La vida de Rubén Carracedo Martínez ha dado un vuelco de 180 grados desde que, hace unos meses, la empresa en la que trabaja decidió enviarlo a Argelia. Este zamorano de 29 años se encuentra desplazado en la ciudad de Maghnia , ubicada al norte de país, donde colabora con un proyecto de abastecimiento de agua. «El proyecto Souk Tleta consiste en una desaladora y su posterior canalización de esa agua a lo largo de algo más de 100 kilómetros para el que yo realizo una asistencia técnica de las comunicaciones», cuenta Rubén quien ha estudiado Informática de Sistemas.

El explica que lo que más le ha sorprendido de su actual país de residencia es que «a pesar de vivir en una región para nada favorecida económicamente no se ve a la gente triste o derrotada. Además son muy acogedores, todas las personas con las que he tenido trato tanto en el trabajo, como en el hotel e incluso en la calle han sido muy cordiales. Lo más curioso es que los policías que están en los cruces de las calles me saludan e incluso se dan tiempo para preguntarme si soy del "Barsa o del Real" como dicen ellos».

En cuanto a los aspectos negativos que ha encontrado en Argelia Rubén Carracedo destaca «el tráfico caótico y la gastronomía» y al hablar de lo positivo se queda «con la sencillez de la gente que no presume de los bienes materiales que posee para no hacer sentir menos a nadie, como sí ocurre en España».

Aunque hace tres años que Rubén dejó Zamora para trabajar en Bilbao es ahora que se encuentra mucho más lejos de casa que echa de menos, aún más si cabe, a la familia, la novia y a los amigos. «Trabajando conmigo hay aquí otros españoles así que intentamos reunirnos casi a diario en torno a alguna cerveza y productos típicos de nuestras provincias. De esa manera mantenemos el contacto con la tierra y nos parece tenerla un poco más cerca».

A pesar de que hace tiempo que Rubén Carracedo vive fuera de la provincia su sueño es regresar a vivir en Zamora algún día e incluso se ha comprado una casa en la ciudad. «Para mí Zamora es el mejor lugar del mundo para vivir, la valoro mucho y no la cambiaría por nada. Desde Bilbao viajo todos los fines de semana a Zamora para disfrutar de su encanto durante 48 horas. Desde aquí no podré ir tan a menudo pero en cuanto me dejen me escapo».