La Semana Santa, la simiente artística de Antonio Pedrero

El pintor, con tan solo diez años, dedicó una extensa colección de dibujos a los pasos procesionales de Zamora

Antonio Pedrero junto a varias de sus obras centradas en la Semana Santa de Zamora

Antonio Pedrero junto a varias de sus obras centradas en la Semana Santa de Zamora / Ana Burrieza

Natalia Sánchez

Natalia Sánchez

Su primer gran lienzo correspondió al primer asfalto de la Plaza Mayor de Zamora. En él siendo un niño, Antonio Pedrero empezó a realizar dibujos de los pasos de la Semana Santa de Zamora. "Empecé siendo un grafitero y los muchachos de entonces teníamos una gran pizarra", apunta el artista.

Esos dibujos efímeros los descubrió el escultor Florentino Trapero, quien acudió a hablar con sus padres porque "le habían llamado la atención", rememora el pintor zamorano rodeado de múltiples obras que ha efectuado para la Pasión lo largo de su dilatada trayectoria desde una réplica del Merlú, de su Nazareno para La Mañana, sus carteles oficiales de la celebración e innumerables escenas de la manifestación religiosa en múltiples técnicas.

Entre todas estas creaciones llaman la atención un conjunto de pequeños dibujos hechos mayoritariamente en lapicero que están enmarcados.

Antonio Pedrero junto a su mítico Merlú

Antonio Pedrero junto a su mítico Merlú / ANA BURRIEZA

Jesús Camino del Calvario, que protagoniza varios, el Cristo de las Injurias, Redención, un retrato del maestro Ramón Álvarez, un detalle del Cristo de Tercera Caída o la Santa Cena de Blas González que firma con una rúbrica ilegible o bien con las iniciales A. P. que "eran copias de las postales de los antiguos pasos donde ya se observa mi vocación", sentencia el artista.

La Semana Santa, la simiente artística de Antonio Pedrero

La Semana Santa, la simiente artística de Antonio Pedrero / Natalia Sánchez

Se trata de dibujos hechos en papel secante que, con el paso de los años se han amarilleado ligeramente, pero que conserva porque el propio Pedrero creó un álbum. "Son dibujos de pequeño tamaño hechos con tan 10 años, antes de formarme.

Algunos un poco descentrados porque era una explosión de un querer hacer cosas y a veces no está cuidada ni la proporción, algo que aprendí posteriormente" describe Antonio Pedrero. El artista los mira y afirma que "son piezas muy espontáneas" y sentencia taxativamente: "Son los comienzos de verdad y la simiente de que yo haya sido pintor".

Dibujo que hizo de Ramón Álvarez

Dibujo que hizo de Ramón Álvarez / ANA BURRIEZA

Influencia de Ramón Álvarez

En su vocación artística tuvo gran peso el descubrimiento de Ramón Álvarez, cuya obra Pedrero conoció a edad muy temprana por la cercanía del bar de La Golondrina de su familia con la panera de la Cofradía de Jesús Nazareno, donde se guardaban los pasos de La Mañana.

"Cuando escuchábamos al cotanero mover la albada los muchachos nos metíamos para ayudarle, sobre todo, para quitar la cera a los faroles antiguos, y cuando ese hombre destapaba cada una de las figuras que integran los pasos para mí era un momento extraordinario ver los rostros hechos por Ramón Álvarez con ese increíble realismo". "Es un imaginero ejemplar con unos rostros extraordinarios que parecen que mantienen un diálogo entre sí", opina.

La Semana Santa, la simiente artística de Antonio Pedrero

El maestro Pedrero señala uno de sus dibujos infantiles / Ana Burrieza

¿Sin la Semana Santa hubiera sido artista? es interpelado Antonio Pedro que estima que "no lo sabes… pero, sin duda, la Semana Santa me marcó". No obstante, su devenir profesional tras pasar por la Escuela de San Ildefonso, donde tuvo de maestros a José María García Fernández "Castilviejo" y a Daniel Bedate, y posteriormente por la Escuela de San Fernando de Madrid, no estuvo próximo a la imaginería.

"Creo que se debe a que mis maestros eran pintores, pero la escultura me ha atraído mucho. De hecho, siento más la construcción del dibujo que el color, que es algo innato en el propio pintor", testimonia.

Primeros guiños con la escultura

En este sentido aporta que siendo niño modelaba pequeños grupos escultóricos con el barro de Valorio y luego los pintaba con acuarela y comparte una simpática anécdota. "Con Alberto de la Torre, entre otros amigos, montábamos procesiones tras la Cruz de Mayo.

El artista en su estudio

El artista en su estudio / ANA BURRIEZA

Con el barro de Valorio él hizo la Soledad y yo un Yacente y utilizábamos un palo de una escoba, un bote de leche condensada agujereada donde metíamos una vela... llamaban la atención tanto que pasando por delante del Ayuntamiento de entonces nos debió de ver el alcalde Francisco Pérez Lozao, que era profesor de dibujo, que pidió a los guardias que nos fueran a buscar con el objetivo de conocernos".

Sin embargo, "nosotros cuando fueron en nuestra busca, desarmamos la procesión que montábamos desde La Golondrina hasta los aledaños de la Plaza y escapamos cuando lo único que quería era felicitarnos", indica esbozando una amplia sonrisa.

Antonio Pedrero con el cuadro que está acabando

Antonio Pedrero con el cuadro que está acabando / ANA BURRIEZA

Su taller huele a óleo. "Estoy acabando un encargo de un paisaje de Sanabria", confiesa el pintor que prepara la realización una exposición retrospectiva en Madrid, dado que solo ha hecho una en Zamora en el Colegio Universitario en el año 1987.

En la apuesta expositiva en la capital de España el veterano creador, que no se ha prodigado en muestras, pretende ofrecer un recorrido "muy representativo" a través de toda su producción.

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