El monasterio de Zamora que renació de una "montaña de piedras"

El equipo que a lo largo de treinta años ha intervenido en las ruinas de Santa María de Moreruela describe un trabajo complejo: "conservar sin interferir"

La arqueóloga Hortensia Larreén dirige el recorrido por las estancias del Monasterio de Granja de Moreuela durante la jornada de puertas abiertas | Ana Burrieza

La arqueóloga Hortensia Larreén dirige el recorrido por las estancias del Monasterio de Granja de Moreuela durante la jornada de puertas abiertas | Ana Burrieza / Irene Gómez

Han pasado casi tres décadas desde que la Junta iniciara los trabajos de recuperación del Monasterio de Santa María de Moreruela. En el año 1994 culminaba el proceso de expropiación y, ya en manos públicas, comenzaba la titánica tarea de transformar una "montaña de piedras" en un espacio visitable que permitiera a los ciudadanos conocer la belleza del monumento y su relevancia como uno de los enclaves más significativos de la historia del Cister, a lo largo de su trayectoria histórica entre los siglos XII y XVIII.

El renacimiento de las ruinas del Monasterio de Moreruela es "la expresión de la máxima colaboración" entre la legión de profesionales que a lo largo de estos años han trabajado en el monumento. Lo destacaba ayer el director general de Patrimonio Cultural, Juan Carlos Prieto quien, con la delegada territorial Leticia García, inauguró la jornada de puertas abiertas celebrada en el recinto monacal. "Estamos ante una ruina consolidada que cada vez va cogiendo más valor para ser un motor de desarrollo del territorio".

El Monasterio que renació de una "montaña de piedras"

El Monasterio que renació de una "montaña de piedras" / Irene Gómez

La finalización de los trabajos de estabilización y excavación del Pabellón de Novicios, que será integrado en el recorrido visitable del monasterio, invitaba a un recorrido por la historia y las distintas intervenciones, para concluir por estancias del recinto de la mano de los técnicos que a lo largo de años han dirigido los trabajos.

Hortensia Larrén, arqueóloga del Servicio Territorial de Cultura de Zamora, describió la evolución histórica, desde sus primeras referencias a finales del siglo X hasta el segundo monasterio de San Salvador de Moreruela. Destacó a inscripción encontrada en la cabecera del templo que ha servido para datar el inicio de la construcción de la iglesia en 1162.

Ni siquiera su reconocimiento como Monumento Histórico Artístico, en 1931, fue capaz de frenar el progresivo deterioro

Con el paso del tiempo, la ruina en la que se convirtió el Monasterio queda reflejada en la documentación gráfica de finales del siglo XIX. A partir de ese momento se acentúa el abandono "llegándose a vender y a robar las tejas de la cabecera". Ni siquiera su reconocimiento como Monumento Histórico Artístico, en 1931, fue capaz de frenar el progresivo deterioro de tan excepcional conjunto monástico. Desaparecieron cierres, sillares, pastaron las ovejas, las vacas, la vegetación "reinaba por todos los lados", los escombros ocultaban estancias desconocidas. Las investigaciones han permitido determinar que "estamos ante un monumento de con reformas constantes" precisó Larrén.

El Monasterio que renació de una "montaña de piedras"

El Monasterio que renació de una "montaña de piedras" / Irene Gómez

Leocadio Peláez, arquitecto vinculado al Monasterio desde las primeras intervenciones realizadas por la Junta de Castilla y León, huyó de protagonismos para dar valor al trabajo en equipo, siempre movido por el celo de "conservar sin interferir; intentando que no se note lo que hacemos. Nos vamos adaptando a lo que nos va pidiendo el propio edificio".

Quien ha llevado la dirección facultativa de muchas intervenciones, describió ante los participantes en la jornada de puertas abiertas, un trabajo complejo, "lento y con muchísimo cuido. No conocíamos algunas partes porque era una escombrera". Por eso, la empresa de ir descubriendo e interpretando las ruinas ha requerido de una "labor técnica, muy minuciosa, que requería mucha precisión". Vaciar los montones de escombros imponía una labor de seguimiento porque "cualquier elemento nos podía dar información del edificio".

El renacimiento de las ruinas del Monasterio de Moreruela es la expresión de la máxima colaboración

Su compañero Javier Represa, también arquitecto, incidió en la "excelente sintonía" en el conjunto de la intervención en una obra compleja, marcada por la "incertidumbres y el temor" ante un cuerpo tan tremendo de escombros, de hasta 9 metros de altura, y el riesgo de derrumbamiento de los muros. Se encontraban ante "una ruina que nos desconcertaba". Represa describió la situación del Monasterio como un "universo vegetal" poblando las crujías, que obligaba a una labor de limpieza, desbroce y retirada de árboles que estaban afectando al perímetro.

Visita a la antigua iglesia del Monasterio de Moreruela

Visita a la antigua iglesia del Monasterio de Moreruela / ANA BURRIEZA

"Teníamos una excepcional encina que al final se respetó como excepcional elemento receptor del visitante". El estado de abandono del conjunto monacal de Granja de Moreruela requirió de una labor de desbroce que, más allá de la superficie, obligó a eliminar toda la colonización de hiedras "que estaban comprometiendo la estabilidad de las precarias ruinas que habíamos heredado". Hasta la maquinaria estaba estudiada, con un dimensionado específico para que el tamaño tuviera un "altísimo grado de operatividad trabajando en unas condiciones circenses, complejas en el interior de las distintas crujías".

Los asistentes a la jornada pudieron conocer el "antes y el después" a través de una serie de fotografías que describen la proeza de las distintas intervenciones hasta conseguir "un espacio digno visitable".

El equipo de arqueólogos, representado por Javier San Vicente, Antonio Trigo y Patricia Fuentes, ausente por motivos familiares, describió los trabajos excavación del Pabellón de Novicios. El estado inicial de ruina no permitía saber cómo eran realmente estos espacios: ni su configuración interior, ni su conexión con el resto del monasterio, ni siquiera entre ellos.

La obra ha conllevado una compleja labor de excavación arqueológica y estabilización estructural, que ha permitido garantizar la documentación y conservación de los elementos constructivos exhumados. Los arqueólogos han recuperado materiales de la época medieval y moderna, como una huella, inscripciones, estelas, marcas de canteros o un alquerque.

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