Perplejos aseguran haberse quedado los diputados provinciales del PSOE en Zamora porque la Diputación de la que forman parte lleva meses negándoles los expedientes solicitados, para su información, de diversos asuntos de interés. Según la bancada socialista y su portavoz, Antonio Plaza, lo que se intenta es impedir la natural labor de seguimiento y control de la institución por parte de la oposición. Los del PP replican sintiéndose abrumados por la petición masiva de expedientes, algo que Plaza niega pues se trata, afirma, de temas selectivos y concretos, como el relativo a la financiación de la fundación Rei Afonso Henriques. Pues el derecho a la información no se puede negar en democracia, eso está claro.

Muy cerca, en el Ayuntamiento capitalino, asombros y perplejidades se producen en cadena, una tras otra. Sigue el grupo del PP dando la matraca con la visita del embajador de Venezuela, destilando una tan burda demagogia que hace que ya nadie se tome en serio sus críticas en el vacío. ¿Habría que haber recibido al representante de un país con el que se mantienen relaciones diplomáticas, por tensas que sean, y a un diputado nacional de IU en la calle o a las puertas del edificio municipal solo por su pensamiento político? Parece que en el PP ya nadie recuerda la invitación a Galicia que Fraga, el fallecido patrón del partido, le hizo en su día a Fidel Castro, recibido con gaitas y honores, como debe ser, que lo cortés no está reñido con lo valiente. Lo extraño es que hasta ahora el principal grupo de la oposición local no haya montado el pollo con el sofá rojo, que ha estado en portada de alguno de los medios más conspicuos de la derecha. Un sofá y unos sillones que se caían de viejos y maltrechos en el vestíbulo del Ayuntamiento y que se han mandado arreglar y tapizar con un costo de 1.800 euros. Todo normal, y lo del color, una especie de broma, si se quiere, o la elección de un color como otro cualquiera y uno de los más utilizados. Por cierto, lo que en este punto también ha causado perplejidad es que una teniente de alcalde, se entiende que de todos los zamoranos, escriba que el pueblo ha decidido que los rojos destinados a las cunetas puedan sentarse en los escaños de la institución. Una gratuita muestra de resentimiento, una vez más, porque en las cunetas lo mismo hubo azules que rojos, todos lo sabemos, y no se puede vivir alimentando odios, hay que dar paso al olvido, y más cuando se gobierna para todos. Mejor, más grata y positiva, la perplejidad del alcalde que no pierde los papeles y que se siente muy sorprendido y satisfecho porque la Junta de Castilla y León rectifique y después de asegurar que había otras prioridades aporte 750.000 euros para el centro cívico que se quiere construir en lo que iba a ser el Palacio de Congresos.

Y una perplejidad general al saberse que tanta propaganda con el AVE del maná y el milagro del desarrollo zamorano y resulta ahora que el tren que pasará por la capital será el Alvia, el mismo que ya funciona, que no es tan rápido como el que da nombre a la alta velocidad ferroviaria, pero que con todo y con eso alcanza los 200 kilómetros hora y hará en hora y media el trayecto Zamora-Madrid. Que ese va a ser el único milagro real. Encima sus precios serán más baratos que los del AVE genuino.