El Zangarrón de Montamarta, paradigma de la tradición

Orencio Casas Contreras encarna el papel de diablo, en un ritual ancestral legado a los vecinos por sus antepasados

VÍDEO | El Zangarrón “toma” Montamarta

M. J. Cachazo

Montamarta ha revivido este lunes 1 de enero con intensa emoción la fiesta del Zangarrón, que ha vuelto a unir a sus vecinos en una comunión perfecta con la tradición legada por sus ancestros. El Zangarrón, además de una de las mascaradas de invierno más importantes de la provincia, es un emblema en Montamarta y una seña de identidad para sus vecinos que, durante toda la mañana, arropan al quinto que encarna el personaje de diablo y premian su esfuerzo con el aguinaldo y con numerosas muestras de cariño y de aliento, conscientes de su esfuerzo por preservar la tradición.

El joven Orencio Casas Contreras ha sido el encargado de dar vida al Zangarrón el primer día del año, en una jornada muy exigente a nivel físico, pero repleta de momentos inolvidables. La fiesta arrancó muy pronto para el protagonista, al que los mozos del pueblo fueron a buscar a su vivienda para acompañarle hasta la "Casa de los quintos", en la que tuvo lugar la ceremonia de enfundarse el colorido traje que identifica al Zangarrón.

A las 7.00 horas comenzó el ritual de vestir al joven que, en el primer día del nuevo año tapa su rostro con una pesada careta de color negro. Un año más, José Ramón Pérez, fue el encargado de adaptar el traje al cuerpo del joven, tarea que en esta ocasión fue más laboriosa y compleja de lo esperado por su estatura, casi dos metros.

Cerca de dos horas y media después, Orencio inició en una soleada mañana festiva su recorrido por las calles de Montamarta para, casa por casa, felicitar el año y pedir el aguinaldo a los vecinos que, una edición más, mostraron su generosidad y alentaron al joven con besos, abrazos y cariñosas palabras.

Las carreras del Zangarrón por las calles del pueblo fueron acompasadas por el insistente sonido de los cencerros y, en su mano, portó un tridente, con el que golpeó tres veces en la espalda a los mozos solteros, a los que posteriormente ofreció chorizo.

Tras un breve descanso de diez minutos para reponer fuerzas, el Zangarrón realizó las últimas visitas a las casas del pueblo antes de dirigirse a la ermita de la Virgen del Castillo, uno de los momentos más esperados por el protagonista de la mascarada. De hecho, reconoció que "enfilar el camino que conduce a la ermita supone juntarme con los vecinos del pueblo y con nuestras raíces".

En la subida a la ermita, el Zangarrón cumplió con la tradición de realizar una reverencia ante el cementerio, momento en el que evocó el recuerdo de su tío Santi, que también encarnó hace años al personaje más querido por los vecinos de Montamarta. En la puerta de la iglesia, los quintos y quintas de este año, ataviados con capa castellana negra adornada por una gran flor de colores, aguardaron la esperada llegada del Zangarrón, así como numerosos vecinos y visitantes, que se contagiaron de la esencia de una fiesta cargada de autenticidad y tradición.

Más de media hora esperó el Zangarrón la llegada de las autoridades locales a la ermita, tiempo en el que fue desafiado por otros jóvenes de Montamarta, a los que persiguió por el entorno y para los que los vecinos pedían un mayor "castigo" por sus continuas provocaciones. De rodillas y con las tradicionales venias, Orencio recibió a las autoridades en su entrada al templo, en el que fue oficiada la misa de fiesta, venias a las que siguieron otros tantos saltos. El párroco de Montamarta, Matías Pérez, "cedió" a la quinta y hermana melliza del Zangarrón, Elvira, el protagonismo en la homilía de la eucaristía, durante la que compartió con los feligreses sus "deseos" para el nuevo año.

"Protagonistas de las mascaradas de invierno"

En su alocución, la joven quinta aludió a temas de actualidad como los conflictos bélicos o la Inteligencia Artificial, aunque también incidió en la necesidad de "preservar lo que nos une y nunca lo que nos separa" y que, en el caso de Montamarta, es "nuestro querido Zangarrón". Asimismo, remarcó que la tradición ancestral que se celebra cada 1 de enero permite "revivir la comunión de un pueblo en torno a un ritual emblemático, que nos define y nos sitúa como protagonistas absolutos de las mascaradas de invierno".

Durante la ceremonia religiosa el Zangarrón se tomó un pequeño respiro en el atrio exterior de la ermita para recuperar fuerzas y recomponer pequeños desperfectos del atuendo. Desprovisto de la pesada careta y tapado con una manta para protegerse del frío, Orencio esperó pacientemente uno de los momentos más emotivos del ancestral ritual.

Arropado por familiares y vecinos, el joven accedió al interior del templo para realizar las reverencias y dirigirse el altar, con la mirada fija en la imagen de la Virgen, ante la que clavó el tridente en las hogazas de pan. Acto seguido, inició el camino de regreso al pueblo, en el que deleitó a vecinos y visitantes con las últimas y vibrantes carreras y el estruendo de los pesados cencerros.

La localidad de Tierra del Pan volverá a revivir su popular mascarada de invierno el 6 de enero, cuando el Zangarrón será encarnado por el joven Raúl Rodríguez Rodríguez. Algunas son las diferencias de la próxima representación respecto a la vivida ayer se reflejan en el atuendo, ya que las patas del pantalón serán rojas y amarillas, el blusón tendrá un mayor colorido y será decorado con cintas, mientras que la careta que cubrirá el rostro del joven será roja.

Montamarta ha logrado mantener casi intacta una fiesta enraizada en sus tradiciones y que con el paso del tiempo ha cobrado un mayor protagonismo hasta ser un referente en las mascaradas de invierno. La implicación de los vecinos y, especialmente de los quintos, ha sido clave para preservar un legado de incalculable valor.

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