Hoy conocemos... Escuadro (Sayago)

Una bucólica hondonada, protegida por lomas poco destacadas, sirve de asiento al pueblo zamorano

Ermita de Santa Bárbara.

Ermita de Santa Bárbara. / Javier Sainz

Javier Sainz

Una bucólica hondonada, protegida por lomas poco destacadas, sirve de asiento al pueblo de Escuadro. Para acceder hasta él existe una única carretera que enlaza Almeida con Viñuela, prolongándose después hacia Santiz, ya en la vecina provincia salmantina. Esa calzada, con buen firme, cruza tangencialmente por el lugar, con lo cual, su tráfico no altera la quietud y el sosiego dominantes. El término propio, que engloba también la dehesa de Macadina, posee una extensión de unas 1480 hectáreas. En cuanto a su adscripción territorial, pertenece al municipio de Almeida, aunque antaño contó con ayuntamiento propio.

Escuadro (Sayago)

Escuadro (Sayago) / Javier Sainz

En un intento por desentrañar la historia, nada se sabe sobre los orígenes de la localidad. Lo más probable es que surgiera como una aldea más en la Alta Edad Media, tras la Reconquista, al igual que otras del entorno. La primera noticia escrita en la que aparece su nombre está fechada en 1255, recogida en el cellero de Fresno de Sayago. Y es que el lugar perteneció al señorío de ese mencionado Fresno y como tal fue posesión de los obispos zamoranos.

Escuadro (Sayago)

Escuadro (Sayago) / Javier Sainz

No obstante, perduran numerosos vestigios arqueológicos que testifican que estos espacios estuvieron poblados desde mucho antes. Se han localizado diversas estelas sepulcrales de los siglos II y III, reaprovechadas como materiales de obra en inmuebles muy posteriores, algunas decoradas con ruedas solares y dotadas de inscripción dedicatoria. Una de ellas, colocada como dintel de una ventana en el edificio que fue de las viejas escuelas, resulta muy interesante, pues es bisoma. En una de sus partes se ha podido descifrar su inscripción, la cual traducida indica: “A Casia, muerta a los 25 años, dedica esta lápida su marido Eburi”. No se sabe de dónde proceden estas piedras, aunque se supone que de la dehesa de Macadina, ya que allí se han localizado restos de una necrópolis de aquella lejana época. Además, se suele afirmar que el nombre local deriva de “ex quadru”, expresión latina que puede traducirse como “fuera del cuadro”, especulando que hubiera existido un campamento legionario y la población hubiera surgido contigua a sus límites. Más probable es que el topónimo apareciera tras la repoblación allá por los siglos IX o X, con el significado de trazado en ángulo recto.

Escuadro (Sayago)

Escuadro (Sayago) / Javier Sainz

El paraje en el que se ubica el casco urbano resulta sumamente acogedor, abierto, pero a su vez íntimo y recogido. Los edificios se dispersan anárquicamente, separados por fincas limitadas por paredes, las típicas cortinas sayaguesas. Se forman así barrios bien definidos, denominados de Arriba, de la Iglesia y del Barrero. Al igual que en toda la comarca, cada una las casas aparece rodeada por corrales, establos y tenadas; formando un extenso bloque unifamiliar, con acceso a través de las características portaladas. Aunque hallamos algunas ruinas, se mantiene en gran medida el aspecto secular, muy evocador. A su vez existen numerosas casas nuevas, testimonio de un progreso siempre positivo.

Escuadro (Sayago)

Escuadro (Sayago) / Javier Sainz

Parte importante de la dotación urbana, aún perduran las fuentes tradicionales, antaño mucho más frecuentadas que en nuestros días. Se las conoce como del Barrero, el Pozaco, Prado Viejo, Navalfaraz…, algunas de ellas provistas de lagunas en las que se acumulan sus flujos para servir de abrevadero a los ganados. Pero de todas, la más significativa e importante es la llamada fuente de Beber, así designada porque de su depósito de extraía el agua para consumo humano. También se la señala como Fuente Romana, debido a sus formas. Se halla solitaria hacia el oriente, distante algunas decenas de metros de los últimos edificios, en un entorno muy placentero, con una campa libre por delante. Posee un pozo rectangular, protegido por una vetusta bóveda de medio cañón que asoma poco del propio suelo, formada por gruesos sillares y desprovista de cualquier tipo de tejado. Pese a esa denominación de “romana”, es muy difícil precisar sus orígenes, ya que carece de cualquier fecha o inscripción. Está comprobado que con estos caracteres se acondicionaron fuentes en la comarca hasta bien cerca de nuestros tiempos. En estudios sistemáticos y comparativos de todas las existentes en la provincia, se han concretado para ésta una hipotética hechura del siglo XIX.

Muy característico es el trinquete o frontón, levantado en el medio del pueblo. Lo forma un grueso muro de mampostería pétrea, enfoscado con cemento en una de sus caras. El suelo, que antaño fue de tierra, presenta ahora un pavimento de hormigón liso y cuidado. Y es que el juego de pelota fue sin duda el deporte más popular en todo Sayago, seguido con entusiasmo por los mozos y también por hombres maduros. En la mayor parte de los pueblos de la zona se aprovechó para su práctica alguno de los muros de su iglesia, el de la espadaña o el de la cabecera. Aquí en Escuadro, por la angostura de los espacios y por la existencia de salientes modillones, eso no pudo ser y por eso construyeron una estructura independiente, posiblemente a prestación personal. En cuanto a su cronología es muy probable que sea ya centenario. Contigua a él se halla la sede de las escuelas, sin uso docente desde hace tiempo. Al otro lado han instalado un modesto parque infantil.

Pese a lo ya señalado, el edificio más valioso de todos los locales es sin duda su iglesia parroquial, consagrada a la Asunción de Nuestra Señora. Es un monumento sumamente interesante, un tanto singular, fruto de obras y reformas sucesivas realizadas en épocas diversas. En cuanto a sus orígenes es muy posible que arranquen del siglo XIII, pues en su interior se conserva el arco triunfal doblado y levemente apuntado, bien típico del estilo románico tardío comarcal. No obstante, en los volúmenes externos, sus formas son las comunes de los siglos XVI y XVII, con una cabecera cuadrada prominente y una nave más baja. Sobre el hastial del oeste se alza una espadaña de tres vanos y hacia el mediodía se adosan la sacristía y un portalillo a cuya sombra se abre la actual entrada. Ésta se forma con un arco de medio punto creado con grandes dovelas, contando por encima de su clave con una hornacina ahora vacía. Antaño poseyó otra puerta en la base del campanario, tapiada desde hace mucho, la cual también dispuso de un porche protector, pues unas ménsulas salientes así lo indican. Tras observar con detenimiento el despiece de los muros, apreciamos que están construidos en gran medida con materiales reaprovechados, sillares desiguales que no forman hiladas uniformes. Entre ellos encontramos parte de las estelas romanas señaladas, hasta seis. También aparecen otras piezas con dibujos muy borrados, que en un caso nos parece un alquerque o un tablero de juegos medieval. Muchas otras poseen cruces de diversos tipos. Hallamos asimismo varios bloques con ajedrezados en sus caras visibles. En la pared de la sacristía una inscripción señala: “Hizo esta obra Domingo Albarez, 1683”.

En el interior, en los últimos trabajos de restauración se eliminaron los enfoscados de las paredes, por lo cual se muestran ahora con la piedra a la vista. A su vez, las techumbres son armaduras sencillas de madera. El retablo mayor presenta una hermosa estructura barroca, dotada de un par de columnas salomónicas. En su centro, enaltecida por la luz cenital que penetra por un transparente, se halla la imagen titular de Nuestra Señora. Arriba, el ático está ocupado por un relieve de Dios Padre. Completan el frontal dos retablos secundarios, también barrocos, constituyendo entre todos un suntuoso conjunto. Notable resulta la efigie del Santo Cristo del Amparo, colocada en un retablito del muro de la epístola. Es una escultura gótica esbelta y fina, cincelada posiblemente en el siglo XIV, dotada de un largo paño de pureza.

Otros dos edificios religiosos perduran en el término local. Son dos ermitas, de distinta importancia y diverso estado de conservación. Una de ellas está consagrada a la Santa Cruz y se ubica hacia el sur, a orillas de un camino antaño más frecuentado. Hallamos un recinto humilde, mutilado al haber cedido parte de sus solares para el cementerio que se adosa a sus muros. En nuestros días carece de culto, aprovechado como almacén o trastero.

Mucho más importante en cuanto a la devoción y el cariño de las gentes es la ermita de Santa Bárbara. Se emplaza sobre la cima del teso de ese nombre, a un kilómetro largo de las casas, en dirección sureste. En ese enclave convergen los términos de Escuadro con los de Viñuela y Alfaraz, por lo que el santuario tiene un cierto carácter comunero. Desde sus proximidades el dominio visual abarca grandes extensiones, abierto hacia todos los puntos cardinales. La existencia de ese centro de cultos se explica con una ingenua leyenda. Cuentan que en tiempos inmemoriales unos pastores encontraron en aquel paraje una imagen de la santa escondida entre unos carrascos. En aquellos momentos se había desatado una terrible tormenta, con truenos restallantes y rayos amenazadores. Pero nada más hallar la bendita efigie las nubes se deshicieron y sobrevino una serena calma. Trasladaron la figura de la santa a la iglesia del pueblo, pero a la mañana siguiente había regresado al paraje de su aparición, suceso que ocurrió tantas veces como intentaron cambiarla. En vista de ello edificaron en aquel enclave un oratorio para cobijarla. Una cofradía se hizo cargo de su mantenimiento, la cual ya existía en el siglo XVII. Según sus estatutos debía de estar formada por cincuenta varones. El edificio es rústico, con planta rectangular, a la que se agrega por el norte una sacristía y un porche en el que se abre la puerta. Asomando por encima de los tejados se yergue una espadaña de un solo vano, construida hace algunas décadas. Curiosas son el par ventanas limosneras situadas en el costado de poniente, taladradas ambas en un mismo bloque pétreo.

Son dos las jornadas del ciclo anual en las que acuden hasta aquí en romería. La principal tiene lugar el lunes de pascua de Resurrección, en la que se pasea la santa en sencilla procesión. Volverán después en rogativa el fin de semana siguiente a San Isidro.

Aunque el pueblo cuenta en nuestros tiempos con sólo media docena de casas habitadas de continuo, mantiene una pujanza destacada. Su economía se basa en la ganadería. Funciona una asociación cultural con más de 200 personas afiliadas. Ello viene a demostrar el arraigo por este lugar de origen de las gentes que se vieron obligadas a emigrar.