Fermoselle quiere recuperar los encierros a caballo

El Ayuntamiento busca voluntarios que participen en el cerramiento del "prao"

La tradición se perdió hace medio siglo

Los toros en la plaza de Fermoselle durante los encierros

Los toros en la plaza de Fermoselle durante los encierros / JOSÉ LUIS FERNÁNDEZ

I. G.

Fermoselle se propone recuperar los históricos encierros a caballo que se perdieron hace medio siglo, cuando se perdió la tradición de trasladar los toros desde las dehesas de Salamanca, antaño con los caballos y después en un camión para soltarlos en el "prao".

Esa pradera cercada recogía a los toros de las ferias de San Agustín y desde allí partían al encierro junto con los caballos. Una tradición que el Ayuntamiento pretende rescatar con la adecuación del "prao" mediante el cerramiento de una parcela donde se queden los toros que después se trasladarán hasta los corrales de San Albín para enlazar con el recorrido normal del encierro.

La parcela se habilitaría en el paraje del Valle las Huertas, donde se encerrarían los toros y se celebrarían los típicos asados que antaño acompañaban a las visitas para ver a los astados.

Es la razón de que la Comisión de Festejos del Ayuntamiento fermosellano haya convocado al vecindario para conformar un voluntariado que colabore en el cerramiento del "prao" y del recorrido del encierro. "Celebrar de nuevo los encierros a caballo desde el "prao" es una de esas tradiciones ancestrales que queremos recuperar, para que nuestros jóvenes sigan manteniéndolo a lo largo del tiempo, manteniendo viva nuestra cultura y disfrutando como lo hicieron nuestros mayores" apuntan desde la institución municipal que preside José Manuel Pilo.

Una vez que este constituido el grupo de voluntarios, se organizarán las jornadas de trabajo para preparar la infraestructura con vigas y hierros. La incorporación del encierro a caballo en las fiestas de San Agustín de este año dependerá de la respuesta vecinal y la organización del cerramiento, apuntan desde el Ayuntamiento de la villa de los Arribes, donde se celebran uno de los encierros más señeros que cada agosto atraen a miles de aficionados.

Una tradición que hunde sus raíces en el siglo XV. Existen registros sobre la celebración de los encierros que datan del año 1523, cuando Carlos I concedió a la Villa tal "privilegio". El itinerario en la actualidad parte de los corrales situados en San Albín hasta la Plaza Mayor.

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