Zamora espera un 2023 de más realidades que promesas

Gaseoducto

Gaseoducto / Konstantinos Tsakalidis

Editorial

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El año que empieza pondrá a prueba las enseñanzas aprendidas durante 2022. No es un año cualquiera, a los empadronados de los 248 municipios de la provincia les toca examinar la labor desempeñada en el último cuatrienio por sus respectivas corporaciones locales en las elecciones municipales que llegarán en el mes de mayo. Previsiblemente, hacia el otoño llegará el turno de que Zamora alce su voz en las urnas nacionales para la elección de un nuevo Gobierno. Únicamente, salvo sorpresa, no habrá votación para la autonomía tras adelantarse los comicios de la Junta de Castilla y León justo hace un año, aunque no por ello se libre el Ejecutivo de la comunidad del escrutinio diario de los zamoranos. Quedan pendientes muchas iniciativas que dependen de los presupuestos regionales, que tendrán que enderezarse con la “retramitación” de la Ley económica que los sustenta, tras el bochornoso error en las votaciones de los socios de Gobierno, y que contiene importantes rebajas fiscales que llevan pregonándose muchos meses.

El ambiente que nos aguarda durante los próximos meses, en lo superfluo que adereza una campaña electoral que tiene más de perpetua que los catorce días que contempla la Ley Electoral, se parecerá mucho al que estos días se observa por las calles de Zamora: mercadillos y ofertas en cada rincón. Tocará desempolvar viejos proyectos guardados en los cajones y echar mano de promesas que nunca pasarán de los programas electorales de quienes se proclamen ganadores y, por tanto, responsables, del futuro de la provincia en años absolutamente decisivos.

Ya lo hemos vivido en otras ocasiones y algunas de esas iniciativas que luego quedaron en el olvido, tras presentarlas a bombo y platillo, pueblan las páginas de la hemeroteca, como demostraba esta semana el reportaje que recopilaba unas cuantas de esas “inocentadas” destinadas, en teoría a sacarnos del atolladero socioeconómico, pero que nunca trascendieron más allá de la chistera del político de turno.

Tenemos poco margen para dar la vuelta a la estructura productiva de Zamora, a que la industria agroalimentaria cierre ciclos, que avance hacia la era tecnológica de la mano del talento de las nuevas generaciones que se preparan y apuestan por su tierra

Pero, reiteramos, no es un año cualquiera, sobre todo en los pueblos de la provincia. La resignación puede haber pasado a la historia justamente por las innumerables ocasiones en que las esperanzas se han visto frustradas y al olvido le ha contestado la emigración. Los incendios del verano aún mantienen en estado de shock a buena parte de la provincia y han generado, al mismo tiempo, un poder de resiliencia imprescindible para seguir adelante. Hasta en las representaciones de las mascaradas ibéricas está presente, este año, el mismo espíritu reivindicador que han mantenido poblaciones diminutas como Monumenta, que sigue reclamando en una manifestación semanal desde hace más de un año, la reapertura del centro médico tras mil días de espera.

Zamora se resiste a la irrelevancia que le otorga el censo electoral frente a las provincias que distan en comodidades y renta. Gran parte de sus habitantes será objeto de una de las medidas recién anunciadas por el presidente Sánchez: los 200 euros para los perceptores de una renta inferior a los 27.000 euros. En Zamora la renta media más alta del pueblo “más rico”, Morales del Vino, no llega a los 22.000.

La respuesta multitudinaria a las manifestaciones por los fuegos del verano y a reclamaciones como contar con una fiscalidad diferenciada que convierta a la provincia en zona con atractivo inversor invita a pensar que la resignación con la que venía aceptando la población la tendencia a la desaparición empírica, con arreglo a los datos machacones del INE, ya no se puede dar por hecha. Si ello tiene repercusión en las urnas o si todo queda como está, se verá en unos meses.

Pero lo innegable es que se necesitan crear esas oportunidades de las que tanto se habla pero que no terminan de traducirse. Hay proyectos en marcha esperanzadores y las distintas administraciones parecen caminar de la mano en otros como el polígono industrial Puerta del Noroeste, en Benavente. Quienes nos gobiernan en cada una de las instituciones y aquellos que aspiren a puestos de responsabilidad tanto en la política como en las organizaciones sociales deben tener claras las prioridades y proyectos.

No bastan anuncios como el paso del gasoducto de hidrógeno verde, porque la lucha debe estar en la instalación de centrales de transformación y almacenamiento para evitar volver a ser la tierra que exporta energía, pero que, a cambio, queda exhausta. Las renovables han venido para quedarse y debe buscarse el equilibrio con la indispensable producción agrícola y ganadera para contar con nuevas fuentes de desarrollo, también con las plantas fotovoltaicas y solares. Un ejemplo de por dónde va el futuro lo apuntaban en estas páginas el proyecto de una firma de solares con el siempre pionero Consorcio de Ovino para desarrollar varias iniciativas que comprenden desde el turismo enogastronómico al aprovechamiento energético. El entendimiento es posible y sobresalir más allá de la Semana Santa también: ahí está el éxito de Fromago que colocó a Zamora como capital internacional del queso a través de la colaboración público privada.

Otros proyectos siguen en cartera, pero hay que afinar en el objetivo final: de poco servirá un acuartelamiento en Monte la Reina, que el subdelegado da por seguro, si solo sirve de instalaciones de paso para personal del Ejército. Apostemos por un centro tecnológico como los que maneja el Ministerio de Defensa con cargo a los fondos europeos Next Generation. En el debe hay que apuntar también, contra el bombo de cada conexión que se efectúa en la provincia que no vale presumir de avances en la extensión de la fibra óptica e Internet cuando todos los días hay poblaciones que se quedan en sombra.

Como debe mejorar el AVE, un instrumento que facilita la movilidad y que puede ayudar a estabilizar población, además de atraer visitantes, pero no a los precios actuales de los billetes, ni siquiera con los abonos según las quejas de los propios usuarios. La declaración de servicio público obligatorio, ya oficial, debería contribuir en acercar un medio de transporte llamado a ser el del futuro por su sostenibilidad.

Tenemos poco margen para dar la vuelta a la estructura productiva de Zamora, a que la industria agroalimentaria cierre ciclos, que avance hacia la era tecnológica de la mano del talento de las nuevas generaciones que se preparan y apuestan por su tierra. Las enseñanzas académicas en la provincia, desde la Primaria a la Universidad, despuntan en cuanto a resultados. Y esos mismos resultados son los que pueden equilibrar la balanza y encontrar la espita por la que se evapore el cansancio de toda una sociedad que combate, día a día, por superar cada año nuevo y viejo. Que 2023 marque, de una vez, la diferencia.

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