«¡Me han atracado!». Cuando Antonio González vio a la mujer con las manos ensangrentadas inmediatamente bajó del coche. ¿Qué ha pasado? «Me han atracado» insistía. Al instante llegó otra chica más joven, también con signos de violencia. Acababan de ser agredidas brutalmente por dos personas a las que Antonio vio escapar «a paso ligero, no corriendo», justo cuando acababan de pasar los hechos. Con él iban en el coche sus dos hijos pequeños, de 14 y 11 años, testigos de esos momentos de tensión vividos la mañana del pasado 5 de febrero, a escasos 300 metros del colegio Trinity College al que, como cada día, acudían acompañados por su padre.

Antonio González, zamorano de Muga de Alba, es uno de los dos ciudadanos que auxiliaron a la mujer y a la hija del periodista deportivo Paco González en Boadilla del Monte, brutalmente apuñaladas tras ser asaltadas por una pareja cuando se dirigían al coche. Lo que la sociedad entiende como un acto heroico no es más que «una cuestión de humanidad» para este empresario de la construcción de 51 años y padre de cuatro hijos, al que el Ayuntamiento de Boadilla del Monte reconocerá con la medalla al mérito policial porque su intervención fue crucial para la rápida detención de los agresores. Junto a él recibirá la condecoración Jesús Barrantes, que se encaró con los atacantes y evitó que el suceso terminara en tragedia.

«Cuando llegué ya había terminado el forcejeo, la mujer estaba ensangrentada fuera del coche y después apareció la hija. Yo estaba como a unos quince metros» cuenta Antonio González. Antes, otro ciudadano había intervenido para disuadir a la joven que asestó cinco puñaladas a la mujer del periodista y provocó varios cortes a la hija.

«Les pregunté que si podían ir ellas al hospital, me dijeron que sí. Y la chica decía "vamos rápido que estamos perdiendo sangre". Entonces dejé a mis hijos en el colegio y me fui detrás del chico y la chica, vi que salieron andando a paso ligero, supongo que para no infundir sospechas, y lo primero que pensé es que se dirigían a otros colegios cercanos a preparar otro lío a otra familia» cuenta el empresario de Muga de Alba y vecino del periodista. «Les conozco de verlos todos los días a la puerta del colegio» cuenta Antonio González, por eso en seguida supo que la mujer llena de heridas y de sangre era Maite, la esposa de Paco González.

El empresario siguió a los agresores con el coche hasta que les encontró, a unos dos kilómetros del lugar de los hechos. Entonces llamó a Emergencias 112, que le puso con la Guardia Civil, a la que dio todos los detalles del lugar hacia el que se dirigían Lorena G.F. e Iván T.P., las dos personas que habrían atacado brutalmente a la madre y la hija.

¿Qué pensó en el momento de los hechos? «Lo primero que pensé es que si podía evitar que atracaran a otra persona tenía que hacer todo lo posible» cuenta Antonio González, a quien en su pueblo ya consideran un héroe después de que trascendiera la encomiable reacción de este «orgulloso» hijo de Muga de Alba.

«Me da mucho coraje que alguien se meta con personas indefensas». Lo que parece claro es que la intervención de los dos ciudadanos evitó males mayores y favoreció la rápida detención de la joven vallisoletana obsesionada con el periodista y su cómplice. «Lo que menos ha trascendido es que fueron momentos de pánico pero todo se solucionó en menos de media hora. Entre las 8.45 y las 8.50 se produjo la agresión, a las 8.58 yo estaba hablando con la Guardia Civil y a las nueve y cinco o las nueve y diez estaban detenidos» cuenta este zamorano, que no es la primera vez que se ve en un aprieto. «Cuando vives en Madrid lamentablemente te pueden pasar estas cosas». Él mismo ha sufrido varios robos en su empresa; «he visto hasta llevarse en un camión de la basura el andamio de una fachada». Ni esas experiencias logran endurecer el corazón de una persona. «Fue tremendo» recuerda una semana después del suceso y cuando ya ha recibido múltiples llamadas y agradecimientos por el gesto. Empezando por Paco González, con el que coincidió al día siguiente de la agresión a la puerta del colegio; «estaba muy agradecido pero le dije que no tenía por qué dar las gracias».

«Quiero que pongas algo por favor; creo que hay que tener mucho respeto tanto a la familia agredida como a las de los agresores. Me han dicho que tanto los padres de las chica como del chico son unas bellas personas y nadie nos querríamos ver ahora en su piel».