Opinión | Buena jera

La Junta quiere cargarse Villalar

La concentración comunera seguirá aunque PP y Vox la ataquen con cualquier disculpa

Celebración en la campa de Villalar

Celebración en la campa de Villalar / Ical

Este año han ido un poco más lejos, pero, en el fondo, nada nuevo. Más que fomentar y apoyar la celebración del Día de Castilla y León en las eras de Villalar de los Comuneros, el gobierno PP-Vox ha andado buscando (y ha encontrado) excusas para descafeinar Villalar y tratar de reducirlo a folklore, tapas y vino de la tierra. La disculpa es obvia y vieja, aunque ahora la llamen descentralizar la fiesta y llevarla a las principales localidades de la región para que todos nos hagamos partícipes del 23 de abril. Ya lo puso en marcha José María Aznar en 1988. La iniciativa, convenientemente jaleada por consejeros, directores generales, delegados y demás, acabo siendo un fracaso. El año citado se celebró en Ávila. Y en 1989, en Zamora. Difícil recordar aquellos actos, bastante flojos e insípidos. Ya no hubo más. Entre otras razones, porque, en septiembre del 89, Aznar se largó a Madrid, elegido a dedo por Fraga para liderar la entonces Alianza Popular (AP), hoy PP. Había dicho por activa, pasiva y perifrástica que se quedaría aquí hasta, al menos, agotar la legislatura, pero las palabras y promesas se las llevó el viento. Por entonces, yo dirigía los informativos regionales de Radio Nacional de España (RNE) y un alto cargo de AP me había avisado: "Estad atentos porque Aznar se va a Madrid en cuanto lo llame Fraga". Y así fue.

Esta tierra se lo merece y lo lamentable y absurdo es que, en cuanto se aproxima el 23 de abril, salgan a la luz diferencias, disputas y posturas difícilmente digeribles

De modo que nos quedamos sin saber si su "experimento" llegaría a buen puerto. Dos años y a casa. Ahora lo retoman sus herederos. ¿Con qué objetivo? Atentar contra Villalar, quitarle fuerza y demostrarle a los ciudadanos que la concentración en el pueblo comunero es cosa de "rojos", de la izquierda. No les importa que, durante unos cuantos años, el presidente de la Junta, algunos de sus consejeros y otros destacados miembros del PP hayan acudido a rendir homenaje a los muertos en 1521, especialmente a los capitanes Padilla, Bravo y Maldonado. Y no les gusta que miles de personas vayamos todos los años a proclamar nuestra fe en Castilla y León y en la necesidad de hacer todo lo posible para lograr un porvenir mejor. Esta tierra se lo merece y lo lamentable y absurdo es que, en cuanto se aproxima el 23 de abril, salgan a la luz diferencias, disputas y posturas difícilmente digeribles. Leo que un miembro de la Unión del Pueblo Leonés (UPL) asegura que Zamora no tiene nada que celebrar el 23 de abril. Este hombre anda un poco pez de historia. Si no sabría quién fue el obispo Acuña, sus peleas con el pesquisidor Ronquillo,; las hazañas de Bernardino de Valbuena, gobernador de Villalpando y hasta capitán de los ejércitos de María Pacheco de Padilla cuando, tras Villalar, solo Toledo, defendido por la esposa de Juan de Padilla, resistía a las tropas imperiales. Tampoco me parece muy de recibo histórico que se diga que León no tiene ninguna relación con lo sucedido en Villalar. León fue una ciudad comunera, así que… o que intenten alejar a Salamanca de la revuelta comunera y su final. De Salamanca salieron los textos que prendieron la revolución contra Carlos V y de Salamanca era uno de los ejecutados en Villalar, Francisco Maldonado. Pero si se trata de arrimar el ascua a su sardina, para algunos vale todo, aunque no haya ni ascua ni sardina.

Consideraciones y lagunas históricas aparte, lo cierto es que Villalar no puede perder su carácter reivindicativo. Así nació, así ha continuado pese a zancadillas y ataques y así va a seguir mientras queden (quedemos) gentes para los que la concentración en el pueblo comunero no es solo una fiesta de música, comida y reencuentro con viejos amigos; es mucho más, es el lugar, con su carga simbólica, donde muchos nos encontramos más cerca de nuestra tierra, ensamblados con nuestras raíces y pidiendo mejor tratamiento para Castilla y León. La pena es que sea solo una vez al año, pero la energía que nos da no tiene medida ni precio. Se lleva en el alma.

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