Un zamorano en el corazón de África
El sacerdote Jesús Campos se embarca en una nueva misión humanitaria con una estancia de cinco años en Mbaïki, al sur de la República Centroafricana
El próximo sábado coge un avión que en nueve horas —previa escala en Casablanca y Camerún— le llevará a su nueva vida en Mbaïki, al sur de la República Centroafricana, el que será su hogar durante, al menos, los próximos cinco años. El sacerdote zamorano Jesús Campos tomaba la decisión de iniciar este nuevo rumbo hace dos años, después de 27 al servicio de la Iglesia.
Desde entonces, se ha estado preparando en el Instituto Español de Misiones Extranjeras (IEME) "para acercarme a la realidad de la misión con mucha más intensidad", argumenta el zamorano.
Fue el pasado septiembre cuando Campos se despidió tanto de sus feligreses en Toro —su destino como párroco durante los últimos tres años— como de los alumnos de la Escuela de Magisterio, donde impartía clase. Despojado de todo su pasado, está ilusionado con esta nueva andadura, muy meditada y deseada. De hecho, fue en enero, durante su formación, cuando visitó por primera vez la República Centroafricana.
La complicada realidad de esa comunidad le impactó tanto que cuando tuvo que decidir su destino, entre Asia o África, no dudó ni un momento y eligió irse a vivir al tercer país más pobre del mundo.
"Acaban de salir de una guerra civil y están totalmente olvidados por la comunidad internacional, no tienen una red escolar ni sanitaria adecuadas, ni siquiera carreteras", describe el sacerdote.
El francés es idioma oficial, al haber sido antigua colonia hasta los años sesenta, pero sus habitantes también se entienden en sango, una de las lenguas bantú. Campos ha tenido que aprenderlo para poder tratar con sus nuevos feligreses junto a los once sacerdotes que conforman la comunidad, comandados por el obispo burgalés Jesús Ruiz, con amplia experiencia en la zona. "La Iglesia Católica allí están muy bien acreditada, porque saben que estamos junto a los pobres", subraya el párroco.
También se vuelcan con las minorías, como los pigmeos, que viven en plena selva, alejados de toda civilización, pero que les reciben con los brazos abiertos porque aprecian su trabajo. "Parte del proyecto en el que estoy inmerso en la dignificación de estos poblados en el país, que sean aceptados. Pero, como sostiene Ruiz, no se trata tanto de hacer como de ser, de estar con ellos y darles apoyo", respalda.
Durante su primer año de estancia se centrará en conocer el país y sus gentes, su geografía y su cultura, aunque está deseando remangarse para ponerse manos a la obra con diferentes proyectos: desde iniciar una escuela de Magisterio para alcanzar una alfabetización básica hasta la construcción de una clínica en la capital del país, Bangui.
Además, junto al cardenal Dieudonné Nzapalainga, quien trabaja con niños y jóvenes, hará crecer el movimiento scout en la comunidad, aportando toda la experiencia que tiene de Zamora. Campos está ya en la cuenta atrás de la misión más importante de su vida.
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