Elecciones municipales

Zamora, desde la margen izquierda: lo cotidiano destierra a lo rimbombante

Los habitantes de Pinilla, Cabañales o San Frontis piden atención a la limpieza, al arreglo de aceras o al estado del puente de Hierro

Una calle de Pinilla, este lunes. |

Una calle de Pinilla, este lunes. | / José Luis Fernández

Pinilla se despereza sin prisas en otro luminoso día de mayo. Al pie del puente de Hierro, el rumor del río se mezcla con el ruido de los semáforos, el canto de los pájaros y los ecos de un tráfico escaso. Muchos de los que caminan lo hacen rumbo a la margen derecha, aunque algunos se desvían también hacia los bares, en busca del primer café. Quienes eligen el Sayago, en el corazón del barrio, se encuentran con una dosis extra de energía, la que les aporta Dori. Esta mujer habla con desparpajo y fuerza mientras sirve con soltura las bebidas y las tapas para los currantes que se apoyan en la barra en busca de un respiro temprano en la tarea.

La hostelera apenas se toma unos segundos para pensar cuando se le pregunta sobre las necesidades del barrio desde el punto de vista de las competencias municipales: "Habría que arreglar varias aceras. Si pasas por algunas calles verás como están rotas", arranca Dori, antes de señalar el peligro de algunas papeleras que sobresalen demasiado hacia la carretera o de apuntar que el descuido y los perros se apoderan más de lo debido del parque que ve desde la ventana del bar. Antes de enviar al periodista en busca de pruebas de su testimonio, la mujer cita a Artemio Pérez, el presidente de la asociación de vecinos, como artífice de que algunos otros problemas se hayan resuelto. No será la única que mencione su nombre.

También lo hace Andrés Alejo, que respira primavera en un banco situado a unos metros del bar. Este vecino de la calle San Francisco se expresa con calma, sin elevar la voz, y toma una posición que podría considerarse como el denominador común de las personas consultadas en este barrio y en la margen izquierda en general: algunas cosas como la limpieza, la vigilancia de la recogida de los excrementos de los perros o el asfaltado "podrían hacerse mejor", pero la mayoría evita palabras gruesas o gritos en el cielo. Será cuestión de carácter.

Por supuesto, tampoco falta algún toque de vehemencia. Una buena cantidad la aporta Paula, una veterana vecina de la calle Arcenillas que provoca, con su análisis mordaz, la risa de la comerciante que participa en la conversación. "Yo me encontraba mucho con el alcalde antes de que lo fuera y me decía que iba a hacer esto y lo otro, pero al final no ha hecho nada", apunta esta mujer, que elogia la labor que hizo en su día por el barrio Andrés Luis Calvo y que enumera los problemas con las aceras, con la ubicación de los contenedores y con el puente de Hierro.

La ciudad, desde la margen izquierda: lo cotidiano destierra a lo rimbombante

La ciudad, desde la margen izquierda: lo cotidiano destierra a lo rimbombante / Manuel Herrera

Ese último lamento también encuentra eco en otras voces del barrio. Los tablones de la pasarela peatonal están sueltos y en algunos puntos se puede ver el Duero a través de pequeños boquetes. Esas quejas por el tránsito a pie contrastan con la buena opinión que tienen los vecinos del transporte público. Con el autobús no hay problema.

En lo tocante al tráfico rodado, esta zona queda lejos de la polémica que afecta a la zona centro, pero siempre hay quien se apunta a sacar el tema. La encargada aquí es Mariana Dinu, responsable de un negocio en una de las calles que conecta Pinilla con Cabañales. "Las ciudades son para trabajar, para andar está el pueblo", defiende esta mujer. A unos metros, un jubilado que se dirige a su casa pone el contrapunto: "Todo está fenómeno por aquí".

La ciudad, desde la margen izquierda: lo cotidiano destierra a lo rimbombante

La ciudad, desde la margen izquierda: lo cotidiano destierra a lo rimbombante / Manuel Herrera

En la entrada del Puente de Piedra, Antonio Bolarín ofrece una versión algo más neutral de la realidad. Este vecino de Cabañales observa algunas deficiencias en la zona del río, como la falta de limpieza o de cuidado de las zonas verdes, pero reconoce también que una parte de la culpa debe recaer en la falta de civismo del ciudadano, a la par que admite que el centro de la capital tiene mejor aspecto. En su opinión, un poco más de atención a estos barrios de la margen izquierda bastaría para corregir determinados desperfectos.

29 años en su tienda de San Frontis

Por ahí discurre igualmente el discurso de Mila, ya en la parte de San Frontis. La dueña de la tienda del barrio desde hace 29 años lo ve todo o casi todo desde la privilegiada posición que le otorga el contacto diario con muchas de las familias que pueblan el entorno. Con esa perspectiva, la comerciante apunta que "los jardines podrían estar más cuidados" o que "los servicios de limpieza pasan solo de vez en cuando". "Solo vienen los jueves", completa una clienta antes de llevarse el pan.

"Por lo demás, todo está bien", reflexiona Mila, aunque a medida que se prolonga la conversación van surgiendo algunas cosas más. Una de ellas, quizá la que más entristece a la responsable del negocio, no tiene que ver directamente con la gestión municipal, pero afecta al barrio y a su forma de vida: "Cada vez queda menos gente en esta parte de las casas bajas. Las personas mayores se van muriendo y las calles se vacían", lamenta la comerciante, que explica que, en algunos casos, los herederos piden demasiado dinero por unas viviendas que necesitan reformas.

En cuanto al resto, la crítica gira siempre en torno a la limpieza y se transforma en buenas palabras cuando se apunta de nuevo al autobús urbano que pasa por el barrio o a la zona de la playa cercana: "La han acondicionado y ahora tenemos un socorrista", destaca Mila, que reconoce que, cuando se produce algún problema con alguna farola o se necesitan más pasos de cebra, la respuesta llega.

Asfaltado para todos

Unos metros más arriba, el responsable del bar La Cantina regresa al asunto de la limpieza como gran caballo de batalla para el barrio y añade otro asunto: el del asfaltado. Algunos de sus clientes se quejan de que esas mejoras llegan "siempre a las mismas calles" y olvidan en ocasiones a las pequeñas, a pesar del volumen de inversión que ha destinado el equipo de Gobierno municipal en los últimos años para arreglar el firme de decenas de vías de la capital.

En realidad, más allá de temas generales, cada vecino tiene una percepción de la realidad y de la gestión municipal. De hecho, otras personas consultadas para este reportaje desvían el mensaje directamente a otros asuntos relacionados con el mercado laboral, con la inflación y con las circunstancias económicas que castigan a muchas familias de la margen izquierda. Pero esa es otra película. De momento, al este lado del río, tendrán que juzgar el 28M si el Ayuntamiento debe seguir en las mismas manos o si les conviene otro cantar.

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