La lluvia silencia el Vía Crucis procesional en Toro

La Asociación del Santo Sepulcro suspende la procesión, aunque entona el canto de las "Cinco llagas" en la Colegiata

La cofradía toresana bendice el nuevo manto de la Virgen de la Soledad adornado con 150 estrellas

Lucía San José

Incertidumbre, caras de consternación y, al final, una respuesta contundente: no hay procesión. El fuerte viento que sopló durante toda la tarde del Miércoles Santo en Toro y la amenaza constante de lluvia no dieron una tregua y el Cristo de la Expiración de la Asociación del Santo Sepulcro y la Soledad no pudo salir en el Vía Crucis procesional.

"Ante todo tenemos que proteger el patrimonio", indicó el presidente de la cofradía, Mario González. A cambio, hubo un encuentro íntimo de los centenares de cofrades en el interior de la iglesia del Santo Sepulcro y un breve recorrido hasta la Colegiata, aunque sin Cristo y entre paraguas de los viandantes.

Antes de dar a conocer la dolorosa decisión se celebró la bendición del nuevo manto de la Virgen de la Soledad. Era también un momento muy esperado por los devotos de la cofradía. Lleva más de dos años de trabajo y une a los hermanos, ya que cada estrella de la tela lleva el nombre de una de las familias, 150 estrellas en total. Además, cada estrella es un Ave María del Rosario y hay doce más por la corona de la Virgen.

En 2020 y 2021 no se celebró el Vía Crucis por la pandemia y de nuevo en 2024 el Cristo de la Expiración no ha podido recorrer las calles toresanas.

A las diez en punto de la noche, el "turuta" anunciaba con su corneta a las puertas del templo que era el momento de recogerse en el interior para iniciar el desfile.

Quince minutos después, los imponentes y bellos muros de la iglesia del Santo Sepulcro recogían la última hora cuando González tomaba el micrófono: "Aunque nos pese, no puede haber procesión". La decisión fue la correcta, porque pocos minutos después la lluvia en Toro era intensa.

Hermanos y devotos dieron la bienvenida a los nuevos cofrades en un acto en el que "besaron la insignia e hicieron un rito de iniciación". Tras el juramento que obliga a guardar silencio, cofrades y devotos se dirigieron hacia la Colegiata con un pequeño Crucificado y allí realizaron el rezo y canto de las "Cinco llagas" y degustaron las tradicionales sopas de ajo. Los abades que este año celebran la fiesta han sentido mucho no pasar por las antiguas calles de Toro, pero el Viernes Santo les espera otro gran día.

Suscríbete para seguir leyendo