La velocidad a la que circulaba el joven que atropelló y mató en el acto a un hombre de 70 años en la carretera de Villalpando, cerca de la urbanización Siglo XXI, cuando este iba a cruzar la carretera cerca de su finca, el 24 de agosto de 2018, resultará clave para que juez determine si cometió un homicidio por imprudencia grave como sostienen la Fiscalía, que mantuvo ayer la petición de 4 años de prisión para el imputado, la misma pena que el abogado de la familia de la víctima, tras retirar ambos la petición de condena por el delito de omisión de socorro que ha eliminado el nuevo el Código Penal.

Mientras, la abogada del joven sostiene que este nunca sobrepasó la velocidad de 40 kilómetros por hora, de acuerdo con la lesiones que presentó el cadáver del peatón atropellado, que sufrió la amputación del brazo, hallado en la parte de atrás del vehículo del procesado, así como fracturas en las extremidades inferiores. Fiscalía y acusación particular se remiten al informe de la Policía Municipal que avala que el coche que circulaba a más de 160 kilómetros por hora cuando arrolló al hombre en base a la grabación de las cámaras de un negocio próximo. El cuerpo del fallecido apareció a tres metros del lugar del accidente, en la cuneta con el brazo seccionado posiblemente cuando el hombre hizo un gesto, posiblemente, reflejo levantándolo para dar el alto; y el pulgar amputado de esa mano desplazado unos 29 metros de donde ocurrió el siniestro.

El procesado, que pidió perdón a la familia del fallecido -jubilado de Telefónica y natural de Bermillo de Sayago- al concluir la vista oral celebrada en el Juzgado de lo Penal, detalló que no veía bien porque “iba entre sombras y luces”, por la vegetación cercana a la carretera y porque habían pasado las 21.30 horas, había poca luz, cuando “surgió algo inesperado por la derecha y ocurrió el accidente”. Sintió el impacto y, “asustado y nervioso”, dio la vuelta para regresar hasta donde había percibido el golpe, si bien “no vi nada, estaba en shock, y no tenía móvil, se me olvidó en el trabajo”, por lo que “decidí irme a casa”, argumentó para justificar que no hubiera llamado al 1 1 2. El vehículo del finado estaba estacionado cerca con la puerta abierta del piloto.

A pesar de la mala calidad de las imágenes que impiden ver con exactitud la marca y la matrícula del turismo que se supone es el del acusado, los policías municipales explicaron que, de todos los coches recogidos en la grabación, el único que efectúa las maniobras que describió el imputado era el que “iba a muchísima más velocidad que el resto”. Podía superar los 168 kilómetros por hora en un tramo limitado a 50 kilómetros, concretaron, un cálculo que se hace “por los fotogramas por segundo” que recoge la cámara. En las imágenes, “se ve que continúa de frente, da la vuelta rápido, y sin ceder el paso a otro coche que iba detrás, y que frena”. Uno de los agentes precisa que el acusado “cambia de sentido y va más despacio en dirección al atropellado”, pero no pudo concretar si el joven, que paró el turismo, bajó, sí que “después se va a una velocidad normal”.

La descripción de la carretera que efectúa el acusado es bien distinta a la que hace la Fiscalía, “una recta en la que puede alcanzarse muchísima velocidad, salvo con un coche pequeño”, que no es caso, especificó, ya que el imputado arrolló al hombre con un Seat León. El procesado, por contra, sostiene que existe un importante cambio de rasante que resta visibilidad, el mismo que los agentes consideran “pequeño”, y que dio la vuelta en la primera glorieta cercana a donde se produce el accidente mortal. El informe policial desmiente esa versión, “a esa velocidad es imposible” efectuar esa maniobra, reiteró la fiscal especializada en tráfico. Y recalcó que “no existían señales de derrape del coche ni de frenada” sobre el asfalto, ni saltaron los airbag, “porque no hubo desaceleración” por parte del conductor para evitar el siniestro.

El forense de los juzgados, Antonio González, declaró que el hombre iba a cruzar la carretera “de derecha a izquierda, al lado contrario de su finca, cuando el vehículo impacta contra su rodilla y pierna derecha, y con el parabrisas y retrovisor, por eso presenta fracturas en las rodillas, la tibia y el peroné”. En el accidente “el brazo penetra en el parabrisas porque el cuerpo ha girado cuando llega el vehículo, instintivamente la víctima eleva la mano, como para hacer parar”, por lo que “el codo y el brazo penetran” en el coche, y “el pulgar se amputa con el cristal y queda fuera”. Describió “una sección brutal de todo el brazo”, lo que explica que “todo el cuerpo se va hacia el brazo y cae a la calzada” en lugar de salir despedido por encima del turismo.

El alcalde de Molacillos, donde reside el joven y hacia donde se dirigía el día del siniestro, explicó, a preguntas de la acusación particular, que el Pleno decidió “requerirle por el exceso de velocidad con el que circulaba por el pueblo”.