Un proyecto zamorano inspira la futura Estrategia Nacional sobre la Soledad

El ministro de Derechos Sociales, Pablo Bustinduy, destaca la investigación "Soliedad" realizada por el CENIE y la Escuela de Enfermería

En el centro, el ministro Pablo Bustinduy, junto a Elisa Sala, con el resto de participantes en la presentación. | Cedida

En el centro, el ministro Pablo Bustinduy, junto a Elisa Sala, con el resto de participantes en la presentación. | Cedida / B. Blanco García

Beatriz Blanco García

Beatriz Blanco García

El proyecto "Soliedad", llevado a cabo por el Centro Internacional de Envejecimiento (CENIE), dependiente de la Fundación General de la Universidad de Salamanca, y que ha contado con la colaboración de la Escuela de Enfermería de Zamora, ya que el estudio se ha realizado con voluntarios de la ciudad, servirá de inspiración para la puesta en marcha de la Estrategia Nacional contra la Soledad, una acción que llevará a cabo el Gobierno de España. Este anuncio lo hizo el ministro de Derechos Sociales, Consumo y Agenda 2030, Pablo Bustinduy, quien señaló que esta nueva iniciativa del Gobierno de España "servirá para hacerse cargo de la soledad promoviendo cuidados de mayor cercanía. "Tenemos que dejar atrás los tiempos de asistencialismo. Los derechos sociales no son un instrumento paliativo, sino un pilar sobre el que construir una sociedad más digna", explicó, para subrayar su "compromiso férreo" con la atención a las necesidades de las personas mayores en situación de soledad.

El propio ministro estuvo en la presentación que se realizó en Madrid del proyecto nacido en Zamora y que sirve para la prevención de la soledad y el aislamiento de la población de mayor edad. "La soledad es una cuestión de bienestar y salud que debemos abordar desde una perspectiva comunitaria y de responsabilidad institucional y políticas públicas", aseguró.

Bustinduy apuntó que este cambio de modelo de cuidados debe garantizarse "con una cooperación activa" con las comunidades autónomas en la atención a la dependencia, una tendencia que requiere que desde el Estado se siga aumentando la financiación a la dependencia, "como ya se hizo entre 2020 y 2023", recordó. En este sentido, el ministro reafirmó su objetivo de conseguir que la financiación en dependencia aumente "hasta que la aportación del Estado alcance el 50% del total en cada región", calculó.

La propia Elisa Sala, investigadora principal del proyecto "Soliedad" —que ha contado con la colaboración de Regina Martínez y el liderazgo de la Escuela de Enfermería del Campus Viriato de Zamora— fue la encargada de presentar el estudio en Madrid, concretamente en la Casa de América.

Sala expuso las principales conclusiones del informe, destacando que con estos resultados "ahora el paso siguiente es seguir trabajando a partir de los activos y los aprendizajes generados". Entre ellos están los espacios intergeneracionales "donde los más mayores y los más jóvenes deciden conjuntamente qué actividades y proyectos realizar. Estamos obteniendo aprendizajes muy útiles en términos de generatividad, empoderamiento y cobertura de expectativas relacionales de las personas". No dejó pasar la ocasión para poner en valor el rol que jugaron los voluntarios senior y junior en todo el proceso de ejecución del proyecto. "Sin ellos, nada de lo que estamos haciendo sería posible", agradeció.

La investigación se centró en "abordar la soledad de forma específica y directa, con un enfoque de políticas públicas, atendiendo a la complejidad del fenómeno en el territorio y abordando la vivencia de las personas de forma concreta, en el entorno social y comunitario en el que desarrollan sus vida", a través de una investigación de acción participativa.

El número de personas interesadas "superó todas las expectativas"

La investigadora del estudio "Soliedad", Elisa Sala, reconoce que el número de participantes en este proyecto "superó todas las expectativas". Según detalla el propio informe, "el volumen de personas interesadas en el proyecto ha superado las previsiones. En un inicio, esperábamos llegar a un número de 24 personas, pero se inscribieron un total de 60 personas y como consecuencia de la demanda, hubo que plantear un primer ciclo de intervención con 40 personas, y un segundo ciclo de intervención con 20 personas", se detalla.

De esta manera, la intervención se llevó a cabo a un mayor número de personas, de las cuales, la mayoría fueron mujeres (67,86%). Esto coincide con que "hoy en día, el simple hecho de ser mujer y mayor aumenta el riesgo de sentir soledad". Por su parte, la edad de las personas participantes se ubicó entre los 60 y los 93 años, siendo la media de 76,85 años. En cuanto al estado civil, la mayoría de las personas son viudas (57%), un 25% está en pareja, un 11% divorciadas y un 7% solteras. "Estos datos coinciden con los datos de otras investigaciones, ya que indican que la prevalencia del sentimiento aumenta con la viudedad y entre las personas solteras y aquellas divorciadas o separadas, la prevalencia tiende a ser más alta entre las divorciadas o separadas". A su vez, la gran mayoría de las personas que participaron en el proyecto viven solas (64%). En cuanto a los estudios, el 40% tienen solo Educación Primaria y solo un 21% estudios universitarios.

Un decálogo al abrigo del informe realizado en la ciudad

El acto en Madrid también sirvió para presentar el documento "Abordar la soledad desde la comunidad. Un decálogo para la acción", donde se recogen los aprendizajes de la intervención pionera a nivel mundial que se desarrolló en Zamora. La primera premisa se centra en que la comunidad, "entendida como ecosistema de relaciones, emociones y referencias comunes", es un activo contra la soledad, para continuar con que la reciprocidad es motor esencial de las relaciones.

El tercer punto se basa en el proceso "que, por sí mismo, es un potente agente transformador, ya que en cualquier acción comunitaria, tan importante es el proceso como el resultado final". El cuarto punto del decálogo hablar de que el proceso comunitario es siempre un proceso vivo "regido por múltiples voces". También se valora la infraestructura social como un bien común extraordinario, "con servicios, entornos y espacios sólidos, saludables y adaptados a las necesidades de la población y el territorio" y se pone en el foco un liderazgo comunitario "fuerte y ejercido por una figura conocida y reconocida por la comunidad". Como séptimo punto se señala la prevención, "trascendiendo de una lógica paliativa a una lógica preventiva". Una mirada "abierta" a la soledad y sensibilizar "sin estigmatizar" se suman a este decálogo, que se cierra con "más tiempo, más redes, más densas", para garantizar intervenciones duraderas.

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