En estos momentos vivimos un escenario político que invita a la desgana, a la desidia y al hastío más absoluto y, usted, señor Folgado, es un claro ejemplo de ello.

Esta es la segunda vez que se dirige a mí a través los medios y será la última que yo le haga una contrarréplica.

Usted dice públicamente que me remitirá una carta para decirme “que me abstenga de realizar regalos con dinero público procedentes de la citada mancomunidad a los alcaldes de la comarca tabaresa”. Le voy a aclarar esto de forma muy sencilla para que se ahorre un sobre y un sello. La cesta de Navidad se ha pagado siempre con el dinero de los plenos de los alcaldes, es decir, con su trabajo, no con dinero público. Alcaldes que se esfuerzan cada día y de manera gratuita para que su pueblo tenga los mejores servicios. Aplíquese el cuento señor diputado.

Señor diputado, no lo conozco en persona ni tampoco tengo ningún interés. Espero que su obsesión conmigo empiece a desaparecer

¿Y usted me viene a dar lecciones de lo que dice el procurador del común? Dicho organismo se ha pronunciado para todos los alcaldes de España, incluido los de su partido. Ante la ley, el mismo efecto tiene regalar un calendario, unas agendas o una botella de vino.

Tengo que decirle que, a parte de ostentar una ignorancia supina, es uno de los mejores palmeros que tiene su partido. Es obvio que usted no fue el primero de su clase, ni el segundo. Sospecho que tampoco el tercero.

Aquí el único que demuestra desprecio por su tierra es usted, que cobrando 2.846 euros mensuales como diputado liberado, deja perder subvenciones, tarda nueve meses en convocar una sesión plenaria y que cuando lo hace hasta sus propias concejalas lo abandonan en dicho acto. Con políticos de su nivel los españoles sí que estamos despilfarrando el dinero. Está claro que usted no es un líder político, y que ha llegado a su cargo pasando los filtros de la mediocridad. Ni tan siquiera se esfuerza por disimular. Ya no es que sus palabras sean hipócritas, que lo son, es que han llegado a un alto grado de desfachatez.

Señor diputado, no lo conozco en persona ni tampoco tengo ningún interés. Espero que su obsesión conmigo empiece a desaparecer. Le recomiendo que deje de hacer el ridículo tan abiertamente ante los medios de comunicación y se dedique a trabajar para ganarse el sueldo que se embolsa cada mes.

(*) Alcaldesa de Faramontanos de Tábara