Cincuenta vidas para aprender, empatizar y explorar el futuro

Profesionales se convierten en «Bliblioteca Humana» para compartir retos laborales y personales con el alumnado del María de Molina

La bailarina zamorana de danza contemporánea, Andrea Paniagua, conversa con estudiantes del María de Molina.

La bailarina zamorana de danza contemporánea, Andrea Paniagua, conversa con estudiantes del María de Molina. / Ana Burrieza

Cincuenta historias diferentes para ofrecer claves sobre cómo afrontar los retos personales y profesionales que van conformando a cada individuo invitaron ayer a los alumnos del Instituto María de Molina a escuchar, a preguntar para aprender sobre cómo orientar sus inquietudes al objeto de emprender el camino que les espera como adultos, siempre sin perder de vista los valores humanos.

Las aulas salieron a los jardines, al patio, a los pasillos del centro educativo para acoger esta segunda edición de la actividad «Biblioteca Humana» que diseminó por cada uno de esos rincones a protagonistas de esas vivencias, personas dispuestas a desnudarse para exponer las vicisitudes en su trayectoria vital, tanto a nivel personal, desde el acoso escolar y la marginación social por ser homosexuales o tener un trastorno psíquico o físico, obstáculos a salvar para reclamar su espacio, para perseguir su vocación y labrarse su carrera profesional.

Los «usuarios» de estos "libros vivientes" escucharon atentamente a otros alumnos y alumnas que pisaron esas aulas y hoy son médicos e integrantes del colectivo LGTBI, como Manuel Alesander; compartieron las experiencias de la bailarina de danza contemporánea como Andrea Paniagua; de la presidenta de la Asociación de Estudiantes del Instituto para Estudios Europeos (SAIES) en Bruselas, Clara Vecino Prieto; del abogado e investigador Emilio Ferrero; o de la directora de la ONCE, Anabel Martín.

Otras cara conocidas, como el laureado músico zamorano David Rivas, el galardonado poeta Jesús Losada o el experto en sectas Luis Santamaría del Río, profesor del IES, junto a conocidos deportistas de la provincia participaban de esta iniciativa traída de Dinamarca, recordó la directora del IES, Rocío Ferrero.

Cincuenta vidas para aprender, empatizar y explorar el futuro

Clara Vecino conversa con un grupo de estudiantes. / Ana Burrieza

El bombero buceador valenciano Juan Carlos Teruel, que salvó la vida a Ata Mohamed, el refugiado afgano que relató, con su precario español, junto a su hijo, la terrible experiencia del abandono a su suerte en el mar Egeo, ofrecieron una visión sobre las penurias que sufren las personas obligadas por la hambruna o las guerras a abandonar en pateras sus países de origen.

Teruel profundizó en la realidad de las catástrofes propiciadas por inundaciones, en los rescates en el mar de quienes huyen de la marginalidad, la pobreza o los conflictos bélicos hacia Europa. El bombero elogió la iniciativa del centro zamorano, «el interés y la inquietud de este instituto», una actividad que «deberían copiar en otras ciudades», declaraba mientras mostraba su «orgullo porque me hayan llamado». Destacó la curiosidad que despierta entre los adolescentes «el trabajo de los bomberos en territorios golpeados por catástrofes».

En otro rincón, Carmen Esteban, de 52 años y vecina de Monfarracinos, con «enanismo hipofisario» que no le permitió crecer más de 1,10 metros, expuso «lo difícil» que resulta vivir «en un mundo que no está adaptado para nuestro día a día, desde hacer la compra a desarrollar un trabajo para lo que se necesita tener fuerza, todo te lleva al límite».

La zamorana dio detalles del acoso escolar sufrido en el colegio y en el instituto, a preguntas del alumnado, «la situación no ha evolucionado mucho", manifestaba poco antes al ser entrevistada. "Pediría a la gente que no se fije en el físico porque es en el interior donde están las personas; que se ponga en el lugar de los demás", agregaba al tiempo que lamentaba que su formación en el Centro Base de Salamanca no le haya permitido hallar un trabajo por esa falta de políticas de adaptación.

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Carmen Esteban cuenta sus dificultades para lograr la inclusión social. / Ana Burrieza

Un poco más allá, el escritor vallisoletano Juan Pizarro, con una displegia tras un accidente de moto, «rescatado» por su afán de crear historias, animaba a sus interlocutores a la lectura, "todo está en los libros, buscad en ellos las respuestas", animaba al pequeño auditorio. Pizarro les explicó que los libros "os ayudarán a tener un espíritu crítico, a no ser manipulables". En pequeños grupos, adolescentes practicaron la escucha, la empatía y el respeto a lo diferente, a la igualdad. Todo un reto en esta sociedad del imperio digital.

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