Hoy conocemos... Jambrina (Tierra del Vino)

La iglesia de Jambria entre la arboleda.

La iglesia de Jambria entre la arboleda. / J. S.

Javier Sainz

Rodeado de tierras suaves y amenas, Jambrina aprovecha los fecundos espacios de un vallejo secundario, limitado hacia el oriente por un potente talud de unos cien metros de desnivel y hacia el otro lado por lomas exiguas que no suponen ninguna barrera. Esa depresión aparece drenada por un arroyo que lleva el mismo nombre que el pueblo, el cual desagua en el más principal arroyo de Valparaíso. Prosperan a sus orillas hileras de árboles, que llenan de verdor y pujanza todo el entorno. Su distancia desde Zamora es de unos 18 kilómetros.

Parte de los caudales del curso acuático citado surgen del enclave denominado Bodonal de San Geminiano. Este pago, que cuenta con una amplitud de varias hectáreas, está situado al norte del pueblo y es un retazo de terreno muy húmedo, pantanoso, cuyos suelos tiemblan al pisar. Está ocupado por plantas acuáticas, como junqueras y espadañas, además de sotos de álamos y sauces, rezumando agua por toda su extensión. Su aprovechamiento, solo parcial, ha sido el de pradera. El nombre de San Geminiano con el que se le conoce es el de un obispo de Módena, en Italia, el cual vivió en el siglo IV y destacó por predicar en contra del arrianismo y defender su ciudad frente a Atila. Su relación con estos lugares se explica por una singular leyenda. Desde lejanos tiempos fue venerado en el pueblo, contando con una imagen a la que sus devotos atribuían numerosos favores y milagros. Las gentes del cercano pueblo de Gema quisieron apropiarse de tan portentosa efigie y para ello acudieron a buscarla. La subieron sobre un carro tirado por dos bueyes muy fuertes y enfilaron el camino de regreso. A poco de salir de entre las casas, sorpresivamente, los animales iniciaron una carrera y se introdujeron en el inmediato Bodonal dejando atascado el propio carro. Tal suceso fue tomado como el testimonio más firme de que el santo quería quedarse en Jambrina, por lo que lo devolvieron con presteza. Lo vemos ahora en la iglesia y le honran con una concurrida y famosa fiesta a finales de enero. Muy emotiva es la procesión en la que suben a los niños sobre las andas con la intención de que el santo los proteja en general y los libre de las hernias.

Jambrina (Tierra del Vino)

El pueblo de Jambrina, tras las peñas. / Javier Sainz

Al acudir a este templo parroquial hallamos un monumento voluminoso, con adustas formas externas. Cuenta con muros de sillería de piedra arenisca, la cual ha sufrido intensamente los ataques erosivos, habiendo necesitado numerosos parches de cemento para atajarlos. Asomando con energía por encima de los tejados, destaca su espadaña de tres vanos, probablemente rehecha, recubierta en su cumbre de enfoscados. La puerta, al resguardo de un pequeño portal, posee un vano rectangular, enmarcado por pilastras y un ancho friso superior. Por encima se abre una hornacina avenerada, ahora vacía, con dobles espirales a los lados.

Ya en el interior, cuidado y luminoso, lo vemos formado por una sola nave. Dispone de recios arcos fajones de medio punto, sujetando bóvedas de cañón con lunetos. Las miradas quedan fijas enseguida sobre el retablo principal, obra renacentista, del siglo XVI, policromada posiblemente en tiempos neoclásicos, creada por el escultor Juan de Montejo. Su calle central está ocupada por la talla de la Virgen titular y un Crucificado arriba, dejando a los lados hermosísimos relieves que reproducen, la Epifanía, la Huida a Egipto, la Presentación en el templo y la Asunción, además de otros menores en la predela, con la Anunciación y el nacimiento de Cristo. Existen además varios retablos secundarios que también resultan admirables. Barroco es el de San Juan, dotado de columnas salomónicas, atribuido a Francisco Pérez de la Carrera. De ese mismo estilo y autor es otro, provisto de quince medallones de pequeño tamaño que reproducen los misterios de Santo Rosario. Esos relieves antaño fueron independientes y estuvieron colgados por los muros inmediatos, habiéndose fijado aquí con posterioridad. En otro retablo más, rococó, con nicho trilobulado, se halla colocado un Santo Cristo en la cruz, de cuerpo recio, aún vivo, alzando su cabeza hacia el cielo.

Jambrina (Tierra del Vino)

Retablo de la iglesia de Jambrina. / Javier Sainz

De nuevo en la calle, justo por delante de la iglesia, se abre la Plaza Mayor, dotada de algunos árboles de sombra y un pequeño parque infantil. Al otro lado del templo, frente a su cara norte, se ubica la sede del ayuntamiento, edificio moderno, de diseños gratos y funcionales. Posee una fachada levemente asimétrica, con un balcón del que cuelgan las banderas reglamentarias y dejando por arriba, descentrado, el habitual reloj público.

Al recorrer con detenimiento el casco urbano advertimos que es estrecho y alargado, establecido a ambos lados del camino secular que desde pueblos meridionales, como Santa Clara de Avedillo o Fuentespreadas, enfila hacia Zamora. Su travesía es la llamada Calle Larga, trazada de sur a norte, la cual cumple fielmente en el nombre su principal característica. Si nos fijamos ahora en las casas, existen bastantes de nueva planta, pero se conservan numerosos ejemplos de la arquitectura tradicional de la comarca. Descuellan por poseer paredes construidas con la misma sillería de arenisca ya contemplada en la iglesia. Esta piedra, obtenida de canteras inmediatas, es de buena calidad y permite un acabado perfecto, aunque resulta demasiado blanda y poco resistente a hielos y lluvias. Posee un color dorado muy grato y atractivo. Debido a esa facilidad de talla topamos con detalles constructivos u ornamentales sumamente interesantes. Destaca una vieja vivienda, en la señalada Calle Larga, dividida en nuestros tiempos en distintas propiedades, por lo que ha sufrido ciertas mutilaciones. Exhibe en su fachada pilastras acanaladas, con volutas de varias espiras haciendo las veces de capitel. Sujetan la cornisa del alero, muy moldurada, cuya base es una hilera casi interminable de dientes. Los vanos aparecen decorados con esmero. De ellos, la puerta, ahora transformada en ventana, se realza con una orla de aros concéntricos alternando con aspas. A su vez, una de las ventanas, agrandada probablemente, lleva como copete un ramo floral sumamente estilizado, con una hexapétala y hojas con formas de corazón. Otra se corona con un par de aves picando una flor, además de un jarrón a cada lado. En su conjunto el inmueble es posible que fuera realizado a finales del siglo XIX o comienzos del XX, siendo uno de los ejemplos más destacados de la arquitectura popular de toda la provincia. En otras casas vemos balcones de pretiles pétreos, apoyados sobre gruesos ménsulones o porches amparando puertas, techados con bóvedas rebajadas y provistos de poyos a ambos lados.

Jambrina (Tierra del Vino)

Fuente en Jambrina. / Javier Sainz

Ese casco urbano señalado posee además una singularidad poco común. Una calle de su extremo septentrional pertenece al término municipal de Peleas de Abajo, como parte del denominado Desolado de La Mañana. Sobre este lugar histórico se sabe que quedó yermo entre 1660 y 1670, pero volvió a recuperar algún residente. En el siglo XVIII existía allí una casa y un mesón, siendo éste propiedad del Monasterio de Nuestra Señora de Valparaíso. Ahora cuenta con varias viviendas, pero las gentes que las habitan se consideran vecinos de Jambrina, participando en todos los actos sociales del pueblo. Esa situación administrativa no tiene su réplica en la distribución eclesiástica, ya que esos vecinos sí están integrados en la parroquia de la Inmaculada Concepción de Jambrina.

La línea de separación entre los espacios propios de Jambrina y los de La Mañana tiene como hito la fuente local. Se sitúa al noreste del núcleo urbano, en un ameno rincón. El manantial es bastante copioso, contando con una especie de alberca limitada por una verja. Los caudales vierten por un par de caños, situados en un pilar cuadrado de noble hechura, techado con una pirámide escalonada, todo construido con sillería pétrea. El bloque que corona la cúspide lleva al parecer la fecha de 1953, la cual se ha de corresponder con la de alguna restauración, ya que el conjunto presenta mucha mayor antigüedad. De esos dos chorros mencionados el perteneciente a La Mañana surge de la boca de un mascarón, muy bien tallado, en el cual se reproduce la cabeza de un león. El de Jambrina carece de cualquier tipo de ornato. A pocos pasos se sitúan las pilas del tradicional lavadero, sin uso en nuestros días.

Jambrina (Tierra del Vino)

Detalle decorativo en una casa de Jambrina / Javier Sainz

Evocando la historia local, se sabe de la existencia de gentes en estas tierras desde la más remota antigüedad. En el llamado Canchal de Jambrina se han localizado hoces de piedra del periodo Calcolítico, de hace unos 5000 años. Avanzando y mucho en el tiempo, en el pago de Santa Cruz señalan que aparecen fragmentos de tégulas, testimonio de algún asentamiento en época romana. El propio pueblo fue una aldea dependiente de la cercana villa de Gema y como tal estuvo incluido en su estado señorial. Se suele afirmar que su nombre es diminutivo de Exema, que así se denominaba la propia Gema en el año 1110. Otros estudios señalan que deriva del topónimo Salmas, “salinas” o de Examen, “enjambre”. En una de las citas más antiguas que se conoce referida al propio lugar, fechada en el 1179 y contenida en documentos pertenecientes al monasterio de Santa María de Valparaíso, ya aparece designado como Sambrina. En 1230, en el Tumbo Negro de la catedral zamorana se le nombra como La Xambrina. A su vez, de aquí era natural el pastor al que se le apareció la Virgen del Viso en el año 1260, para ordenarle que indicara a los sacerdotes zamoranos donde estaba oculto el cuerpo de San Ildefonso.

Un paraje del término local realmente atractivo es el de la cuesta que se alza a oriente del pueblo, Aparte de las amplísimas panorámicas que se divisan, existen por allí formaciones rocosas naturales sumamente pintorescas, con formas de torres o de hongos de varios metros de altura. Una de ellas se la denomina Casa de la Reina, siendo en realidad un gran bloque pétreo hendido por una grieta profunda. Aún debe de habitar allí una legendaria dama real.

De notable interés paleontológico, en ciertos pagos inmediatos se han hallado fósiles muy poco comunes de la era Cenozoica, de hace unos 60 millones de años. Destaca una tortuga que padecía una deformidad pero que no le impidió su desarrollo. También se han hallado restos de mamíferos Los ejemplares más completos están recogidos en la interesante sala de fósiles de la Universidad de Salamanca.

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