El Museo de Zamora, primera obra del fructífero tándem Tuñón-Mansilla

El arquitecto participó en el ciclo de conferencias del XXV Aniversario

El arquitecto Emilio Tuñón, en el Museo de Zamora

El arquitecto Emilio Tuñón, en el Museo de Zamora / ANA BURRIEZA

Carlos Gil Andrés

Carlos Gil Andrés

"La primera obra que hicimos Mansilla y Tuñón que es el Museo de Zamora y la última, el de las Colecciones Reales". Fue el hilo conductor del arquitecto autor del Museo de Zamora, que abrió el ciclo de conferencias organizado con motivo del 25 aniversario.

Unas obras que comparten rasgos: "son dos museos creados ex novo, existen las colecciones pero no existen las sedes. Son bonitos los dos, están en el límite de la ciudad que marca la muralla, y a distintos niveles de la ciudad, uno en el barrio bajo y el otro en alto de la ciudad. Se nos ocurre una situación programática digamos geográfica y topográfica similar y los dos tienen ese problema de ser museos que han sido construidos desde cero".

El papel de Rosario García

Tuñón cree que el secreto del éxito de una obra que reportó premios y reconocimiento a sus autores estuvo en que "fue una colaboración muy interesante con la directora, Rosario García Rozas, se trabajó con mucho cuidado y con un presupuesto muy bajo: el metro cuadrado salió al mismo precio que un metro cuadrado de vivienda de protección oficial, cuando tiene alturas de hasta nueve metros en algunos sitios y construyéndose en piedra. Es decir, se hizo una construcción buena y sin embargo conseguimos que el presupuesto fuera muy bajo". Ilusión tiempo, trabajo y "buena colaboración con la propiedad" suplieron la falta de presupuesto.

Destaca la figura de Rosario García Rozas: "Es mucha responsabilidad para un director construir un museo que no existe, porque se encuentra con una discusión digamos académica compleja, siempre está la duda de si se hará bien o mal, uno queda muy expuesto y Rosario fue muy valiente acometiendo este proyecto que fue muy bonito".

"Nos conocían"

En aquel entonces, hace 25 años, no estaba tan en boga que se convocaran concursos de proyecto y obra para elegir los arquitectos para un inmueble singular.

"Yo había trabajado en el Ministerio de Cultura con muchos temas de museos y pensaron que éramos los arquitectos óptimos para este proyecto. Mandamos el currículum, la propuesta económica, como otros arquitectos, y nos eligieron, quizá porque nos conocían, porque yo había trabajado ya para el Ministerio de Cultura dos años y había trabajado con Moneo otros dos años".

Emilio Tuñón, con Rosario García Rozas en el ciclo de conferencias del XXV aniversario del Museo

Emilio Tuñón, con Rosario García Rozas en el ciclo de conferencias del XXV aniversario del Museo / ANA BURRIEZA

Una de las claves fue colocar el inmenso edificio en pleno corazón antiguo de la ciudad sin que chirriase. "Es una operación ejemplar de incorporación de la arquitectura contemporánea a la arquitectura de un casco histórico. Quizá a partir de ahí nos convertimos en expertos en eso, todas las obras que hemos hecho en Cáceres después, en León o Madrid todas son problemas similares, cómo incorporar un programa contemporáneo con una arquitectura contemporánea pero que a la vez sea respetuosa con el lugar, que establezca vínculos con la historia del lugar, la memoria, la materialidad, con la escala. Eso requiere generosidad por todas las partes".

Veletas y Tesoro

¿Como ha envejecido el Museo?. "En Estados Unidos el marco temporal de toda la arquitectura que se hace son 25 años, aquí en España son 50. Entonces, el edificio está perfectamente, con 25 años y con lo que ha costado, de maravilla"

Lo que más le gusta del Museo: "Las dos veletas son estupendas, la Gobierna y el Peromato, tienen algo de objeto que se saca de un sitio y se lleva a la altura de los ojos y se convierte en otra cosa. Me gustan mucho los mosaicos romanos suspendidos y evidentemente el tesoro de Arrabalde que es maravilloso y la pieza que se hizo para acogerlo porque es muy precisa también".

Lobo, en el Castillo

Emilio Tuñón cree que el Museo de Baltasar Lobo quedaría muy bien en el Castillo. "La colección es tan bonita que en cualquier sitio quedaría bien. Pero evidentemente si tu pones esa obra en una arquitectura contemporánea va a ser un desastre.

Y en el Castillo "no solamente creo que puede quedar bien sino que es el mejor sitio donde se puede poner y las piezas que tiene esa modernidad un poco clásica quedan bien. La escultura lo bueno que tiene es que resiste mejor las condiciones termodinámicas que para otras obras de arte son muy complejas. Puede estar en un palacio o en un castillo con una cierta naturalidad, apuesto por ello".

Tuñón es de los que piensa que "Zamora está muy bien valorada por todo el mundo. Me parecen maravillosos los museos, me parece fantásticas las iglesias románicas aunque son un poco tardías, me parece una ciudad con un encanto bestial. Yo creo que todo el mundo que la conoce la valora y está bien que vengan los turistas, pero los que tienen que venir, tampoco a miles una cosa antinatural, mira Barcelona. Morir de éxito es lo peor que te puede ocurrir".

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