Zamoreando

Hasta el moño

Zamora no tiene ninguna necesidad de que su nombre vaya ligado a casos de corrupción

Víctor de Aldama

Víctor de Aldama

Carmen Ferreras

Carmen Ferreras

Pues sí, estoy hasta el moño y un poco más arriba de escuchar todo el santo día pronunciar el nombre de Zamora en vano. Me indigna. Me subleva. Me encocora. El nombre de Zamora unido al de un señor que maldita la gracia que me hace la putadica que nos ha hecho con su comportamiento delictivo. Zamora no tiene ninguna necesidad de que su nombre vaya ligado a casos de corrupción de la magnitud del caso Koldo. Caso que, en realidad, debería tener otro nombre, concretamente el de Ábalos Décimo Meridio, según apunta todo lo descubierto hasta el momento. Lo grave del caso es que hay otro nombre, el del presidente del Zamora CF., Víctor de Aldama, que suena a la par.

Para entenderse entre ellos, los que han salido a la palestra y los que están por salir, identificaban a Aldama como "el Perro". A ver si, a partir de ahora, cuando esa conversación ha visto la luz, se refieren al susodicho como "el Perro" y dejan la coletilla de "el presidente del Zamora Club de Fútbol". Zamora es mucho más que todo eso y los zamoranos somos en su mayoría, mucho mejores que este señor que llegó, con otro señor, y mucha pasta en el bolsillo, dispuesto a comprar el Zamora CF., y lo compró. ¿A costa de qué?

Porque resulta que el Club de los amores de toda la afición, pasó por diversas vicisitudes. Que si estaba en la ruina, que no se podían pagar las nóminas, que estaba en venta, ¡la pera! De la noche a la mañana, poco más o menos, el presidente pagó lo que se debía, amén de nóminas y todo lo demás, y el Club siguió funcionando, incluso dando alegrías a los aficionados. Detrás de toda esa pantalla de poderío económico, que si mexicano, que si español, se escondía toda la trama que ahora se ha puesto al descubierto. De película de Hollywood, con malos, con muchos malos. Como que todos son malos de solemnidad. Todos los hombres del presidente, me refiero al del Gobierno, no se salvan y por lo que se empieza a saber, ni el mismísimo presidente del Gobierno tiene clavo ardiendo al que agarrarse. Está muy calladito. Claro que cuando todos sus hombres abren la boca es para esparcir mierda a los de enfrente.

Cuanto le cuesta al personal afecto a la política, entonar el mea culpa, pedir perdón, cosa que sí hizo don Juan Carlos, devolver la pasta (eso es mucho pedir) y retirarse del mundanal ruido cuando están de barro hasta las cejas. Esa inercia que sigue la práctica totalidad de la autoexcluyente clase política ha conducido a que "el Perro" como lo llaman entre ellos, aparezca permanentemente vinculado al nombre de Zamora y estoy hasta el moño de la cantinela que nos sueltan a diario prensa, radio y televisión, sobre todo esta última que parece haberle cogido saborete al latiguillo de "presidente del Zamora CF". Háganle otro añadido y quiten ya la coletilla. Hablen del empresario que supuestamente es, pero dejen de pronunciar el nombre de Zamora, ya digo, en vano.

Hablen un poquito de México lindo y querido y de los mariachis de este señor y déjennos en paz a los pacíficos zamoranos que nada hemos hecho tan deleznable como lo hecho por este individuo para estar todo el santo día aguantando la cantinela. Cuando esto escribo han roto la barrera, sino del sonido, sí de la relación del tal Aldama con la presidencia del Zamora. Yo del alcalde, haría una protesta para que nos dejen en paz. Y si no, salgamos todos en procesión con una pancarta kilométrica donde pidamos por las buenas que, al hablar del susodicho, dejen de añadir la frasecita en cuestión que ensucia a Zamora.

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