La leyenda de Zamora sobre el lobo que renegó de sus instintos

Dos ejemplares de lobo en la Sierra de la Culebra.

Dos ejemplares de lobo en la Sierra de la Culebra. / E. F.

P. O.

Zamora es tierra de leyendas, parábolas y enigmas que arrastra la historia mezclada con la imaginación y el boca a boca.

Hoy os contamos la peculiar historia de un lobo que, harto de ser señalado por todos, decidió en Zamora un buen día no comer ni matar más a ningún animal.

Su hambre era tal que le confesó su malestar a un cura: "Tengo tantísima hambre", le dijo al sacerdote el lobo. Tras esta confesión, se encontró con una burra, una yegua, un carnero y un potrillo, que consiguieron salvarse de morir entre los dientes del cánido. Después se topó con una lechona que iba con sus crías. El lobo le dijo que ya no comía a los animales y que podía tranquilamente quitarle la argolla del hocico puesto que ya no lo necesitaba.

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Vistas sus buenas intenciones, se liberó de los aros en su boca. Justo en ese momento el lobo no pudo resistir el hambre y cuando se disponía a devorar a madre y sus crías, cayó por arte de magia por la ladera y lo encontró un hombre que lo acabó matando de un hachazo en la cabeza.

Moraleja: ir contra la naturaleza y los instintos naturales es una lucha perdida.