Opinión | Escalera hacia el cielo

Joe Biden estrena McCormick nuevo

La avaricia usurera de esos jubilados acaparadores de tierras lastra el futuro del campo y perjudica a toda la sociedad

Reses pastando

Reses pastando / A. S.

En una conversación escuchada de extranjis en un bar de Villalpando, lo justo para un café a la carrera, para mí que, con esto de los cambios de hora, aprovechan y le quitan algunas al día, un paisanín criticaba a los viejitos que plantan huerto y crían animales de corral. Le hacen un flaco favor a agricultores y ganaderos, bramaba.

Quien hablaba no es ni una cosa ni la otra, pero cobra PAC. Y eso sí que hace daño a agricultores y ganaderos. Cobra PAC, como cientos de miles de españoles. Desde famosos cantantes a diseñadores de moda pasando por la nobleza, polis y milis, futbolistas o grandes viticultores. De hecho, si en lugar de al hombre, Diógenes buscara a un español que no cobre PAC, lo tendría más difícil todavía.

Consejos vendo que para mí no quiero, nos enseña el refranero.

Hablando de Diógenes, como dijera el bueno de Cicerón: "La agricultura es la profesión propia del hombre sabio, la más adecuada al sencillo, y la ocupación más digna para todo hombre libre", pero por más que esté de acuerdo, no hago mías sus palabras.

Antes, el autor de Sobre la Senectud, entre otros muchos tratados, debería especificar que las ganancias han de provenir mayoritariamente de la agricultura/ganadería, pese a que se pueda dedicar el tiempo libre a otras faenas. Por lo mismo, tendría que ser obligatorio pagar el cupón de la Seguridad Social como agricultor/ganadero. Y que esté censado, viva en el rural, y allí ejerza su derecho al voto; que sus hijos estén matriculados en la escuela rural, y que asista al médico en su centro de salud rural.

El campo español es una gerontocracia, como las elecciones presidenciales de USA o nuestro Senado, ese trastero tan útil para almacenar cachibaches inservibles

Porque mover la economía de la comarca sí es propio de sabios.

Con sabios o sin ellos, la revuelta campesina no se ha acallado. Después de un 8M-24 que quedará para la historia como el día en que servidores públicos apalearon a mujeres trabajadoras rurales en Adanero, Ávila, con una saña nunca vista contra narcos o yihadistas, se apagaron las coloridas tractoradas y comenzaron las protestas dirigidas a políticos.

La cólera del campo no cesa, sigue en Bruselas y en algunas ciudades españolas. Rabia de los profesionales del sector, cargada de razones y aliñada con vistosas tractoradas, más protestas ante las delegaciones territoriales de agricultura y ganadería, que ha contado con la participación de la buena gente del mar y el transporte por carretera, y con la solidaridad de toda la sociedad.

Rabia, tractoradas y protestas a las que no se han sumado aquellos para quienes las tierras de labor o los rebaños son sólo un fondo de inversión. Tampoco esos jubilados que, subidos a un tractor, se resisten a dejar paso a las nuevas generaciones. Dos de los males que contribuyen también a matar al sector: los advenedizos y los viejos.

El campo español es una gerontocracia en la que hay jóvenes, faltaría más, pero son los menos. Igual que sucede con las próximas elecciones presidenciales de los Estados Unidos. O como en nuestro Senado, ese útil trastero en el que ir arrinconando viejos cachivaches inservibles.

Pastoreo el campo y de cuatro tractores, tres están conducidos por gente retirada arando a destajo. Y no es que que estén echando una mano a los hijos, dedicando un breve tiempo, como hacen los viejos pastores, que son quienes por edad y experiencia, tienen más mano y tremenda paciencia para averiguar entre un caótico batiburrillo de ovejas recién paridas y crías perdidas, quién es madre de quien.

Qué va, nada de manos. Estos, solos se lo guisan, y a solas se lo comen.

Los monos viejos no cotizan a medias, como sería lo lógico y lo legal, dado que quieren seguir en activo y el físico se lo permite. Cobran la pensión entera, intacta. Trabajan a tiempo completo, igual que antes de jubilarse, pero ahora sin pagar el cupón de la Seguridad Social.

Y eso no es justo para con el resto de los autónomos que hacen bien las cosas. Siguen trabajando, pagan medio cupón y cobran media pensión. Ni para con el resto de la sociedad, que cada vez debe de hacer más sobre esfuerzos por poder seguir pagando las pensiones.

De ahí la obligada reforma de las pensiones, que en 2021 obligó a la creación del Mecanismo de Equidad Intergeneracional, un nuevo impuesto. Y la llamada "cuota de la solidaridad", que a partir de enero del 2025 gravará a quienes ganen más de cincuenta y cuatro mil euros anuales.

No hay dinero para pensiones, y cada vez habrá menos. Porque cada año que pasa hay más jubilados, menos niños y más perros en las casas españolas. Pero nadie inspecciona y penaliza al Joe Biden que sigue arando sus tierras y acaparando tierras ajenas subido a su flamante McCormick nuevo.

Ha sido uno de los lemas más repetidos: el campo se rebela en defensa del relevo generacional. Por vez primera se ha escuchado a la gente del campo sentirse orgullosa de su oficio, tanto como para desear que sus hijos tomen el relevo y no emigren a la ciudad.

Un relevo generacional al que se le cierra la puerta desde la administración.

Ganadera y escritora

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