A Pedro María Laperal, a su memoria

Antonio Pedrero

Ya han pasado diez años del fallecimiento de Pedro María Laperal (Zamora, 1929-Madrid, 2013), el creador gráfico más importante nacido en Zamora y al que todavía la debe su ciudad una gran exposición con su magnífica obra. Ha sido y es un referente muy destacado en el último tercio del siglo XX de la creatividad gráfica española y componente del famoso Grupo 13, que tanto prestigio nacional e internacional dio a nuestro país con miembros como Garbayo, Santamaría, Poza o M. Prieto, entre otros.

Sus orígenes no son otros que los de la histórica Escuela de Arte Zamorana de San Ildefonso, nacida en el año 1945 de la mano de José María “Castilviejo”, Daniel Bedate y Celestino Roig, de la que una buena parte de sus componentes han sido importantes autores en sus disciplinas plásticas de la pintura, escultura o el dibujo, tanto en el ámbito nacional como internacional.

La diversidad y unión de sus componentes ha sido hilo conductor en sus trayectorias y que espero que esta ciudad despierte algún día y cree un espacio, ya muy necesario, en memoria de estos importantes autores zamoranos.

De Pedro María Laperal tengo que decir que fue uno de mis mejores amigos y compañero del Arte durante buena parte de mi vida, desde los años 1950 en adelante. Recordaré -siempre con profundo agradecimiento- cuando en el año 1953 (yo tenía 14 años, él 24) Pedro me acompañó a Madrid en el tren a recoger mi primer premio nacional, consistente en la Tercera Medalla Nacional por mi obra “Autorretrato”, exhibida al aire libre en el Paseo del Prado madrileño en una Nacional convocada por Educación y Descanso.

Siempre admiré profundamente a Pedro Laperal, que desde sus comienzos poseía una gran cultura unida a un envidiable sentido del humor –inteligentemente entendido– con el que yo me sentía muy cómodo y que procuraba seguir al menos como vital y sana terapia.

Gran conversador, su profesión inicial fue de maestro nacional en Rihonor, donde ejerció los primeros años vividos en Zamora, donde ya destacaba en reuniones poéticas y plásticas que por entonces se hacían, como Mentiviaco o Armonías del Duero, entre otras. Pero será en el año 1953 cuando obtenga el primer premio del concurso de carteles de la Semana Santa de Zamora (la mano del Barandales), dotado con 300 pesetas, cuando definitivamente cambia su destino al irse con este dinero a Madrid, trabajando en diversos estudios de publicidad y comenzando así su brillantísima carrera como diseñador gráfico de primer orden.

Pronto sus obras estarían en la élite del grafismo nacional, creando un estudio propio, altamente considerado nacional e internacionalmente. Sus obras poseen una gran originalidad, una pronta lectura estética provista de su desenfado plástico de total dominio y, ante todo, de una acusada personalidad interpretativa y conceptual, como buen comunicador universalista.

Ya digo que tristemente en Zamora, su tierra, es absolutamente desconocido y que yo espero, urge ya, que sus obras se exhiban adecuadamente en un futuro espacio expositivo en recuerdo perenne de uno de los más singulares y grandes autores zamoranos de la creación plástica y de sus más personales e inteligentes creaciones.

Actualmente la obra de Laperal está expuesta en Madrid en la Escuela Nacional de Artes Decorativas dentro del Grupo 13.

Con el más emocionado recuerdo al imborrable y admirado amigo.