Aunque en Grecia parece que ya se barruntaba algo semejante, una vez conseguido el nuevo rescate europeo, la dimisión de Tsipras, el primer ministro, para convocar elecciones seguramente en octubre, sorprendió en la Europa que acababa de ampliarle el crédito, y más todavía en España, donde Syriza, el partido en el gobierno heleno, tiene su réplica en Podemos. Para el PP la sorpresa tiene que haber sido tan agradable como desagradable para los de Pablo Iglesias. Pues todo lo que ocurre en el país griego se ha convertido en el espejo al que no dejan de mirar muchos españoles.

Tsipras ha explicado que se va; pero no se va porque se da por indudable que estará al frente de Syriza en los próximos comicios, dado que ahora no ha podido cumplir con su programa ni con las expectativas, aunque haya salvado la situación y haya logrado mantener a Grecia dentro del euro, algo que se prevé ya como definitivo. Pero ha habido más, una causa concreta para esta vuelta a empezar, y que ha sido el cisma producido en el partido a raíz de la decisión de aceptar el tercer rescate a pesar del rechazo obtenido en el referéndum. Igual que sucede en todas las partes, España incluida, la izquierda, la populista, la radical, acaba dividida y rota siempre, más pronto o más tarde, una división en la que se puede encontrar la causa histórica de muchos fracasos.

Por lo pronto, los críticos de Syriza ya han anunciado la creación de un nuevo partido que se enfrentará a Tsipras en las elecciones que vienen, las sextas en ocho años, una muestra evidente del caos político que el caos económico ha originado. Porque encima existe la posibilidad de que al final hayan de pactar y gobernar en coalición, siendo los mismos, si quieren mantener su hegemonía ante la derecha y los socialistas, que van a intentarlo todo con ganas y ansia de recuperar el poder perdido. En los difíciles momentos vividos por Grecia con motivo de sus impagos y el riesgo de la salida del euro y la vuelta al dracma, la oposición ha tenido una actitud muy responsable apoyando al Gobierno a salir del atolladero en el que había metido a los griegos. Pero ahora todos los partidos irán a lo suyo, a ganar, a conquistar el poder, y el resultado no será tan previsible como en las pasadas elecciones de enero, si bien las impresiones más generales son que Syriza volverá a merecer la confianza de la mayoría de sus electores, muy fieles por lo que se demostró en la consulta sobre las negociaciones con Europa.

Todo ello, no deja de ser un nuevo palo para Podemos, que como ha dicho una de sus dirigentes nunca esperaban que a Tsipras le temblasen las piernas. Entre las imágenes del corralito, con la gente haciendo colas ante los cajeros para poder sacar un máximo de 60 euros, el forzado incumplimiento de las rebeldías electorales, y ahora la dimisión del líder y las nuevas elecciones, los de Pablo Iglesias puede que sigan perdiendo puntos en las encuestas. Porque además esa izquierda populista resulta que aquí está todavía más desunida que en Grecia, empezando por el mismo partido. Así que no es de extrañar que vuelvan a oírse voces clamando por un frente único de izquierdas. Y siempre quedará el PSOE.