Entrevista | María del Mar Gallego Matellán Psicóloga infanto-juvenil de Zamora

"El acompañamiento psicológico en el proceso de cambio de sexo es esencial"

"Los padres tienen que adaptarse, son los grandes olvidados: tienen que hacer un duelo por ese hijo o hija que pierden cuando ya hay un cambio manifiesto, hay que trabajarlo con ellos"

María del Mar Gallego Matellán, profesional experta en psicología infanto-juvenil. | Cedida

María del Mar Gallego Matellán, profesional experta en psicología infanto-juvenil. | Cedida / Susana Arizaga

La forma de adolescentes y jóvenes de vivir, de sentir e identificarse con el sexo ha tenido una evolución impensable hace solo una década, ni siquiera en los congresos se abordaba esta cuestión, indica la psicóloga infanto-juvenil, la zamorana María del Mar Gallego Matellán. Está muy lejos del encasillamiento de una sociedad adulta que tipifica la diversidad sexual, a lo sumo, como hombre, mujer, gay y lesbiana. A los 6 años, un niño o una niña tiene ya una percepción de su identidad sexual, una edad a la que ya puede darse una identidad psicológica que no concuerde con el sexo con el que se ha nacido. La experta advierte de la importancia de acompañar psicológicamente en el proceso de transformación a estas personas y del peligro de la confusión en adolescentes debido a la potente corriente cultural que existe al respecto. La necesidad de trabajar con los padres y las madres, "los grandes olvidados", en estos procesos es otra de las reflexiones que hace.

–Hay niños y niñas que desde edad muy temprana se identifican con un sexo diferente, ¿es más común de lo que se conoce?

–La sensación personal de sentirse del sexo masculino o femenino, hombre o mujer, es lo que determina la identidad de género. Esta percepción se construye en la infancia, alrededor de los 6 años. Por tanto, a esta edad ya puede darse una identidad psicológica no acorde al sexo anatómico.

"Una tasa significativa de niños y niñas prepuberales que dicen sentirse del sexo contrario, cuando llegan a la adolescencia no continuarán sintiendo esa misma sensación, según indican los estudios, por eso hay que ser prudentes"

–Existe una creencia muy extendida en la sociedad de que los menores de edad no pueden decidir con suficiente criterio sobre su orientación sexual, ¿qué le dice su experiencia como profesional?

–En este sentido, hay que ser prudentes. Los estudios nos indican que una tasa significativa de niños y niñas prepuberales que dicen sentirse del sexo contrario al de nacimiento no seguirá experimentando esta sensación en la adolescencia. Por ello, es muy importante seguir de cerca cada caso, individualizarlo y que cada joven sea acompañado en el proceso. Hay una corriente cultural muy potente que puede confundir a algunos adolescentes en un momento de especial vulnerabilidad.

–¿A qué conflictos personales se enfrentan a una edad infantil o adolescente estas personas que no encajan en su propio cuerpo?

–Si hablamos de disforia de género, que es él término clínico para definirlo, representa un elevado malestar a nivel emocional y puede interferir en las relaciones sociales o en el funcionamiento académico.

–¿Cuando menores de edad piden someterse al programa de hormonación, a la vaginoplastia o a la faloplastia, cree que es necesario acompañarles con profesionales como usted, de la psicología, y de otras disciplinas?

–Precisamente la inclusión como criterio diagnóstico facilita la atención a las personas que atraviesan esta situación, también a los menores. Requieren de una intervención multidisciplinar, no solo psicológica sino también un seguimiento por parte de psiquiatría y la intervención del endocrino. La parte quirúrgica estaría al final del proceso, no quiere decir que todas las personas con disforia de género vayan a solicitar esa intervención.

"Existe una corriente cultural muy potente que puede confundir a los adolescentes en un momento de especial vulnerabilidad en general"

–No deja de haber personas que estigmatizan a este colectivo cuando no se ha llegado a la mayoría de edad, que califican de estrambótica, como una moda, esa decisión, ¿cuál es su punto de vista?

–Como en otros muchos aspectos que generan rechazo, creo que esa estigmatización no depende de la edad de la persona que expresa este deseo de cambio sino de la falta de respeto del entorno.

La psicóloga zamorana tras la entrevista. | Luisma Murias

La psicóloga zamorana tras la entrevista. | Luisma Murias / Susana Arizaga

–No todas las familias aceptan transitar junto a sus hijos o hijas en esa búsqueda de identidad sexual que rompe con el estereotipo dual: eres hombre, eres mujer. ¿Cómo salvar esa barrera?

–Sin duda, las familias también necesitan acompañamiento psicológico en este camino. A diferencia del sexo anatómico que se puede identificar externamente, la identidad de género es interna, esto choca con la trayectoria de vida que ha llevado la familia y para los padres puede ser muy duro renunciar a ese hijo o hija tal y como lo han conocido hasta ahora. También es necesario este reconocimiento para los padres.

–La Ley dice que los menores de 14 a 16 años deben contar con la aprobación de sus tutores legales, del padre y la madre, para cambiar de sexo en el Registro, no sé si para hormonarse también.

–Cualquier intervención clínica, requiere de la aprobación firmada de los progenitores antes de los 16 años.

–Desde su experiencia profesional, ¿a qué edad se puede tener completamente clara esa orientación?

–La sensación personal de sentirse del sexo masculino o femenino, hombre o mujer, es lo que determina la identidad de género. Esta percepción se construye en la infancia y es estable alrededor de los 6 años. Por tanto, a esta edad ya puede darse una identidad psicológica no acorde al sexo anatómico. En la atención a pacientes en el área infanto-juvenil , cuando hablamos de menores con síntomas relativos a su identidad de género, hay que tener muy presente que hablamos de sujetos endesarrollo esto implica que todo en lo que está inmerso el menor es cambiante e inestable.

"La Ley Trans es un factor protector, ampara los derechos de las personas trans y LGTBI, ha sido un paso muy importante para quienes se sienten atrapados en un cuerpo con el que no se identifican"

–¿Qué diferencia hay entre disforia y orientación sexual?

–La disforia de género , aparece como un malestar psicológico por el choque entre el género asignado al nacer y el sentimiento que tiene la persona con respecto a ese género. La orientación sexual parte del sentimiento hacia otra persona y la atracción que se siente hacia ella en términos de pareja.

–¿Las personas LGTNIQ+ se siguen sintiendo etiquetadas por la sociedad?

–Hay diversos testimonios en los que se informa de que la etiqueta estigmatizante sigue estando presente. Aunque cada vez cobra más fuerza normalizar la diversidad.

–¿Los adolescentes no son demasiado vulnerables a esa edad de cambios, de experimentar como decía usted, como para tener claro qué desean?

–La identidad de género es una vivencia subjetiva que cobra fuerza con el paso del tiempo. Es necesario discernir si las necesidades del joven tienen que ver con el género o, más bien, con el proceso de reafirmación de su personalidad, propio de la edad en la que se encuentra.

“Es tan doloroso volver atrás como iniciar el proceso de transformación sexual»

–¿Los padres y las madres cómo gestionan estas situaciones, ha habido una evolución?

–La vivencia de la familia es un punto crucial, necesitan adaptar ideas relativas a la imagen del hijo o de la hija y, a menudo, también adaptar el tipo de vínculo o relación construida con un hijo o hija. Esta experiencia que se ha creado a lo largo del tiempo también va a necesitar tiempo para que puedan acostumbrarse a la nueva identidad.

–¿A esos adultos les resultará difícil cambiar la forma de pensar?

–Pedirles cambiar puede resultar muy imperativo, por el contrario, la realidad es que necesitan adaptarse. En la relación filopaternal prima el amor, los padres quieren lo mejor para tus hijos e hijas, quieren que sean felices y estén bien.

–¿No hay casos en los que estas decisiones de hijos o hijas generan rechazo?

–La corriente y lo que se impone es el respeto. En la actualidad, las distintas opciones de diversidad sexual están muy presentes y los padres cuentan con que puede ocurrir. Claro está que habrá familias en las que resulte doloroso asimilar esta decisión.

–¿Es necesario trabajar con la familia?

–Desde mi enfoque terapéutico, la familia siempre está incluida, sea cual sea la casuística que llegue a la consulta.

"Los padres tienen que adaptarse, son los grandes olvidados: tienen que hacer un duelo por ese hijo o hija que pierden cuando ya hay un cambio manifiesto, hay que trabajarlo con ellos"

–¿Hay cada vez más demanda de apoyo psicológico?

–En los últimos años ha aumentado significativamente. Al mismo tiempo, en los foros profesionales, tanto en congresos como en seminarios específicos se ha incrementado la formación acerca de la identidad de género con el objetivo de dar una respuesta eficaz a esta demanda.

–¿La sociedad zamorana es un medio especialmente duro para poder vivir libremente la sexualidad para el colectivo LGTBIQ+?

–España es un país que favorece la expresión y aceptación de este colectivo, hace una gran inversión en campañas de concienciación, no tengo datos de que en Zamora sea especialmente difícil la integración.

–El cuestionamiento social constante a estas personas, ¿que esconde detrás?, ¿hay miedos a romper con esa normalidad estructural que define qué es normal?

–En el grupo de edad con el que yo trabajo, la aceptación es la norma. La adolescencia es una etapa para experimentar y descubrir novedades. Esto encaja también en el tema sexual, los y las jóvenes pueden expresarse abiertamente en este sentido con su grupo de iguales y elegir expresar su identidad sexual abiertamente. Las faltas de respeto, el aislamiento social y el hostigamiento puede ser vivido también por otros adolescentes que no están en una situación que les señale por su identidad de género. Mi percepción es que a estas alturas impera la aceptación de las distintas expresiones, hay tolerancia social tanto de identidad género o de orientación sexual, como en las distintas manifestaciones estéticas que acompañan a estas opciones.

–¿Es imprescindible emprender acciones, programas educativos, en los colegios para respetar la diversidad y normalizarla?

–Ya se está haciendo. De hecho, los institutos siguen un protocolo que facilita el reconocimiento y la integración de los menores que han emprendido el camino hacia el cambio de género.

"A diferencia del sexo anatómico, la identidad de género es interna y choca con la trayectoria de vida que ha llevado la familia, puede ser muy duro para los padres renunciar al hijo o hija que han conocido antes"

–¿La ley Trans ha supuesto un paso adelante para personas que se sienten atrapados en un cuerpo que no es el suyo?

–Obvio. Esta ley ampara los derechos de las personas trans y de las personas LGTBI, esta ley es un factor protector.

–¿Muchas de estas personas deciden dar marcha atrás en su transformación física cuando ha terminado el proceso?

–Parte de ellos, pero no tengo datos estadísticos al respecto. Por eso es tan importante ser cuidadosos y hacer un acompañamiento longitudinal del proceso porque es tan doloroso volver atrás como iniciarlo.

–Hay muchas formas de querer, ¿eso es lo que tenemos que aprender las personas de otras generaciones?

–Como en otras manifestaciones sociales, requiere habituarse. Lo que estamos viviendo ahora también obedece a una manifestación cultural y aquí hay que ser cautos para que los jóvenes no se identifiquen con criterios diágnosticos que están lejos de su realidad.

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