Hipocresía y eufemismos

Los conceptos claros los oscurecen sobre todo los políticos y publicistas

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Gerardo González Calvo

Gerardo González Calvo

Nos advirtió Miguel de Cervantes en el primer capítulo del "Ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha" cómo perdió el juicio un hidalgo conocido con el sobrenombre de Quijada, Quesada o Quejana leyendo frases como esta: "La razón de la sinrazón que mi razón se hace, de tal manera mi razón enflaquece, que con razón me quejo de la vuestra fermosura". Esta disparatada perorata es la antítesis del consejo que el propio Cervantes da a los escritores: "Procurar que a la llana, con palabras significantes, honestas y bien colocadas, salga vuestra oración y período sonoro y festivo… dando a entender vuestros conceptos sin intrincarlos y oscurecerlos".

Los conceptos claros los oscurecen sobre todo los políticos y publicistas con eufemismos, que en su origen se usaban para evitar las palabras malsonantes o de mal agüero.

Francisco de Quevedo no conocía la palabra eufemismo, que tampoco la recogen Sebastián de Covarrubias ni Autoridades. En cualquier caso, el escritor, satírico y poeta arremete sin piedad contra la hipocresía –la calle mayor de este mundo, dice en el libro "Sueños y discursos-Mundo– en los nombres de las cosas". Y no se queda corto en ejemplos: "El zapatero de viejo se llama entretenedor de calzado; el botero, sastre del vino, que le hace de vestir; el mozo de mulas, gentilhombre de camino; el bodegonero, contador; el verdugo se llama miembro de la justicia y el corchete criado; el fullero, diestro; el ventero, güesped; la taberna, ermita; la putería, casa; las putas, damas; las alcahuetas, dueñas; los cornudos, honrados. Amistad llaman al amancebamiento, trato a la usura, burla a la estafa, gracia la mentira, donaire la malicia, descuido la bellaquería, valiente al desvergonzado, cortesano al vagamundo, al negro moreno, señor maestro al albardero y señor doctor al platicante. Así que ni son lo que parecen ni lo que se llaman, hipócritas en el nombre y en el hecho".

Son males muy extendidos y dañinos para el buen entendimiento. Estos hermanos gemelos de la mentecatería corretean sin brida para engatusarnos y hacernos creer que los gatos son liebres y las ruedas de los coches zapatillas de ballet

Modernamente, tanto políticos como sindicalistas, psicólogos y otros oficiantes embebidos de esa pócima llamada lo políticamente correcto, nos atosigan con circunloquios para no decir a la llana lo que tiene escasas protuberancias. Lo grave del caso es que estos eufemismos se emplean alevosamente para soslayar la realidad. Nada que ver con evitar palabras malsonantes. Su uso coincide con la hipocresía que denuesta Quevedo. He aquí algunas perlas:

–Ajuste de plantilla, flexibilidad laboral, remodelación, datos estructurales adversos, Plan Estratégico de Competitividad, Falta de polivalencia de la plantilla laboral, bajas incentivadas... Por paro y despido libre.

–Amigo de lo ajeno... Por ladrón.

–Coordinador lingüístico de interculturalidad y de cohesión social... Por chivato o delator de profesores que no hablan catalán en las aulas o en el recreo en Cataluña.

–Criterios contables... Por cuentas fraudulentas.

–Diferencial de inflación... Por más caro.

–Distraer fondos... Por robar dinero.

–Daños colaterales... Por muertos y asesinatos de civiles en las guerras modernas.

–Factores de desequilibrio... Por menos desarrollo.

–Inseguridad alimentaria mundial... Por hambre.

–Lectura flexible... Trapicheo de algcunos políticos para no cumplir las leyes y aplicarlas a su conveniencia.

–Libertad de expresión... Por subterfugio para manifestar insumisión a las leyes establecidas o arremeter contra los sentimientos religiosos, como esta burla a la Semana Santa sevillana: "Archicofradía del santísimo coño insumiso y santo entierro de los derechos sociolaborales".

–Limitación de esfuerzo terapéutico... Por eutanasia.

–Métodos agresivos en los interrogatorios... Por tortura.

La hipocresía y los eufemismos son males muy extendidos y dañinos para el buen entendimiento. Estos hermanos gemelos de la mentecatería corretean sin brida para engatusarnos y hacernos creer que los gatos son liebres y las ruedas de los coches zapatillas de ballet.

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