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El sexo es biológico, pero los roles masculinos y femeninos son invenciones culturales

Mujeres salen a la calle para manifestarse durante el 8M.

Mujeres salen a la calle para manifestarse durante el 8M. / EP

Considerada como la primera escritora de la que tenemos noticia, Enheduanna, hija de Sargón I, fundador del Imperio Acadio, y suma sacerdotisa del giparu de Ur, fue, además de la primera poeta conocida, la primera en escribir sobre el acoso sexual que sufrió hace 4.300 años por parte de un rey de Ur.

A lo largo de los siglos, muchas mujeres importantes no han sido reflejadas en los manuscritos, más bien han sido borradas de ellos. Pasando por el olvido y siendo arrinconadas a la sombra de los hombres. Mujeres fascinantes, pero mujeres en un mundo machista y, como consecuencia, eliminadas de la historia.

Afortunadamente, se van modificando los tiempos y van cambiando las personas. Evoluciona nuestra forma de ver el mundo y de vernos a nosotros mismos.

De todos los grandes cambios de nuestro tiempo, el de la situación de la mujer en la sociedad que aún llamamos occidental es, seguramente, uno de los más notables y de los más extraordinarios. Las mujeres son el sujeto más interesante y el que mayores sorpresas aportará a este siglo XXI en el que aún nos encontramos, prácticamente, en pañales.

Después de cientos de años de literatura, él siempre fue el principal protagonista, mientras que a ella se le relegaba a un segundo plano. Por suerte, hoy en día ya existen cuentos con títulos como "Las princesas también se tiran pedos", "Las chicas son de ciencias" o "Las niñas serán lo que quieran ser" donde ellas también son las protagonistas.

La mujer ha pasado mucho tiempo callada y observando.

Han sido siglos de opresión y servidumbre a la que fue sometida y, por ello, han desarrollado herramientas muy interesantes como, por ejemplo, una gran lucidez a través de la observación.

Las mujeres poseen una fortaleza forjada a través de los siglos por ese sufrimiento marginal de la sociedad, una reserva secreta de entereza que le permite sobreponerse; una herencia genética potentísima. Si el mundo es capaz de mirar con la objetividad que merece una mujer, este puede descubrir y aprender enseñanzas de vida fundamentales

Mientras el hombre salía a cazar mamuts, a combatir en la guerra, muchas de ellas se quedaban en casa pariendo y dedicadas a la crianza, destinadas a servirles; siendo rehenes de la sociedad. La mujer ha sufrido menosprecio, simplemente, por su naturaleza como fémina y, sin embargo, supieron estar a la altura moral que ese mundo injusto les exigía.

Por todo ello, se empezó a luchar por la igualdad. Y las feministas comprendieron, a lo largo de la historia, que para eliminar los abusos era preciso separar naturaleza y cultura. Luchando por una verdadera igualdad se podrá dar paso a la etapa siguiente: el reconocimiento y el cultivo de la diferencia entre hombres y mujeres.

El sexo es biológico, pero los roles masculinos y femeninos son invenciones culturales. Se denomina "género" a esta configuración social de lo biológico. Simone de Beauvoir creó un acertado eslogan: "On ne naît pas femme, on le devient", "No se nace mujer, se llega a serlo".

Por fortuna, en sociedades avanzadas este modelo de mujer, esposa y madre abnegada, está en extinción.

En los tiempos que corren, la mujer libra sus propios combates, es cada vez más dueña de sus decisiones, de su destino. Se sitúa entre lo que fue durante siglos y lo que es en este momento; entre las viejas normas estrictas impuestas por el hombre y entre las que ahora ella quiere trazar.

Y, a pesar de todas las dificultades evidentes, la mujer ha sido capaz de mantener el pulso a la vida; capaz de construir familias y sociedades.

Las mujeres poseen una fortaleza forjada a través de los siglos por ese sufrimiento marginal de la sociedad, una reserva secreta de entereza que le permite sobreponerse; una herencia genética potentísima.

Si el mundo es capaz de mirar con la objetividad que merece una mujer, este puede descubrir y aprender enseñanzas de vida fundamentales.

Una mujer puede ser implacable, simplemente con sus silencios o con su mirada. Es la cuenta que le pasa al menosprecio.

(*) Diputada de Política Social, Familia e Igualdad

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