El almacén municipal de la Concejalía de Obras, ubicado en las conocidas como naves de Renfe (al lado del servicio de recogida de basura) alberga un "Lapidario" con más de un centenar de piezas de interés arqueológico o arquitectónico que han sido recuperadas por los servicios municipales tras la ejecución de las diversas obras públicas llevadas a cabo en el Casco Antiguo de la ciudad. Unos fondos que han sido convenientemente ordenados y catalogados, indicó el concejal de Turismo y Comercio, Christoph Strieder.

La mayor parte de las piezas han sido recuperadas tras la ejecución de las obras de los jardines del Castillo hace unos diez años, si bien su lugar de procedencia inicial era el antiguo convento de San Jerónimo. De ellas destacan numerosas bases, capiteles y columnas de granito procedentes de los antiguos jardines del Castillo "hoy jardines de Baltasar Lobo", y similares a las que se mantienen junto a la plaza de la Catedral.

Pero también hay piezas rescatadas en el parque de San Martín tras las obras del aparcamiento subterráneo, o de la Ronda de Trascastillo; así como un sarcófago procedente del edificio de la antigua Casa de la Juventud y hoy Albergue de Peregrinos, en la Cuesta de San Cipriano. Todas ellas han sido inventariadas y catalogadas por el arquitecto Marco Antonio Martín, el arqueólogo Luis Villanueva y el doctor en Historia Medieval, Josemi Lorenzo, con la colaboración de la arqueóloga territorial, Hortensia Larrén.

Cada pieza tiene una ficha con su procedencia, lugar del hallazgo y su interés histórico. Una vez catalogadas se han instalado en una estantería industrial capaz de soportar el peso de las piedras.

Además de las mencionadas columnas, hay restos de un antiguo escudo pétreo de la ciudad, una pila industrial, o el sarcófago mencionado de la cuesta de San Cipriano. Christoph Strieder ha explicado como a lo largo de los siglos ha sido frecuente reutilizar piedras de unos edificios antiguos para construir otros posteriores, especialmente a partir de mediados del siglo XIX tras la desamortización de Mendizábal, como sucedió especialmente con el antiguo monasterio de San Jerónimo y anteriormente con el propio Castillo. La idea es que el Lapidario pueda ubicarse en algún lugar de la ciudad como atractivo turístico, pero está descartada la idea de repartir las piedras como adorno para jardines y rotondas, ya que es conveniente que este tipo de piezas permanezcan suficientemente protegidas de la intemperie y los vándalos.