Un cantautor en el Palacio de Justicia

Ródriaz, el famoso músico y funcionario del Juzgado de lo Penal, logra más de 12.700 visitas con una de sus últimas canciones en el canal de YouTube que creó hace un año

Ródriaz graba el tema «¿Cómo no me voy a olvidar?» en el mítico Café Numancia en octubre de 2022. | Cedida

Ródriaz graba el tema «¿Cómo no me voy a olvidar?» en el mítico Café Numancia en octubre de 2022. | Cedida / Susana Arizaga

"¿No le has escuchado?". La pregunta corrió rápido por los pasillos de los juzgados de Zamora en octubre pasado. Entre estos funcionarios con fama de serios y ceremoniosos había un cantautor "y muy bueno": Ródriaz. La curiosidad, el cotilleo, dieron paso a un público que trasciende a familia y amigos. O eso, al menos, parecen indicar las 12.713 visualizaciones de su canción "Una cita perfecta" colgada en su canal de YouTube junto a la letra recientemente. Y van ya 18 temas tras su primer disco "Malquerencias" de marzo de 2022 y su "Pagafantas" que tuvo su eco, acumuló casi 3.000 visitas hablando del amor y del desamor. Ródriaz ha logrado hasta cien visualizaciones de un tema en la primera hora de publicación cuando acababa de crear el canal. Eso le animó a continuar y a colgar las canciones en su Instagram y en TickTock.

El cantautor en la portada de su primer disco «Malquerencias». | Cedida

El cantautor en la portada de su primer disco «Malquerencias». / Cedida

El éxito le ha seguido sonriendo con el nuevo disco "Quimera y Oleaje", presentado en octubre de 2022, con cuyo tema "No me atreví" logró 7.000 visualizaciones en 15 días. La autoproducción de quien se define como "artesano de la música" parece ir consolidándole como artista, aunque confiesa que "no tengo ningún objetivo concreto. Siempre he compuesto por necesidad".

Sí se ha propuesto crear una banda "para hacer directos en bares". Echa de menos esos tiempos en los que tenía su propio grupo, "éramos cinco". Ahora se apaña en su pequeño estudio casero, "tengo una batería eléctrica, la guitarra, el bajo y el teclado. Las voces las hago yo todas, los agudos y los graves".

Auxiliar del Juzgado de lo Penal de Zamora de 8.00 a 15.00 horas, este joven que se define como "apasionado de la música", cuyas composiciones entre románticas y canallas recuerdan a su admirado Joaquín Sabina, "le cogí como norte", tiene un amplio y variado palmarés entre sus referentes, desde lo más crítico y alternativo como el zamorano Javier Krahe, al desgarro de Antonio Vega y Enrique Urquijo.

Portada de su último trabajo compuesta por el propio músico. | Cedida

Portada de su último trabajo compuesta por el propio músico. | Cedida / Susana Arizaga

A todos ellos suena un poco cuando se pone a la guitarra, el instrumento que comenzó a tocar de la mano de su hermano "con diez u once años. Él era bajista y yo le hacía los acordes", recuerda. Mamó la música en casa, "tengo cuatro hermanos y todos son músicos", y con gustos muy distintos Loquillo, Barón Rojo y Los Burning; Luz Casal, pasando por el inconformismo y la crítica social del punk rock de Reincidentes o Porretas, ahí están sus temas sociales como "Vidas injustas".

Ródriaz conoce bien esas profundidades, el lado más oscuro de las personas está muy presente en el trabajo, "¡ojo la vida que hay alrededor!", declara mientras recuerda que la sala de juicios en la que él es el funcionario de auxilio le permite ver "un caso de maltrato, la historia de otro que termina en Topas...".

Durante seis años, Ródriaz, que estudió Bellas Artes, intentó vivir de esta vocación muy temprana, "en primero o segundo de la ESO ya escribí un cacho verso. Escribo desde siempre, cuando empecé con la música". Una actividad que llegó a compaginar siendo muy joven con un grupo con el que tocaba en salas, "llegamos a tener tres conciertos a la semana".

A los 17 años se bautizó en una orquesta como guitarra, pero "era un horror porque se pagaba mal y desde octubre y hasta Carnaval no había contratos. Hacíamos 70 o 80 galas al año, la mayoría en verano". Y, a la par, "monté mi propio grupo Iñakis’s Band, teníamos pintas de borroquillas, éramos alternativos, tocábamos blues, luego rock and roll, variábamos el estilo y yo creo que por eso teníamos éxito".

La cruda realidad se impuso a los cinco años y le obligó a hincar los codos para opositar al Ministerio de Justicia para poder sobrevivir, aunque su faceta como cantautor continúa siendo imprescindible en su vida, forma parte de su día a día. Aunque echa en falta ofrecer más conciertos, desde su canal de YouTube se comunica con sus seguidores para anunciar y promocionar sus nuevos temas, sus discos, dos ya en un año y medio, y tiene material para rato. "Me gusta el movimiento de la música en vivo, estar entre el público, interactuar con él". Por eso los conciertos en vivo en bares le pirran.

Tiene encandilados a sus compañeros y sus compañeras, pendientes del próximo tema que colgará en Internet. Está encantado de conseguir que quien le escucha pueda identificarse con las pequeñas historias cotidianas que cuenta, la mayoría relacionadas con el amor y el desamor, o aquellas que tienen un punto más desenfado, aunque lleven su mensaje siempre.

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"La música es una terapia, es también un juego" con el que Ródriaz consigue desahogarse, "y si me escucha alguien, pues bien", pero ni se plantea poder sacar rendimiento a su trabajo musical del que suele realizar los videoclips que describen las historias que relata en sus letras, como el que grabó para el tema "Cómo no me voy a olvidar" en el Café Numancia poco antes de que su dueño, Miguel Fernández, falleciera. Fue uno de los temas más vistos.

En los juzgados trató de mantener con discreción esta faceta artística, pero fue imposible. Este vecino del barrio de San José Obrero, nacido y criado en Salamanca, desde don de llegó, hace las carátulas de sus canciones, de algo le sirvió pasar por la Facultad de Bellas Artes, donde se formó, aunque la música ha ocupado toda su vida, es un amor incondicional.

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