Sesenta rosas rojas para que el "Dueño" del monasterio de Santa Clara de Toro cumpla el deseo de las monjas

Las imágenes que han participado en el traslado del Ecce-Homo se han preparado con mimo en la iglesia de San Julián. En el caso del Cristo atado a la columna, tal y como lo dejaron por escrito las monjas Claras, propietarias de la imagen, ha sido adornado por el florista Jesús Fernández, recogiendo así el legado de su padre que, "por mandato de las hermanas", ha puesto flores a los pies del Cristo durante unas tres décadas. "Recuerdo ir con mi padre a adarnarlo cuando tenía unos 16 años", rememora Fernández, quien explica que el Ecce-Homo debe ir adornado de diferente manera cada año, así como de distinta forma a otros pasos, también por expreso deseo de las monjas. En esta ocasión, lleva 60 rosas rojas.

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