Las pioneras de la arqueología, reconocidas en Zamora

Los nombres de las zamoranas Felipa Niño y Ursicina Martínez figuran en un monolito en el Museo Arqueológico Nacional

Cuatro de los hijos de Ursicina Martínez junto al monolito instalado en los jardines del MAN.

Cuatro de los hijos de Ursicina Martínez junto al monolito instalado en los jardines del MAN. / Cedida

Natalia Sánchez

Natalia Sánchez

Un reconocimiento a las 50 mujeres que abrieron la senda de la arqueología en España les ha tributado el Museo Arqueológico Nacional. Entre esas pioneras figuran las zamoranas Felipa Niño Mas y Ursicina Martínez Gallego, cuyos nombres y los de sus compañeras, figuran en una placa instalada en un monolito en el jardín del centro rebautizado como de las arqueólogas.

En la parte baja del tótem junto a la enumeración de los nombres, hay un QR que brinda la posibilidad de ver los datos biográficos más relevantes de estas mujeres.

Descubrimiento del monolito por parte de responsables del Museo Arqueológico Nacional.

Descubrimiento del monolito por parte de responsables del Museo Arqueológico Nacional. / Cedida

"Nos avisaron del homenaje las actuales responsables del museo y para nosotros ha sido un verdadero honor que hayan reconocido a nuestra madre como una de las pioneras en la arqueología en este país", explica Fernando Primo hijo de Ursicina Martínez.

Felipa Nieto Mas, natural de Benavente y se educó en Madrid. Licenciada en Filosofía y Letras y doctora en Historia por la Universidad Central, tras aspirar a dar clase en Secundaria, finalmente en 1930 sacó la oposición al cuerpo de archiveros y trabajó en el Museo Arqueológico Nacional, MAN, hasta su jubilación.

La experta Ana Azor Lacasta en el artículo "Pioneras de la museología en España. Cinco mujeres que abrieron la puerta de los museos arqueológicos" publicado en la revista Arenal de la Universidad de Granada ,indica que esta mujer "permaneció en el MAN (...) y fue testigo de la retirada de numerosas piezas de metales preciosos para su traslado a Valencia punto a otros bienes del Patrimonio Artístico Nacional". Concluida la contienda y las tras el proceso de depuración, siguió trabajando en el centro nacional.

Por su parte Ursicina Martínez Gallego, desde muy joven tuvo la determinación de una carrera superior y en concreto de arqueología. Licenciada en Filosofía y Letras por la Universidad Central, tras sacar la oposición en 1931, pasó por el Museo Nacional de Arqueología "donde estuvo poco tiempo" rememora Fernando Primo.

Posteriormente la zamorana pasó al Museo Arqueológico de León, ubicado en el antiguo convento de San Marcos, donde trabajó hasta 1941 intensamente para que fuera una sede digna. Con su tenacidad se presentó, con una carta de recomendación, ante el ministro de Instrucción Pública, Filiberto Villalobos que le otorgó 150.000 pesetas de entonces para ampliar el museo, un propósito que la guerra truncaría, describe en su artículo Azor.

Tras casarte pidió el traslado a Zamora, donde es recordada por muchos como la primera directora de la Biblioteca Pública y por impartir clases de Latín en el Claudio Moyano durante 30 años.

Su apoyo a la cultura hizo que desde hace varios años cuente con una placa en unos jardines que llevan su nombre donde recientemente alguien situó "un bello centro", un detalle que "agradece la familia".

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