La Zamora más cultural y el soñado Museo Baltasar Lobo

Expertos y aficionados al arte urgen un consenso institucional para que la obra del escultor de Cerecinos de Campos tenga el mayor realce y difusión

Una tarea complementaria y señera de un museo de escultura contemporánea que se precie podría ser la de otear, detectar y valorar las creaciones emergentes

José Mª Carrascal Vázquez

Un nuevo museo ha sido siempre cuestión controvertida para Zamora y ahora vuelve a serlo de manera muy especial, a mi parecer un tanto paradójica; a propósito de ello debo de contar algunas experiencias. Antes he de decir que he esperado con cierta impaciencia a que pasarán las elecciones por respeto a otros intereses, pensando que la publicación de este relato de vivencias y reflexiones iba a ir perdiendo interés y utilidad.

Y, entre tanto el Manifiesto de la Asociación Amigos de Baltasar Lobo y las Jornadas en defensa de su proyecto, con la presencia de prestigiosos y respetados ponentes, se ha interpuesto y hay que tenerlo presente; lástima que no pueda escucharlos, que incluso pudieran contestar, opinar sobre lo que voy a decir desde mi nivel de aficionado, aunque con cierta especialización en la divulgación de los museos monográficos de escultura.

Por eso precisamente creo que se habría que partir de una referencia, aunque fuera muy somera, de esos magníficos y consolidados museos: desde el Chilida Leku de Hernani y la Fundación Jorge Oteiza de Alzuza al de Martin Chirino en el Castillo de La luz de Las Palmas de Gran Canaria, pasando también por los “Pablos” de Zaragoza y saber por lo menos de su sostenibilidad y visitantes; aunque sean unos ambiciosos referentes. Pero he de volver ya a mi relato personal, que aún está próximo en el tiempo y puede aportar contrastes y paralelismos, que mis querencias zamoranas en ocasiones me sugerían.

Creo que puede interesar y sacar de su lectura alguna consecuencia: “El pasado mes de Noviembre estuve en la Fundación Museo Helga de Alvear en Cáceres, del que no voy a repetir los merecidos elogios al edificio, a su encaje en la ciudad, a su extensa y valorada colección, limitándome a resaltar detalles que me llamaron la atención como que, pese a ser gratis y coincidir con fiesta en Madrid, había más bien pocos visitantes, que eran atendidos, o discretamente vigilados, por un numeroso equipo, quizás ocho o diez, de jóvenes uniformadas. La escultura, que abundaba, tendía a lo más contemporáneo como las creaciones espectaculares de Ai Wey Wey y Olafur Eliason, o las más conceptuales de Dan Grahan, Louise Bourgeois; o las más conocidas de Juan Muñoz, Susana Solano y una pequeña, característica obra de la zamorana Ana Prada. Fue, en cualquier caso una visita muy gratificante y desde luego muy recomendable.

Una segunda experiencia, que viene más al caso, la tuve un día laborable a finales del pasado mes de abríl visitando en Toledo el nuevo “Museo de Arte Moderno y Contemporáneo, Colección Roberto Polo”. En un magnífico enclave, y paso obligado desde una de las arribadas a la ciudad, un convento ha sido rehabilitado por el estudio Frade para contener una selección, un tanto heterogénea de pintura y escultura, esta a mi entender más valiosa y no solo por las obras de importantes autores en el patio y jardín; es que se incorporaba un nuevo espacio para mostrar unas genuinas obras del recordado escultor toledano Alberto Sánchez, lo que se anunciaba ostensiblemente a la entrada, que era prácticamente gratuita. Pero la oferta parecía no interesar y el personal pasaba de largo, pues lo que había que ver era la catedral y el Greco, donde si que se formaban las correspondientes colas. Tampoco es que me sorprendiera demasiado y además pudimos recorrer holgadamente el recinto, cuyo mantenimiento está asumido por la Comunidad de Castilla-La Mancha. Lo que si produjo tristeza y desolación fue la ausencia total de visitantes al Museo de Victorio Macho en la paisajista Roca Tarpeya; espero que no será siempre así y sigan viéndose esas obras conmemorativas del escultor.

Obras del escultor Alberto Sánchez.

Obras del escultor Alberto Sánchez.

En los retornos a Madrid encontraba, como para compensar, la gran asistencia que desde un principio, primeros de Febrero, estaba teniendo la exposición de Juan Muñoz en la Sala Alcalá 31; muestra retrospectiva y conmemorativa, a los setenta años de su nacimiento y veinte de su muerte. Hay que recordarle como escultor precoz y de máximo reconocimiento internacional. Su obra figurativa de original ejecución y enigmáticos conceptos, sigue cautivando a todos. Se anuncia su traslado al CA2M de Móstoles hasta finales de año. También positiva, y diría que ejemplar por obvias razones, la más reciente visita al Museo Francisco Sobrino de Guadalajara. Se trata de una nueva construcción (2015), sobre las naves del viejo matadero, para contener una muestra representativa del escultor alcarreño, que vivió en Argentina y Paris, donde estuvo relacionado con Le Parc y Vasarely; creó su propia identidad dentro de la expresión cinética y en los últimos años regresó a su ciudad natal. Desde un principio programa una escogida secuencia de exposiciones temporales (Eusebio Sempere, Elena Asins, Cruz Novillo, Palazuelo..) que muestran las variantes creativas próximas tan elaboradas y tan vigentes ; programación que hace más atractiva la visita al museo y está teniendo una notable difusión.

Museo Francisco Sobrino de Guadalajara

Museo Francisco Sobrino de Guadalajara

En estas fechas se trata de una selección de la obra de Gustavo Torner, con un trabajo de serigrafias ad hoc. Uno piensa naturalmente en algunas circunstancias similares con el Museo Lobo, como la de ser ambos de titularidad municipal, supeditados a los presupuestos de pequeñas ciudades y ambos pendientes de sendos proyectos”.

Trato de paradójico el proyecto del Centro de Arte, y con todos mis respetos, pues lo impulsan personas preparadas e instituciones serias, porque tratan de hacer mejor/mayor el museo que ya existe y que además parece suficientemente representativo y tiene una buena y asequible instalación. Pero es ignorado por la mayoría de los turistas, que pasean ante él y es muy poco visitado, disfrutado por los mismos zamoranos; Tampoco me es comprensible que no participen en el proyecto personas cualificadas que estuvieron implicadas en su creación al principio. Deseo sinceramente, o ingenuamente, que ante decisiones que se habrán de tomar no tardando, haya el consenso posible para que Baltasar Lobo y su obra tenga el mejor realce y difusión. Porque todos reconocemos sus valores y nos sentimos orgullosos y amigos de él.

Los horizontes de la escultura

No cabe duda que Zamora ha tenido un especial interés por la escultura, por toda, por la más contemporánea también, como lo demostró con acierto y éxito en la Octava Bienal de la Ciudad. Y parece seguir en ello como compruebo por la atención que se presta a exposiciones puntuales en el Museo de Zamora, en el Etnográfico o en la Encarnación; lo que permite estar en cierta manera al tanto de la creación contemporánea; pero creo que faltaría complementarlo con más argumentarios teóricos y debates aclaratorios y serenos: esto es alguna conferencia, algún taller. Hace un año la Fundación MAPFRE montó la magistral exposición “La desmaterialización de la escultura (Julio González y Pablo Picasso)” señalando un paso radical del proceso creativo. Este año es la Fundación Juan March la que presenta como si fuese una continuidad histórica: “ESCALA ESCULTURA 1945-2000” que desborda salas y jardines, lo que podría ser metáfora de la escultura en expansión. Oportunidad de ver Laberinto Húmedo de Cristina Iglesias, encargada in situ, junto a los Tres Chinos del que fue su marido, antes comentado, Juan Muñoz; aquí hay que destacar que nuestra conocida Maria Bolaños, que tanto sabe de escultura y de museos, nos acerca a esta obra en el catálogo, al tiempo que ha dado conferencias sobre la misma exposición; me ha parecido asistir a una celebración de la escultura ilimitada.

Exposición Juan Muñoz.

Exposición Juan Muñoz.

¿Qué es la escultura contemporánea? ¿Se expresa también con el sonido, con la fotografía, con la escritura, con la naturaleza? ¿La dictan los comisarios, las Bienales o las Ferias Comerciales?

Quizás una tarea complementaria y señera de un museo de escultura contemporánea que se precie podría ser la de otear, detectar y valorar las creaciones emergentes y vacilantes, que surgen por doquier. Después de conocer bien y disfrutar reiteradamente lo que se tiene la suerte de tener.