Zamoreando

Quien mucho abarca….

Cuando se darán cuenta de que los votantes no somos tontos

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Carmen Ferreras

Carmen Ferreras

Cicerón forjó su carrera política denunciando la corrupción de Cayo Verres, político romano conocido principalmente por su tiránico gobierno de Sicilia, su constante abuso de poder, siendo como era amigo de los sobornos. La falta de ética pública de los gobernantes españoles es la principal causa de la corrupción política. La corrupción, en mayor o menor medida, ha existido siempre en el ámbito de la gestión de los asuntos públicos. Hasta tal punto es así que ya la obra Breviario de los Políticos, del cardenal Mazarino, destaca el capítulo “dar y hacer regalos”, a sabiendas de que son muchos los que se acercan a la política con espíritu depredador. Mucho antes, el Código de Hammurabi establecía graves penas contra los gobernantes corruptos. Penas que, entonces y ahora, resultan ineficaces.

No sé si se trata de corrupción pura y dura o sencillamente una falta de ética y estética atroz para la imagen y el buen nombre de los políticos, lo cierto es que, una legislatura más, sin movernos de Zamora, comprobamos en cierta medida espantados, la duplicidad de cargos, y más, que puede llegar a tener una misma persona. El refrán es de una lógica aplastante: “Quien mucho abarca, poco aprieta”. De momento, y que se sepa, los humanos no tenemos el don de la ubicuidad. De ahí que resulta difícil entender la duplicidad de cargos de algunos políticos. No se puede ser senador y diputado provincial a la vez. Ni concejal y diputado nacional. Como poder, se puede, se hace, yo diría más bien que se perpetra, otra cosa es el resultado.

Hay que ser muy capaz y un gran trabajador o trabajadora para llevar a cabo con eficacia y eficiencia distintos cometidos de carácter político. Si estás en Madrid es imposible que, a la vez, estés en Zamora y viceversa. O los partidos andan muy mal de personal, todo puede ser, o sufren muchos rechazos o son acaparadores por naturaleza. Sabemos sobradamente que muchos van a la política para asegurarse la pensión, el sueldo mensual y cierto estatus. Porque, una vez en sus puestos, sobre todo en ambas Cámaras, permanecen cuatro años desaparecidos. Con tres pregunticas cada año y medio dan por finiquitada su responsabilidad. No es eso lo que quieren sus votantes.

Cuando se darán cuenta de que los votantes no somos tontos y nos damos cuenta de todo. Ocurre que las circunstancias políticas en clave nacional, llevan irremisiblemente a votar no en consecuencia ni en consonancia con los intereses locales y provinciales, sino propiciando una absoluta ausencia de moral, de dignidad y un total desprecio por el interés general de la ciudadanía, utilizando sus potestades en beneficio particular.

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