«Perdón y olvido son eslóganes que se utilizan, pero hay cosas que no se perdonan, que no se pueden ni se deben olvidar. Decir yo te perdono, sería un ejercicio de hipocresía», afirma Juan Benito. Porque cuando se es víctima de la devastación, no hay reparación posible. ¿El juicio del 11-M?, «con el Código Penal en la mano sí se ha hecho justicia. Otra cuestión sería la modificación» del mismo para que los culpables de crímenes semejantes cumplieran íntegra la condena. Sobre si hubo algo más allá en medio de la polémica que envolvió la trama del atentado islamista, Juan Benito no quiere entrar en especulaciones sin sentido, pero sí cree que aún pueden estar en la calle «autores materiales o inductores». De lo que se muestra seguro es de que no se han depurado todas las responsabilidades que se derivarían de la masacre, y señala en dirección al Gobierno de José María Aznar. «Dentro de nuestro país hay dosis de participación inactiva (en el atentado), una causa interna, la guerra de Irak, que nos puso en el ojo del huracán. Una guerra ilegal basada sobre supuestos falsos, como se demostró después, que determinó la perpetración» del asesinato de su hijo y otras 191 personas. En cuanto a las historias y tramas paralelas explotadas en libros y medios de comunicación, está convencido de que lo «único que han hecho es perjudicar la convivencia. Verdad sólo existe una, y esa es la que tiene que aflorar».

La familia Benito Samaniego todavía mantiene sus vinculaciones con Zamora. En Fuentesaúco aún residen los hermanos de Conchi Samaniego, que presume de zamorana, aunque se guarda de comparecer ante los medios de comunicación. En nombre de ella hablan su esposo y sus otros hijos. Como reza el encabezamiento de su Fundación, siempre nos queda «la voz y la palabra», la que hace audible el silencio de quienes, con su sufrimiento, contribuyen a una sociedad más justa.