Matar

Lo indecente es asesinar, no que te paguen por ello en dinero o medallas

Ilustración

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ALFONSO VÁZQUEZ

ALFONSO VÁZQUEZ

Palabra terrible: Equivale a asesinar, aunque la ley distinga los homicidios involuntarios. Me estremecen las noticias de los EE. UU., casi cotidianas. Puros asesinatos hijos de la libertad de poseer un arma. Hay otros países donde también las poseen, pero no se usan para asesinar al vecino. ¿Qué les pasa? Leo el número 112 de "tinta libre" (abril 2023), titulado "Letras de combate" sobre guerras pretéritas y en activo y pienso: ¿sería capaz de matar a alguien por mi fe, por la patria, por mis vecinos, por mi familia, por mí mismo? ¿me bastaría para hacerlo tener que demostrar lo “macho” que soy?

En algunas películas el bueno tiene una pistola en la mano; el malo se acerca lentamente y le dice "no me vas a matar" y le quita el arma de la mano sin forcejear; en otras le dispara a la pierna; en las menos lo mata. Son tres opciones creíbles Esa repulsión a matar es más digna de aprecio que de censura, pero ¿qué haría yo en su caso? ¡Ojalá nunca tenga que descubrirlo!

Hace años una mujer asesinó a su marido por abuso sobre sus hijos comunes. Recibió un sentimiento telepático de solidaridad; aun de los jueces que la condenaron tras admitir todos los atenuantes alegados, pero no la petición de eximente.

Es injusto que una condena exija a nadie un arrepentimiento que es parte de su intimidad protegida por la ley. Tutela judicial efectiva. Porque creemos en lo que no vemos seguimos siendo pacíficos

Durante la I Guerra Mundial muchos trabajadores tenían conciencia de fraternidad de clase: ¡Uníos, Hermanos Proletarios!, era su credo. Lo derrotaron siglos de servilidad a los dictadores, reyes absolutos, hoy disfrazados de repúblicas democráticas. Fueron obligados a ir a las trincheras a matar a otros inocentes que no les habían hecho nada en defensa de ese cruento Moloch trinitario: "Dios Patria y Rey" hoy se dice "Patria, Democracia y Libertad" pero siempre se defiende lo mismo: "Capital, Injusticia y Abuso" para beneficio de los eternos aristócratas, lo sean por la sangre o por el dinero. Salieron de sus trincheras invitando al "enemigo" a imitarles. Los asesinaron los suyos por la espalda en nombre del "Capital, la Injusticia y el Abuso". "Perdónales señor porque no saben lo que hacen", podríamos decir.

Mi incongruencia con todo lo dicho es total. Comprendo y admiro a los ucranianos; menos a los rusos, unas víctimas de engaño, otros forzados con una pistola en los riñones. No hay patriotas rusos dispuestos a asesinar a los patriotas ucranianos; por eso comprendo, mucho menos, a los asesinos a sueldo de Putin; lo indecente es asesinar no que te paguen por ello en dinero o medallas. Es lo mismo. Obama y colaboradores asistieron en vivo y en directo al asesinato de Bill Laden la orden era asesinarlo; nada de juicios justos; fue la misma que la del periodistas Kashogui o la de Couso, que nos cae más cerca. La total impunidad

Y en plena confusión recuerdo esas consejas eternamente repetidas por todas las abuelas: "Entre santa y santo, pared de cal y canto"; o la más universal: "que no te pongan en la ocasión" y mucho menos la busques, que "quien ama el peligro en él perece". Tuve una infancia sin violencia; nunca tuve "la ocasión" de "tener que decir no" en esas guerras de barrios; tampoco a esas maras que con mayor violencia organizada pululan en la actualidad, ni de las manadas de violadores donde son sé si es más grave las de mayores de edad o las de menores con niñas igualmente menores

Costa lo dijo en el siglo XIX: "Escuela y merienda" y sigue siendo vigente esa solución que hoy diríamos "cultura" y "justicia social". ¿Y qué hacemos? ¡Nada! Decimos: "Es lo que hay". Y lo que hay es que en pocos años hemos pasado de que del 10 % poseedor del 50 % de la riqueza mundial ya ahora está en manos del 5 % y esa marcha sigue. Mas aún, sí que hacemos algo: enorgullecernos si uno de "nuestra tribu" asciende en la lista de Forbes, donde se encuentran por orden de su magnitud los ladrones de robos "legitimados".

Cuando éramos jóvenes decíamos: "Esto no se puede soportar, hay que cambiarlo". Y vaya si ha cambiado, pero para mal. Éste es un artículo dedicado a la no violencia, pero revindicando la justicia social; pacífica y por eso justo; no la no pacífica y por eso injusta que si se da, como la señora que asesinó a su marido violador de sus hijos, merece todos los atenuantes, aunque nunca eximentes. Y el delincuente acepta esa tutela judicial efectiva y cumple, ¿sin arrepentirse?, la condena que se le imponga. Es injusto que una condena exija a nadie un arrepentimiento que es parte de su intimidad protegida por la ley.

Tutela judicial efectiva. Porque creemos en lo que no vemos seguimos siendo pacíficos.

(*) Abogado

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