este caso normalmente se hace procesión de mañana desde la iglesia a la ermita y regreso por la tarde, un largo trecho de alrededor de un kilómetro, poco apetecible bajo la lluvia. En el siglo XVIII aparecen documentadas dos romerías, la del Cristo el Martes de Pascua, ahora adelantada al Lunes de Pascua, y la de San Marcos el 25 de abril. Ambas declaradas Votos del Lugar, así como San Gregorio en mayo.

La principales obras de restauración, antiguas, se hicieron en 1748, siendo cura Antonio Losada y costaron 1.748 reales pagados al maestro y los oficiales por la compostura del tejado de la Capilla Mayor. En ese mismo año se aconsejó hacer una pequeña torre para colocar en ellas las campanas, algo que nunca se llegaría a realizar pues 276 años después el templo sigue aún hoy sin campanario y sin campanas.

Es el histórico Cristo de San Esteban una imagen originaria del siglo XVI, según los estudios del añorado y querido historiador y devoto moleño, José Lorenzo Fernández, que tantas veces lo procesionó y quien más indagó en los aconteceres de su historia. Es de tipología gótica representando a un Cristo ya muerto y con los ojos cerrados. Se le atribuyen diversos arcaísmos como la disposición de los cabellos en surcos someros y monótonos, el tratamiento en esclavina de los pectorales y bizantismo de formas abdominales.

No se conservan los Libros de Fábrica y de Visitas Parroquiales de Muelas anteriores al siglo XVII, siendo la primera cita de 1706 haciendo referencia a las donaciones y limosnas de los devotos por sus acciones milagrosas, «velas y alcancías en reconocimiento de algunos milagros» e incluso tenía su propio rezo o cantar cuando llegaba la sequía y el agua se hacía de rogar: «Por esos clavos de acero, que tenéis en vuestras manos, de corazón os suplico, que nos reguéis los sembrados».

El día 9 de diciembre de 1710 a la hora de hacer testamento Mateo Gallego testamentó «veinte misas que se digan cantadas por el cura de dicho lugar en el altar del santo Cristo de San Esteban». Eran habituales los exvotos de los fieles por la intersección del Cristo: hasta 44 caras de cera, 19 pies, 18 manos y 10 niños también de cera había dentro de la ermita en el año de 1733 e incluso trece mortajas pertenecientes a hombres y mujeres más diez de niños.

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