Escribir, escribir y escribir. La inspiración nunca te abandona. Y menos aún si llevas colaborando en distintos medios y redactando desde la temprana edad de catorce años como es el caso del periodista Francisco Javier Pérez que acaba de ganar el Premio de Novela Corta «El Fungible 2009».

—¿Cuál es el mensaje que pretende transmitir la obra «No malgastes las flores»?

—Se trata de una historia en la que trato de enfrentar la vida exterior de la gente con la interior. La obra la componen cuatro solterones de principios de los ochenta que deciden realizan una apuesta: cada uno de ellos debe contestar a un anuncio de la sección de relaciones de un periódico. Aquel que no fuera capaz de acostarse con la mujer que le tocara a suertes tendría que pagar una cena a todos. El problema surge cuando lo que tienen que aparentar entre ellos, y ellas en sus ambientes, no tiene nada que ver con lo que sienten realmente. En eso, y en algo que no contaré por no destripar la novela.

—¿En qué se ha inspirado a la hora de escribir la novela?

—Está inspirada en la soledad de la gente madura en una sociedad en la que la juventud parece ser un dios inapelable al que hay que rendir culto. Está inspirada en la idea de que lo común y socialmente aceptado se convierte en una ley más fuerte y más opresiva que la escrita. Todos hemos conocido a personas que están solas, y se inventan mil razones para hablar de lo mucho que les gusta no tener a nadie. Sin embargo ni ellos mismos se llegan a creerse lo que dicen.

—¿Qué le animó a presentar la novela al certamen literario «El Fungible 2009»?

—Cuando escribo una obra trato de darle salida como buenamente puedo, igual que hace cualquiera que no tenga que escribir lo que le mandan o lo que ya tiene contratado. En esa situación, un concurso es tan buena idea, o mejor, como otra cualquiera. El de «El Fungible» encajaba muy bien con la extensión de mi obra y por eso la envié.

—¿Qué sintió en el momento en que le comunicaron la resolución del jurado?

—Me alegré mucho, por supuesto. Cuando llevas un tiempo en una editorial, con su dinámica, te gusta saber que has vuelto a vender algo en el mercado libre, porque es como un refrendo de que vende la obra y no el nombre. Esta obra, además, es en buena medida muy políticamente incorrecta, y que la distinguiesen con ese premio renovó mi confianza en cierto aliento de libertad.

—¿Siempre quiso ser escritor?

—Sí, siempre. Llevo escribiendo en prensa desde los catorce años, he dirigido un periódico y tengo varias obras completas. Y es que, siempre he pensado que ser escritor consiste, ante todo, en escribir, pensar y hacer reflexionar, aunque sea difícil hacer creer eso a algunos.

—A la hora de escribir, ¿muestra preferencia por algún tema en concreto?

—Me gusta hablar de lo que es realmente el ser humano. De las buenas obras de los malos y de las malas obras de los buenos. Nadie es santo ni villano a todas horas, y sin entender esas luces y sombras acabamos cayendo en el maniqueísmo, que es un cáncer del pensamiento. Prefiero a los personajes que piensan sobre los que sienten y mi mayor reto es y será internarme en el poder que lo irracional tiene sobre nosotros, lo que parece una contradicción perno lo es en absoluto.

—¿Compagina la escritura con otras actividades?

—A varias cosas. Me dedico a editar páginas web, además de hacer turismo rural. En ese sentido, soy muy estricto conmigo mismo: si vivo de la literatura acabaré escribiendo lo que me manden los que me pagan. Así escribo lo que quiero, y si les gusta me lo compran y si no, pues no. Incluso me permito escribir gratis para quien me apetece, cosa que no podría hacer si viviese sólo de la literatura.

—¿Qué aconsejaría a quienes quieran dedicarse profesionalmente a la escritura?

—Que no se dediquen profesionalmente a la escritura y que lean «Las ilusiones perdidas» de Balzac y tomen nota de las verdades que cuenta. Pero tal vez la recomendación mas importante es la de no dejar nunca de escribir: que redacten todos los días, a todas horas y sin descanso.