Opinión | Zamoreando

Fresas enfermas

Son los propios agricultores los que están alerta para que no nos envenenen

Alertan sobre la presencia de hepatitis A en fresas procedentes de Marruecos.

Alertan sobre la presencia de hepatitis A en fresas procedentes de Marruecos. / Unsplash.

El título da pie a chiste protagonizado por la eximia vicepresidenta segunda del Gobierno de España, o lo que queda de España, sino fuera por lo serio del asunto. Las alertas alimentarias están a la orden del día. Nos están envenenando y ni nos enteramos de lo que vale un peine. Ignoro qué servicio de control alimentario, no sé si Sanidad, se está relajando de tal forma que, de seguir así, llegará el momento en que debamos mesarnos el cabello y rasgarnos las vestiduras. Tiempo al tiempo.

Los productos españoles sufren controles exhaustivos, los que llegan de Marruecos sobre todo y de otras latitudes tienen bula gubernamental. No me extraña el cabreo monumental de los productores en particular y de los agricultores y ganaderos en general. No hay derecho a lo que está ocurriendo. Esta vez, han saltado todas las alarmas por la detección de hepatitis A en fresas procedentes de Marruecos. Los agricultores españoles de Valencia, concretamente de AVa-Asaja, han pedido «medidas urgentes» tras el anuncio del Sistema de Alerta Rápida para Alimentos y Piensos.

Encima, son los propios agricultores los que están alerta para que no nos envenenen, para que no nos cuelen judías verdes contaminadas por no sé qué tipo de pesticida que se queda agarrado a su piel y, ahora, el feo asunto de la hepatitis A en las riquísimas fresas. Nunca los españoles nos hemos fijado tanto en el etiquetado como en estos últimos tiempos. Prácticamente, la mayoría de frutas, verduras y hortalizas que venden las grandes superficies, proceden de Marruecos. Hay que fijarse bien porque las etiquetas conducen a error. Señalan, por ejemplo, «procedencia: Murcia» pero si lees más abajo pone, «origen: Marruecos». Y así sucesivamente.

¿Dónde está el producto español? Yo quiero naranjas de Valencia y no de Marruecos o Polonia, como ya me pasó una vez. Quiero plátanos de Canarias y no de Marruecos. Quiero judía verde de Murcia y no de Marruecos. En lugar de geranios en las macetas y rododendros en los parterres de tantas fincas particulares, más allá del socorrido perejil cuyas semillas con consejo incluido nos vende Prieto, vamos a tener que empezar a cultivar nuestros propios tomates, pimientos, verduras y hortalizas en general y algún que otro frutal. Es la única forma de saber que lo que comemos no está viciado por pesticidas y por enfermedades como la hepatitis A, que no es ninguna tontería.

Cabe señalar que la hepatitis A es una infección aguda del hígado sumamente contagiosa, causada por el virus de la hepatitis A (VHA). Se trata de uno de los diversos tipos de virus que producen hepatitis, una enfermedad que provoca una inflamación hepática tal que puede afectar al correcto funcionamiento del hígado. La principal forma en la que se contagia la hepatitis A es comer alimentos o agua contaminada con el virus. También puede pasarse por contacto directo entre persona y persona, o por objetos infectados. Ahí tiene usted el peor ejemplo, el de las fresas marroquíes. Mire usted, que se las lleven en bandeja a Mohamed VI.

No seré yo quien apruebe la violencia, pero hacen bien los agricultores españoles, emulando a los franceses y tirando al asfalto estos productos contaminados que nos llegan del país alauita. Queremos comer sano. Y eso comienza por la calidad del producto adquirido. Hay que prohibir la entrada a España de productos contaminados como las fresas enfermas de Marruecos.

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