"Es una obra de referencia para el estudio de la escultura en el siglo XX". Fueron las palabras del historiador José Andrés Casquero durante la presentación de libro "Escultura de siglo XX en Zamora" de la doctora en Historia del Arte (Zamora, 1947), Inés Gutiérrez Carbajal, autora con anterioridad de un tratado similar sobre la pintura. Sin embargo en aquella ocasión lo publicó el Instituto de Estudios Zamoranos, mientras que en esta ha sido la propia autora la que se ha encargado de la edición, con la ayuda de la Fundación Científica Caja Rural de Zamora, representada en la presentación por Feliciano Ferrero.

Inés Gutiérrez dijo que el Instituto de Estudios Zamoranos pretendió realizar determinadas "injerencias" en la obra, con el fin de incluir o excluir a artistas, que ha autora rechazó de plano y por eso no se pudo hacer la edición conjunta.

La autora incluye a los autores que "constituyen desde mi punto de vista, lo más representativo del hecho escultórico acontecido en la provincia a lo largo del siglo XX", con solo dos mujeres: Eduardo Barrón González, Domingo Lira Santos, Enrique Lorenzo Salazar, Baltasar Lobo Casquero, José Luís Núñez Solé, Ramón Abrantes Blanco, Higinio Vázquez García, José Luis Alonso Coomonte, Tomás Crespo Rivera, Hipólito Pérez Calvo, Emérita Maroto Lázaro, Julián Méndez Sadia, Antonio Miranda Ramos, Arturo Domingo Rogelio Lucas Domínguez, Ricardo Flecha Barrio, Mariano Gallego Seisdedos, Olga Antón Escudero y Daniel Lorenzo Goñi.

"La máxima aspiración para un artista local consistía, incluso al día de hoy, en hacer una imagen de procesionar en la Semana Santa. Al margen de estos trabajos, pocas son las oportunidades que los escultores tienen para desarrollar su actividad, pues hasta los años 70 apenas se contrataban obras de escultura por particulares", dice la autora. "Y más que por cuestiones económicas, el frenazo evolutivo de la escultura en Zamora hasta los años 70 no ha sido por el alto coste de los materiales" o por las tendencias escultóricas más tardías que en la pintura, "se debe a mi modo de ver por causas socioeconómicas motivadas por el aislamiento, por las malas comunicaciones viarias entre los dos centros más atrayentes a todo artista que empieza, Madrid y Barcelona. Incluso son los más próximos, Salamanca y Valladolid".

El trabajo hace referencia a la aparición de las primeras escuelas de dibujo, la de Artes Aplicadas y Oficios Artísticos. "En octubre de 1945 aparecía la Escuela de Arte de San Ildefonso, dependiente de la Obra Sindical de Educación y Descanso, con Daniel Bedate Ordóñez, director y profesor de pintura, José María García Fernández "Castilviejo" profesor de dibujo y Celestino Roig Artigas, profesor de modelado. Algunos artistas locales comenzaron su formación en esta escuela y más tarde en las facultades de Bellas Artes.

La Diputación, con sus becas, "pensionados", contribuyó en la formación de artistas zamoranos, además del apoyo a certámenes como la Bienal Ciudad de Zamora. E incluye algunos proyectos presentados a esta institución que nunca llegaron a realizarse: estatua de Viriato (la que hay en la plaza fue vendida al Estado), el agustino fray Manuel Blanco, de Claudio Moyano Samaniego, monumento a Arias Gonzalo, al poeta Juan Nicasio Gallego, a Federico Requejo o el Coloso de Castilla según una maqueta de 1972 de Hipólito Pérez Calvo.

Boceto del monumento del Coloso de Castilla, que nunca se llegó a realizar "Escultura del siglo XX en Zamora"

Del grupo de siete artistas que estudiaron en San Fernando entre 1953 y 1958 algunos se quedaron a vivir en Zamora, donde se generó un ambiente cultural con reuniones y tertulias que capitaneaba Jesús Hernández Pascual. En 1978 se crea la "Aceña Cultural", con Tomás Crespo Rivera como presidente. "Si exceptuamos esta asociación, nunca hubo el clima propicio para la existencia de un grupo que aglutinara reuniones de artistas-escultores". Eso sí artistas zamoranos pertenecían a grupos o corrientes, como Lobo que era de los Artistas españoles de la Escuela de París, Núñez Solé, del Grupo Koiné de Salamanca, Coomonte del Gremio 62 de Madrid, José María Mezquita, entroncado con el grupo de realistas de Madrid o Carlos Evangelista, con los constructivistas madrileños.

"La escultura realizada en la provincia durante el siglo pasado ha sido producto de individualidades, cuya obra se ciñe casi siempre a representaciones próximas a la localidad donde viven. Ese interés por los asuntos locales también es manifiesto en aquellos que, habiéndose formado fuera, regresaron definitivamente aquí y han hecho del zamoranismo su seña de identidad".

La autora propone un Centro de Arte Contemporáneo para el fomento del arte que contara "con fondos de arte propios y tuviera un laboratorio con talleres de trabajo, donde también pudiera estudiarse la trayectoria de artistas importantes (...) un centro de arte vivo" que no se contrapone a la existencia de museos monográficos, como el de Baltasar Lobo.

También incluye un apartado con otros artistas de menor recorrido artístico, como José Gutiérrez Rodríguez "Filuco", Aurelio de la Iglesia, Claudio Mimó Blasco, Leoncio Llordén Zamora, José Gutiérrez Sánchez, Julio Gallego Pedrero, Isauro Luengo Barbero, Lorenzo Vara Gallego, Julio Antonio Mostajo Sánchez, Jesús Francisco Hernández Pascual, Segundo Gutiérrez Domínguez, Santiago Nieto Martín, Belarmino Bodego de Cruz "Nino", Julián Rodriguez Vázquez, Federico Osorio Lobo y José Manuel Gago Rodríguez.

El relevo generacional está representado por nombres como Guillermo Alonso Muriel, Ballesteros del Valle, Emilio Benéitez Prieto, Nieves Benéitez Prieto, Cristina Domínguez Rodríguez, Pedro Fernández Roales, Andrés Figuero Ganso, Óscar Fuentes Vicario, Jesús Gil Fernández, Rafael Guzmán Martín, Antonio Húmra, Arturo Ledesma, Teófilo Llamas, Rosa Manteca, Carlos Martín Rodríguez, José Antonio Pérez González, Carmen Picazo Pino, Ana Prada, Alberto Ramos del Pozo, Aquilino Ramos Sánchez, Julia Sendín García, Flaviano Vaquero y Antonio Vázquez Martín.