Hoy conocemos... Mellanes (Aliste)

Puente sobre el arroyo del Cuervo

Puente sobre el arroyo del Cuervo / Javier Sáinz

Javier Sáinz

Un rincón agreste, a la vez que pintoresco, situado a orillas del río Mena, es el ocupado por el pueblo de Mellanes. Allí sus casas se escalonan en una cuesta encrespada, asentadas sobre solares incómodos e irregulares. Esa compleja ubicación forzó el trazado de calles sinuosas y en fuerte desnivel, originando un conjunto urbano de intenso carácter, muy atractivo, uno de los más vistosos de Aliste. Dejaron así libres los espacios bajos, los más fértiles, dedicados a huertas y prados; pero también mantuvieron los de arriba, llanos y abiertos, reservados para las eras, imprescindibles en la recogida de las cosechas. Más distantes, las cuestas circundantes quedan destinadas a pastizales, más menguados cada año por el avance del bosque y el matorral. Las fincas sembradas se extienden por las planicies superiores.

Estas tierras, muy aptas para la ganadería, fueron pobladas desde muy antiguo. Al otro lado del propio río, se localiza uno de los castros más notables de nuestras tierras. Ocupa un estratégico cerro limitado por profundas vaguadas, formando parte de las laderas que cierran el valle por el oeste. Se le denomina de La Encarnación, debido a una ermita que existió en uno de sus extremos, en solares reutilizados para el cementerio local. Ese oratorio, que en un principio se denominó de Nuestra Señora del Castro, ya existía en 1607, pero debió de ser abandonado hacia 1740, para arruinarse poco después. La imagen mariana titular fue llevada a la iglesia local, pero dice la leyenda que regresaba cada noche, por lo cual se vieron obligados a poner rejas para que se quedara en ese templo mayor, donde aún se le da culto.

El mencionado poblado castreño estuvo en uso desde la Segunda Edad del Hierro hasta la conquista romana, fundamentalmente desde el siglo V antes de Cristo al I de nuestra era. Posee formas ovaladas, con una extensión de cerca de cuatro hectáreas, siendo sus límites un potente cerco amurallado bien perceptible, reducido ahora a un lomo térreo generado con sus derrumbes. La altura de esas defensas llega a ser de más de cuatro metros en ciertos puntos. Su estructura originaria contó con muros escalonados, creados con mampostería de pizarras, rematados con losas superiores. Tal barrera, en las zonas más accesibles, se completó con fosos externos bastante profundos. La entrada principal se abre hacia el oeste, por donde penetra en la actualidad la pista de acceso. Se piensa que tuvo a su vez otras tres puertas. El enclave ha sido estudiado con detalle, habiéndose realizado intensas prospecciones arqueológicas entre los años 2018 y 2020. Dentro se han hallado cimientos de viviendas circulares, las típicas castreñas, pero también de otras rectangulares ya de época romana. Los vestigios localizados, tanto de cerámicas como de otros útiles, han permitido conocer con cierto detalle la vida de las gentes de aquella época. El grupo humano que lo habitó perteneció a la tribu de los zoelas, integrada en el pueblo astur. En nuestros días, gruesos robles, muchos de ellos centenarios, sombrean esos yermos solares, tan frecuentados antaño.

Mellanes (Aliste)

Molino de los genicios / Javier Sainz

Centrándonos ahora en la historia de la propia localidad, llama la atención su nombre. Se supone que es derivado de Aemilianus, personaje que podría haber sido el hipotético repoblador del lugar tras la Reconquista, allá por el siglo IX. La primera cita que se conoce sobre la existencia de la población se encuentra en los diplomas del monasterio de Moreruela. En uno de ellos, fechado en el 1256, se menciona a Loppe García, clérigo de Mellanes. También aparece registrado en legajos judiciales del año 1549, guardados en la Real Chancillería de Valladolid. Llegados a finales del siglo XVIII, el primer asalto documentado en la provincia zamorana de un grupo de bandoleros ocurrió en este pueblo el 28 de diciembre de 1793. Como posteriormente en otros sitios, la víctima del robo fue el cura local, probablemente el único vecino que podría contar con alguna riqueza. Con el desarrollo de las normativas municipales del siglo XIX, Mellanes fue incluido en el ayuntamiento de Ceadea. A él perteneció hasta su desaparición en 1973 en que todos sus lugares fueron integrados en el de Fonfría, excepto el propio Mellanes, que se incorporó al de Rabanales, al que sigue adscrito.

Mellanes (Aliste)

Posible capitel romano en Mellanes / Javier Sainz

Al deambular con detenimiento por sus calles comprobamos que conservan en gran medida la arquitectura tradicional del pasado. Esos edificios seculares están construidos con una áspera mampostería de lajas pizarrosas muy oscuras, entre las que se suelen integrar bloques de cuarzo blancuzcos, produciéndose intensos contrastes cromáticos. Para las esquinas y reborde de los vanos se reservaron sillares de granito, tallados con cierto esmero. A su vez, en las cubiertas se utilizó mayormente la teja común. Esas formas aparecen en la práctica totalidad de inmuebles auxiliares, destacando las portaladas de acceso a los corrales, con sus dinteles de granito o gruesas vigas de madera. Debido a su precaria funcionalidad respecto a las exigencias de la vida actual, la mayoría de esos recintos se hallan abandonados, sin mantenimiento, resistiendo firmes por su natural solidez. Existen también viviendas de esas características, algunas de las cuales han sido rehabilitadas con esmero, para destacar ahora por su nobleza. Otras muchas de las actualmente en uso han sido levantadas de nueva planta con materiales actuales, agregando una positiva nota de modernidad y progreso.

Los dos ejes urbanos del pueblo, paralelos entre sí, son la calle Real y la calle de la Iglesia. En la esquina de una de las travesías que las enlaza entre sí se halla una rústica cruz pétrea, arrimada a una pared. Está recortada en un único lastrón pizarroso, siendo sumamente tosco el resultado, pues no se consiguió ninguna finura y sus brazos aparecen astillados, parcialmente rotos. A pesar de su imperfección, emana un singular encanto, una profunda emotividad. La zona común de esparcimiento local es la antes mencionada de las eras. Allí se halla la que fuera sede de las escuelas y se localiza un modesto parque infantil.

Mellanes (Aliste)

Vista general de Mellanes / Javier Sáinz

La iglesia, consagrada a Santiago, se ubica en zona prominente, contando con un irregular espacio libre por delante que puede considerarse como la Plaza Mayor. El propio edificio religioso presenta estructuras modestas, formado por una cabecera cuadrada prominente y una nave más baja a la que se adosan un porche y estancias auxiliares. El campanario es una espadaña sencilla de tres vanos, totalmente recubierta de cemento, la cual es muy posible que proceda de una reconstrucción moderna de otra anterior perdida. El templo en su conjunto, dados esos caracteres, pudo construirse entre los siglos XVII y XVIII. No obstante fue levantado sobre los solares de otro más antiguo, de estilo románico. Testimonio de ello es la portada que se conserva, formada por dos archivoltas de medio punto, apoyadas sobre jambas lisas, con una imposta elemental a modo de capitel. Para esta parte utilizaron piedra de granito muy dura, que no permitió ninguna licencia ornamental. Aún así, en ciertos sillares se distinguen cruces realizadas con incisiones elementales, votivas posiblemente.

Existe un largo poyo, arrimado a la pared meridional de la iglesia. Está formado por piedrones desiguales, muy desgastados. Entre ellos descubrimos un capitel dórico, muy simple, que se ha catalogado como romano. Justo en frente, en la casa más inmediata, colocado como guardacantón de una de sus esquinas, se halla un bloque cilíndrico, quizás uno de los tambores de alguna columna, considerado también como de la misma época. Se cree que ambas piezas pudieron traerse desde el castro.

1.- Puente sobre el arroyo del Cuervo.
2.- Molino de los genicios.
3.- Muralla del castro.
4.- Posible capitel romano.
5.- Vista parcial del pueblo.

Muralla del castro de Mellanes / Javier Sáinz

El interior de la iglesia se halla limpio y cuidado con esmero. Sus muros aparecen enfoscados, pintados de blanco, quedando libres y a la vista los sillares del arco triunfal y de otros vanos secundarios. A su vez, las techumbres son armaduras de madera, bien reparadas. Las miradas se centran enseguida sobre el retablo principal, pieza barroca sencilla pero hermosa y digna, realzada por los dorados y la policromía. En su nicho central se entroniza la imagen del santo patrón, el apóstol compostelano, representado como peregrino. Se sabe que tal efigie fue cincelada por el escultor zamorano Blas María González Córdoba en el año 1830. Dos años después realizó las tallas de la Virgen del Rosario y de Nuestra Señora de la Encarnación, situadas a ambos lados. Arriba, en el ático, se halla un crucifijo. Existen otros retablitos secundarios, de estilo popular, simples pero gratos. En uno de ellos ha de colocarse la efigie de San Pedro, del tallista Pedro Enzieta, fechada en 1563, mostrada en Salus, la magna exposición de arte sacro celebrada en Alcañices en el año 2022. Interesante es también la pila bautismal, un cuenco de granito ornado en su cara externa con incisiones a modo de gallones y con una gran cruz patada en el lateral más visible. Pudiera ser del siglo XII.

Pese a lo señalado, el principal atractivo local y su máxima potencialidad de cara al futuro es su entorno paisajístico. Resulta sumamente grato el pasear por la zona baja, junto a las orillas del río Mena, formadas con jugosos prados y frondosas choperas. Uno de los afluentes de esa corriente principal es la rivera del Cuervo, la cual desemboca justo por debajo del pueblo. Perdura sobre ella un rústico puente creado con grandes losas de pizarra, apoyadas sobre pilas elementales. Las estampas que ofrece, realmente bucólicas, parecen arrancar de un pasado remoto. Aguas arriba se emplaza el importante molino de los Genicios, restaurado por el ayuntamiento de Rabanales y la Fundación Fomento Hispania en el año 2017. En su interior se ha instalado una especie de centro expositivo o pequeño museo sobre la molinería tradicional. Antaño el edificio era propiedad de una comunidad de usuarios, cuyos socios molían por turnos, ahora su titular es el municipio. Posee una azuda o presa de unos tres metros de alta, creada con lajas pétreas sabiamente colocadas como cuñas. Se genera así una balsa bastante extensa, un ámbito acuático de notable importancia ecológica, el cual posee unas colas de más de 200 metros, inundando los lechos del propio arroyo del Cuervo y del de Gijoso que allí se juntan. A su vez, las aguas que rebosan se precipitan en una sonora cascadilla. Funcionaron otr++os molinos, aún en pie, como el de Las Mayadicas y el Perroyo. Más perdido yace el de Mateo. Todos admirables en su simplicidad.

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