Este pueblo de Aliste recupera "las faenas de ayer"
La feria de San Juan del Rebollar recupera la siega a hoz, el acarreo con carro y la trilla en la era
San Juan del Rebollar puso en marcha a lo largo del pasado fin de semana la primera Feria de las Artes y Oficios Tradicionales que fue todo un éxito de organización y participación, abriendo las puertas a su continuación en los próximos años con vistas a dar a conocer y salvaguardar las viejas costumbres alistanas.
Niños y adolescentes salieron por un día de su burbuja de cristal en unos tiempos donde causan pavor las olas de calor a quienes pueden aguantarlas a la sombra, mientras los alistanos y las alistanas de antaño le plantaban cara a la canícula en plena facera, si acaso protegidos por un pañuelo moquero atado en su cuatro esquinas y una barrila de agua: desde la siete de la mañana hasta las nueve de la noche parando solo para "tomar las diez" (bocadillo), comer a la sombra de una meda o morena y "tomar las cinco" (merienda).
Un anciano alistano de pueblo, de los de antes, de boina, sencillez, honestidad y sabiduría extrema, daba su consejo y sentencia a su nieto de capital: "Ni a dormir íbamos a casa. ¿La siesta? Un ratico, y si no había un árbol cerca, con la cabeza a la sombra de un manojo y el cuerpo al sol que eso era bueno para estar duros y no coger catarros".
Matrícula de honor para la organización a cargo del Ayuntamiento de San Vitero que preside Laura Vanesa Mezquita, siempre atenta al desarrollo de los actos; Caja Rural de Zamora, Protocolos y Eventos Arfa y Asociación Cultural Carqueisa de San Juan del Rebollar.
La Feria de Artesanos y Productores tenía lugar en el Edificio de Servicios Múltiples desde las 10 de la mañana hasta las 21 horas. Por la tarde se contó con atracciones para los niños que acudieron a conocer la tradición.
Fue Aliste tierra de oficios, tan duros como dignos, pues formaron parte de la supervivencia durante siglos. Uno de ellos fue la siega a hoz del trigo, la cebada y el centeno que los más mayores volvieron a revivir, antaño como pura necesidad y hoy como una reliquia del pasado. Las hoces compradas en La Salud y la barrila de agua de Moveros volvieron a ser por un día enseres camperos.
También se realizó una demostración de siega con las ya más modernas maquinas de segar Olympia y BCS, que incluso ataban los manojos. No faltó el acarreo de la mies con el carro tirado por una burra.
La recuperación de la trilla se hizo con las viejas trilladoras Ajuria llegadas desde Vitoria para relevar los trillos de madera y piedra que venían a vender a Aliste los trilleros desde Cantalejo, provincia de Segovia. En San Juan ya no queda ni una sola pareja de vacas con las que poder revivir el acarreo y la trilla.
Si importante era el trabajo, tanto o más la comida para reponer fuerzas. Las mujeres recrearon la elaboración del rancho en los llamados "potes portugueses" al calor de la leña de encina.
La Ruta de los Molinos permitió a los vecinos y foráneos darse una buena vuelta por el campo, en la ribera del río Mena, para conocer los aconteceres de la molienda donde las piedras francesas movidas por la fuerza del agua convertían antaño en harina el grano de centeno, trigo y cebada para hacer pan y para alimentar al ganado.
Gracias a las artesanas y artesanas de otros tiempos las nuevas generaciones pudieron disfrutar descubriendo y conociendo oficios y artes tradicionales como la elaboración de cestería, adobes de barro y paja, jabones caseros, cintas para manteos, paizos de paja para colocar las calderas y cremas naturales para la piel.
Las artes y los oficios tradicionales alistanos resurgieron del olvido gracias a la iniciativa de San Juan del Rebollar, un pueblo cuyos vecinos y vecinas siempre se han mostrado muy orgullosos de sus de orígenes.
La feria rozó la excelencia, pues los organizadores se esmeraron en cuidar hasta el más mínimo detalle, entre ellos, el recuperar las artes y oficios en pleno campo, allí donde antaño se desarrollaban desde el amanecer hasta la anochecida.
La cosecha comenzaba por el 13 de junio (san Antonio) con el esquileo de las ovejas y la recogida de la hierba; la siega iba de san Juan (29 de junio) a Santiago (25 de julio), para continuar luego con el acarreo y la trilla hasta La Natividad (8 de septiembre), cuando se procuraba tener ya el grano en la panera y la paja en el pajar.
Se cerró la exitosa feria con una convidada a limonada y a hornazo tradicional alistano.
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