¿Qué hace una escultura de sello zamorano en Antequera?
El zamorano Pedro Fernández Roales elabora esta obra en bronce para el municipio malagueño
Lope de Vega la llamó la musa antequerana o la sibila de Antequera y Francisco de Quevedo, Luis de Góngora mencionaron en sus escritos a la poeta Cristobalina Fernández de Alarcón, una autora relevante en el Siglo de Oro que escribió temática religiosa y mística, que cuenta ahora con una escultura a pie de calle en su localidad natal efectuada por el escultor zamorano Pedro Fernández Roales.
El artista recibió tiempo atrás el encargo del Ayuntamiento de Antequera para que la escritora protagonizara una nueva escultura en la ciudad.
El zamorano, que con anterioridad ha efectuado para el municipio malagueño el monumento a la Semana Santa, las esculturas de Muñoz Rojas y José María Fernández y el busto de Michael Hoskin, tenía como única referencia para el encargo un grabado, "pero realmente no sabemos si realmente era algo fidedigno, por lo que he optado por un rostro idealizado".
No obstante, "he intentado que sea una belleza contemporánea con un aspecto juvenil", explica el escultor que ha otorgado a la pieza una altura por encima de la media al tratarse de un bronce que está situado en la calle sobre una pequeña peana.
"Por carácter técnico, las obras en la calle tienen que ser más grandes que el natural, de ahí que mida 1,85 metros a lo que se unen 20 centímetros de la peana", atestigua el autor que cuenta con varias obras públicas en la provincia de Málaga.
Para la ejecución el zamorano se documentó en profundidad sobre la vida y obra de la poeta y también sobre la vestimenta de la época en la que vivió Cristobalina Fernández, quien "ganó varias justas de poesía".
En esta tarea contó con el asesoramiento del director del museo municipal de Antequera "porque había que ser muy cuidadoso" remarca el escultor quien ejemplifica que "en esta época convivían cuatro tipos de vestimentas de distintos orígenes".
Pedro Fernández Roales a partir de las características de la moda de la época, ha vestido a la autora con "un cuello lechuguilla", entre otros detalles muy mimados.
La pieza ha sido compleja porque presenta "mucho detalle y muchos relieves en la ropa, tanto en los puños como el dibujo interior de la falda", precisa. "Son piezas complicadas de modelar y de terminación", indica el zamorano.
El zamorano planteó una maqueta en arcilla de la obra, que luego llevó a escayola, pero "de esos trabajos iniciales a la obra resultante hice algunas variaciones porque hay cosas que en tamaño menor funcionan y cuando lo pasas a mayores dimensiones no lo hacen y viceversa". Con la pieza ya clara, la obra la pasó por el proceso de la cera perdida y a bronce.
La escultura de Cristobalina, situada en un lugar muy céntrico de Antequera, al inicio de la avenida principal, presenta una posición muy especial. El zamorano ha trazado una espiral, que otorga un ritmo visual a la obra. La integran la cabeza, un brazo y el libro que sostiene.
"Me gusta que en las obras todo tenga un sentido y lo que he querido representar es el momento de la inspiración. La cabeza está ligeramente levantada y la mirada ausente, y ese pensamiento, a través de la escritura de la pluma, pasa a la eternidad del libro", describe.
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