Montamarta perpetúa la tradición con el Zangarrón de Reyes

Raúl Rodríguez encarna al personaje de diablillo, en la singular representación que cierra el ciclo de las mascaradas de invierno en la provincia

Raúl Rodríguez Rodríguez ha escrito una nueva página en la historia de Montamarta tras encarnar al Zangarrón de Reyes, que este sábado ha clausurado las singulares mascaradas de invierno en la provincia.

Además de cumplir un sueño, el joven quinto ha contribuido a preservar un legado que le inculcaron sus abuelos y que, con el paso del tiempo, se ha convertido en una seña de identidad de Montamarta.

Tras la representación de Año Nuevo, Rodríguez se ha enfundado el traje de Zangarrón de Reyes para recorrer las calles del pueblo y recoger los generosos aguinaldos de sus vecinos, al ritmo del constante tintineo de los cencerros atados al cinto del atuendo y provocado por sus continuos brincos, aunque también ha cumplido con los rituales que, en cada fiesta, se celebran en el entorno de la ermita de Nuestra Señora del Castillo.

Así, con sumo respeto, el joven realizó la emotiva reverencia ante la puerta del cementerio, antes de dirigirse a la ermita de Nuestra Señora del Castillo para esperar la llegada de las autoridades.

En una mañana fría, pero iluminada por los rayos de sol, Rodríguez disfrutó de una celebración para la que llevaba preparándose dos meses por la exigencia física de encarnar al Zangarrón y que se vislumbraba en su rostro durante el pequeño descanso realizado en el atrio de la iglesia, mientras autoridades y feligreses participaban en la misa de fiesta.

Una vez recuperado el aliento, accedió al interior del templo para realizar las reverencias y dirigirse el altar y, ante la imagen de la Virgen, clavó con el tridente las hogazas de pan.

El joven cumple con la tradición de pinchar con el tridente las hogazas de pan

El joven cumple con la tradición de pinchar con el tridente las hogazas de pan / J. L. Fernández

"El entrenamiento ha sido muy duro porque tenía que correr todas las noches", precisó el joven, para quien el esfuerzo previo ha merecido la pena, porque desde niño soñaba con ser el protagonista de una fiesta en la que se vuelcan los quintos y todos los vecinos de Montamarta. Además, recordó que, este año, la elección de los dos jóvenes que han encarnado al popular diablillo ha sido diferente y, en lugar de celebrar un sorteo, han sido los propios quintos los que, mediante una votación, han designado a los verdaderos protagonistas de la fiesta.

Como manda la tradición, el ritual comenzó con el acto de vestir al Zangarrón que, en el día de Reyes, luce una máscara roja en lugar de negra como en Año Nuevo. Además, el pantalón se confecciona con dos toallas de color amarillo y rojo con las que se revisten las piernas del joven, que también se adornan con coloridas flores, al igual que la careta o el pelaje.

Las diferencias en el atuendo responden, como explicó el joven, a que el Zangarrón de Reyes "representa la prosperidad, la fertilidad o la sementera que hace renacer el campo" y, por este motivo, es más colorido.

El Zangarrón, además de una fiesta señera en la provincia, contribuye a generar un sentimiento de pertenencia a Montamarta y "a colocar al pueblo en el mapa", un logro que, como confesó Rodríguez, "nos enorgullece a los quintos y, en general, a todos los vecinos del pueblo".

De hecho, incidió en la importancia de que el municipio sea valorado por tradiciones como el Zangarrón, que "se ha preservado casi intacta desde épocas prerromanas". No obstante, para el joven lo más importante es que "la gente venga a Montamarta a vivir, a disfrutar y a sentir el Zangarrón", una fiesta que, por su autenticidad, se ha consolidado como un referente en las mascaradas de invierno de la provincia.

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